El Puentón

La unión hace la fuerza en Cangas de Onís

J. M. Carbajal

J. M. Carbajal

Han tenido que pasar más de tres décadas -casi 33 años, que se dice rápido- para que las aguas volviesen a su cauce. En esta oportunidad me centro en el mundo del pìragüismo, más concretamente en la ribera del Sella, pues, por fortuna, ya es una realidad la fusión oficial entre el Sirio y La Llongar, sendas e históricas entidades con sede en la ciudad de Cangas de Onís y asiduas, en cuanto a entrenamientos, a bucólica area fluvial de “La Tablada”, en aguas del mítico río Sella a su paso por ese concejo del Oriente. 

“Hoy es un día histórico para el piragüismo cangués. Si bien ya desde hace un tiempo caminábamos de la mano, hoy hemos recibido la confirmación oficial de la fusión de los dos clubes de nuestra Ciudad. Pero eso no es todo. Esta unión tan esperada durante tantos y tantos años, estará respaldada por el apoyo de @cangasaventura, convirtiéndose este en el patrocinador principal de nuestro club”, comunican esta misma semana en sus redes sociales los gestores de la flamante escuadra. 

El Sirio se fundó en el año 1969, bajo el pabellón de la Organización Juvenil Española (OJE), en tiempos de Manuel Moro Fernández, siendo, su primera denominación Pelayo-OJE, liderado por Ricardo Alonso González, junto a Manolo Coro, Paco Granda, Ramón Hevia y Pedro Carrio a los que, poco tiempo después, se sumarían Monchi Vega, Jandri Suarez) y Tino Pérez, entre otros. En 1971, pasó a llevar el nombre de Club Sirio, a raíz de un acuerdo de colaboración con una marca de papeles pintados del gremio de la decoración. 

Por su parte, La Llongar comenzó su andadura hace casi 33 años (28 de agosto de 1990), igualmente en Cangas de Onís, a raíz de una escisión precisamente del Club Piraguas Sirio, siendo su “alma mater” durante esas tres décadas Ramón Blanco Trespando, más conocido como “Ramonín el de La Llongar”, arropado por un reducido grupo de amigos y colaboradores. Ambos clubes fueron evolucionando año tras año, pese a los escasos medios disponibles. Se adaptaron  a las circunstancias, cosechando infinidad de triunfos y logrando que bastantes palistas cangueses llegasen a la selección nacional –aguas tranquilas, maratón o surfski-. Eso nadie lo puede poner en duda, es la pura realidad. 

Atrás van quedando las tiranteces y los malos rollos. El tiempo lo cura todo no solo en el deporte, sino en la vida. Toca pasar página, borrón y cuenta nueva. Se avecinan nuevos tiempos, más boyantes y prometedores, pues, como mandan los canones, la unión hace la fuerza. El deporte de Cangas de Onís, en este caso concreto el de las piraguas y las palas, a buen seguro que saldrá ganando, pese a que no todo será un camino de rosas. Hay que aplaudir -quien subscribe, el primero- esa gran iniciativa que redundará en beneficio de todos y todas. Adiós rencillas, el futuro es vuestro, palada a palada. 

¡Enhorabuena y grandes éxitos