El Campoamor se echa en brazos de La Dolores, en el Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo

Ovaciones para el drama maño de Bretón, con una Mónica Conesa inmensa

Chus Neira

Chus Neira

Si vas mañana al Campoamor, no hará falta que preguntes por Monica Conesa, porque la soprano estará encabezando la segunda función del nuevo título del Festival de Teatro Lírico de Oviedo y su fama tras el estreno, ayer, hará que esté en boca de todos. Valga la paráfrasis de la letra de la archiconocida copla que vertebra el drama de Tomás Bretón, para señalar que esta producción del teatro de la Zarzuela se estrenó ayer en Oviedo con una ovación muy significativa para la soprano cubano-americana, especialmente brillante en su tándem con Àngel Òdena, el villano de este lance de honor con burlador y "femme fatale" en versión maña.

Vista general del teatro, ayer, antes del inicio de la función. | Luisma Murias

Vista general del teatro, ayer, antes del inicio de la función. | Luisma Murias / Chus Neira

El público del Campoamor llenó el teatro y estuvo especialmente contento con las recreaciones de la fiesta mañana en esta ópera a la española más que zarzuela, con gran formato musical y juego escénico también de elenco numeroso. Gustó la cantante, especialmente conmovedora el tercer acto, gustaron las jotas, los bailarines y gustó también una escenografía sencilla pero juguetona, que encontró en los cabezudos (el rico, el torero, el mozo y el lobo) un juego de significaciones para ilustrar el pentágono amoroso entre Patricio (Gerado Bullón), el militar (David Menéndez), Lázaro (encarnado por un celebradísimo Jorge de León) y Melchor, el macho"cruel y violento" al que dio vida con una presencia escénica y una voz sobresaliente Àngel Òdena. Unos brochazos de pintura roja muestran desde el principio el drama, y los juegos de dos acróbatas, que volverán en el tercer acto, redondean la idea de mujer, perdición y venganza que sobrevuela durante toda la obra.

Después, a lo largo del primer acto, el folklore aragonés resultó uno de los cuadros preferidos por los espectadores, con un cuerpo de baile muy lucido en la jota (mención especial para Miguel Ángel Berna) y una música grande y bien equilibrada entre la Oviedo Filarmonía dirigida por Óliver Díaz y una banda "Ciudad de Oviedo" con David Colado al frente.

El coro infantil de Divertimento y las voces restantes, con mención especial para los asturianos Juan Noval-Moro y María Heres en el papel de Gaspara completaron un espectro musical muy rico en matices y con mucha variedad.

El espacio escénico está resuelto en esta producción con sencillez clásica, un ámbito superior, otro inferior, algunas escaleras y galerías y pequeñas licencias para suspender elementos y aligerar el punto central del drama.

Brava Conesa

Todo funciona bien en el título, que en este montaje ovetense guarda, quizá, como su mejor baza a la soprano Monica Conesa. Su presencia y su peso va ganando cuerpo a medida que avanza la obra, y aunque en los primeros dúos con Òdena ya apuntó toda la potencia y las cualidades que la acompañan, fue en el tercer acto, en la catarsis final del drama y la resolución del lance de honor cuando arrancó los "¡brava!" y emocionó al público, sin importarles que su dicción americana hiciera imposible en algunos momentos pensar en "La Dolores" maña del imaginario colectivo.

Òdena, al revés, se comió el escenario desde su primera aparición y mantuvo ese peso escénico durante toda la obra, por más que su antagonista, Jorge de León en el papel de Lázaro fue progresivamente creciéndose a su lado.

Más complejo en lo musical que otros títulos del género patrio, "La Dolores" resuelve en su último acto, con maestría en lo musical y un apropiado cierre en pleno clímax, un drama que condensa mucho de la esencia ibérica, en los conflictos latentes detrás de la trama y en las notas con las que juega Tomás Bretón para dar seriedad, empaque y fuerza a la obra. La producción, estrenada el año pasado en Madrid, cumple el objetivo de celebrar, valorar en su justa medida y servir al público lo mejor de la obra del compositor salmantino, del que este mismo año se cumple el centenario de su fallecimiento.

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