Ch. N.

Samson Akanbi nació en Pordenone (norte de Italia) hace 22 años de padres nigerianos. Estudia Ingeniería Química en Padua, aunque desde septiembre, gracias al programa «Erasmus», cursa tercero en el campus del Cristo, en Oviedo. Aquí ha encontrado amigos, unos compatriotas, otros asturianos, «una ciudad que está muy bien y gente muy agradable, pero lo que pasó no lo podía aceptar». Sus palabras, en un aceptable castellano ganado con los meses de estudiante en Oviedo, se refieren a la denuncia administrativa que acaba de presentar ante el Principado por discriminación racista. Asegura que no le dejaron entrar en un bar del casco viejo de la ciudad «por ser negro». En realidad, ni los porteros ni el responsable del local se lo llegaron a decir con esas palabras, pero en la noche del sábado 13 de marzo vio cómo sus cinco amigos blancos entraban sin problemas y sólo a él se le dijo que no.

Samson detalla su incidente con mucha tranquilidad, arropado por otros colegas italianos, algunos de ellos, como Edoardo Calleri, presentes en el supuesto incidente racista.

Aquella noche habían quedado para cenar en casa de un amigo. Salieron tarde, en torno a la una y media de la madrugada. Y se dirigieron a un local de la calle Altamirano donde habían estado otras veces y donde, asegura Samson, ya vio cómo a otros dos chicos, «también negros», les había sucedido lo mismo que a él. Al llegar al local, el grupo de siete amigos fue accediendo al interior, y Samson se quedó fuera con una amiga. Un momento, charlando. Cuando trataron de entrar, el portero le negó el paso.

«Saqué mi carné de identidad, para mostrarle que no estaba ilegalmente, que era ciudadano comunitario, pero me dijo que no, me dijo "funciona así"». Samson no entendía por qué sus amigos habían podido entrar y sólo había problemas con él. Sus colegas precisan que, incluso, Samson iba esa noche «más elegante» que el resto. Pidió hablar con el encargado y la respuesta fue la misma. Su amiga se encaró con el responsable del local. Le dijeron que podían seleccionar a los clientes y que si tenía problemas que llamara a la Policía. Así trató de hacerlo pero, explica, en Comisaría le contestaron que era sábado por la noche y no podían desplazar a nadie al lugar.

Desde que unos chicos albaneses se metieron con él por el color de su piel -«pero lo discutimos y ahora salimos juntos y jugamos al fútbol»- Samson no se había encontrado con este tipo de discriminación. Sólo ha planteado una denuncia administrativa porque con tres meses que le quedan de estancia no ve posible meterse en otro tipo de querella.

Un portavoz del local denunciado aseguró ayer a este periódico que reclamar la identificación a los que quieren entrar al local es una práctica habitual, en especial con los que puedan ser menores o con los que presenten signos de embriaguez.

En el caso de Samson y sus amigos, los encargados de la sala aseguran que se trataba de «de un grupo bastante grande que venían de tomar algo en la calle y los porteros se habían fijado en que estaban haciendo "botellón"». Según este relato, el motivo por el que Samson no pudo acceder fueron los insultos que su amiga dirigió al encargado.

Samson afirma que en sus manos sólo llevaba el paraguas y niega que estuvieran bebiendo alcohol en la calle. Sus amigos ya han montado un grupo de apoyo en facebook: «stop racismo Oviedo».