Opinión

Un salmón de récord

Recuerdos del Deva-Cares

Después de recorrer el río Cares (LNE, 13/4/24) seguiré hoy contando cómo era la pesca del salmón en Asturias hace 50/70 años, hoy en el Deva-Cares. Cerca ya de Panes, el Cares se une con el Deva –la diosa celta del agua– y nace el Deva-Cares, que va a constituir la frontera entre Cantabria y el Principado de Asturias, tal como hace otro Deva entre las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa. Y ahí, en esa unión, en entrerríos, tuve la suerte de encontrar el mayor de los salmones que he pescado en los ríos asturianos.

Como de costumbre, se había iniciado la temporada el primer domingo de marzo de 1966; el lunes leí en el periódico que se habían pescado salmones en el Deva-Cares. Como entonces ya disponía de alguna autonomía financiera y laboral, me fui a la oficina de Turismo que estaba en la calle de Cabo Noval y pregunté si había algún coto –lote- disponible para ese mismo día. Me dieron el número 7, que era el último del Cares. Así que cogí mi "cuatro latas" y salí rumbo a Panes, donde tomé la carretera de Potes y dejé el coche donde me parecía que podía haber un acceso a la confluencia de los ríos por la margen derecha. Llegado allí, me encontré una corriente que discurría por la orilla izquierda, con un nivel de aguas perfecto, y en la primera pasada con una Hergar del 9 tuve ya la picada. No recuerdo que la pelea fuera larga –mi posición desde el pedregal era muy favorable– pero el salmón pesó 11,700 kgs., así que tampoco debió de ser corta. Como solía hacer desde tal posición, pude sacarlo del agua con la mano. Debió de ser un año de grandes salmones en el Deva-Cares, porque tengo anotados seis ejemplares en este río en 1966 con un peso medio de 8,450 kgs. Y antes de seguir río abajo por el Deva-Cares, recogeré el único salmón que pesqué en el Deva, en la provincia de Santander, desde el puente que hay aguas arriba de la confluencia con el Cares. Es un río de poca agua, poco salmonero.

Y ya en el Deva-Cares, el lote número 8 tenía los pozos Monejo, la Rabiuca y el Canto la Cogolla, y allí empezaron a llevar a pescar a Franco cuando dejó de hacerlo en el río Asón. En este lote 8 era poco frecuente el cero. El Monejo está próximo, aguas arriba, a la unión de dos ríos, como las Mestas en el Narcea, lo que sugiere que el salmón se toma su tiempo antes de decidir su camino. Tengo anotados salmones en los tres pozos, de los que no recuerdo nada, salvo un cupo de tres en Monejo. El lote número 9 era para mí el mejor de toda la cuenca. Ahí es nada tener tres pozos como La Torre, el Tilo y la Pría. Conseguí allí un cupo de cinco en 1964: dos en la mañana en la Pría, a cebo, y uno a mosca en el rabión que hay entre la Torre y el Tilo, y por la tarde pesqué uno en la primera varada a cebo en el Tilo y otro en la segunda. A las cinco de la tarde había cumplido y me quedé con la duda de cuántos salmones se hubieran podido pescar aquel día en el Tilo de no haber cupos. En 1964 se pescaron en los ríos Deva y Cares casi 2.000 salmones y mi padre y Julio Collado trajeron 14 salmones en una excursión de tres días en estos lotes.

Tantos salmones nos creaban algún problema porque no teníamos congeladores en casa ni podíamos vender (hubo incluso unos años en los que había que pagar, en el precintaje, 25 ptas. por kilo de salmón). Además de repartir entre la numerosa familia ("muy bueno el besugo", nos decían las tías de Bilbao), regalábamos a los médicos que no nos cobraban y comíamos con los amigos en el Marchica de Doctor Casal y en la Campana de San Bernabé. En las temporadas mejores los llevábamos a Candás, donde Albo los envasaba en botes grandes, algunos de los cuales comimos en el campamento de Zamora donde hice la mili en 1956 (los vaciábamos en las palanganas con botes de mayonesa y al teniente le encantaban). Y enviaba salmones al Banco del Salmón, a Madrid, (en el exprés de las once de la noche) que te lo reintegraba en parte como salmón ahumado durante todo el año.

Aunque ya escribí hace años sobre ello, tengo hoy que volver a hacerlo en este repaso al río, aunque sea brevemente: tuve en la caña el salmón de quince quilos y medio que un par de meses después, el último día de la temporada, sacó del río la cuadrilla de Quico cerca de Niserias. Fue en la Torre, con un devón. La estampida del salmón fuera del agua fue impresionante, lo que me permitió ver su enorme tamaño y que venía enganchado "por el chaleco". Estuve peleando con él alrededor de media hora desde la orilla izquierda y en un par de ocasiones estuve a punto de cortar la línea creyendo que se había enrocado o enredado en algún obstáculo, pues no era capaz de mover el salmón durante varios minutos. No volví a verlo y, finalmente, se fue aguas abajo y cuando se salía ya del pozo se soltó. Intenté aguantarlo, lo que es un error cuando un salmón se despica, es mejor aflojar la línea, porque el salmón se detiene cuando se cree libre, y mucho más si el viene enganchado por afuera. Y ahí quedó mi aventura. Sé que lo engancharon alguna otra vez sin éxito en fechas posteriores y lo tuvieron controlado hasta el último día de la temporada, como ya dije.

Recuerdo un suceso curioso de mi padre en la Pría. Estaba pescando a cucharilla desde el pedregal, en la orilla derecha, y yo le acompañaba. Le picó un salmón y, en una de las carreras del pez, se empezó a formar una espuma de nylon en la puntera de la caña y poco después la línea se rompía. El nylon se había incrustado en el canal que se había formado en la anilla puntera y se había deshilachado con el roce. Como el salmón se había llevado muchos metros de línea intentamos encontrarla durante un tiempo pero no lo conseguimos. Entonces yo decidí volver a Panes y acceder al pozo por la orilla izquierda, desde la que tampoco encontré la línea lanzando un devón. Pero cuando llegué a la cola del pozo lo vi de pronto, totalmente orillado en poca agua: hubiera podido ganchearlo, pero preferí coger con la mano la línea que arrastraba, que se rompió en cuestión de segundos. Mucho trabajo para nada, pero fue divertido.

Y nos queda el Collú como última parada río abajo. Parece un pozo importante, fue incluso reserva, pero no recuerdo nada especial, aunque tengo recogidas algunas capturas en mis anotaciones. Mi padre me contó que él había pescado allí un salmón con un procedimiento poco habitual: desde la orilla profunda lanzó la cucharilla y la dejo un rato en el fondo, quizá algún minuto, y luego la recuperó con un tirón brusco, lo que provocó la acometida del salmón. Yo lo intenté después alguna vez, pero no me dio resultado, seguramente porque no tengo la suficiente paciencia como para estar un minuto esperando. Y recuerdo una anécdota graciosa. En el pozo estaba siempre como ganchero oficial "El Pecao", aunque nadie sabía con qué nombramiento ejercía tal cargo. Después de varios años de frecuentar el pozo, me preguntó un día por mi hermano Mario, al que había conocido en una de las visitas que habíamos hecho al Collú con anterioridad: metiose cura, le dije. Pero eso -me contestó- ¿da perres hoy en día?

Le dará el Cielo, pues ahí sigue.

Suscríbete para seguir leyendo