Entrevista | María Espada Soprano, solista en el concierto dedicado a Francés de Iribarren en el ciclo «Primavera Barroca»

"Cada vez hay más musicólogos que se dedican a la investigación"

"Un programa de obras recuperadas multiplica el trabajo: no hay referencias y requiere un trabajo ímprobo y agotador"

La soprano extremeña María Espada.

La soprano extremeña María Espada. / Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

María Espada (Mérida, Badajoz; 1969) regresa a Oviedo en una nueva entrega del ciclo «Primavera barroca», organizado por la Fundación Municipal de Cultura en colaboración con el Centro Nacional de Difusión Musical. Viene preparada para descubrir al público la obra del navarro Juan Francés de Iribarren, maestro de capilla de la Catedral de Málaga desde 1733 hasta su fallecimiento, en 1767. María Espada, junto con la agrupación de cámara «Concerto 1700» y su director Manuel Pinteño, volverá a extraer la música de las partituras de Francés de Iribarren silenciadas por el olvido durante más de dos siglos en los archivos malacitanos durante un concierto en el Auditorio Príncipe Felipe, el 3 de mayo a las 20.00 horas. Además de «Fogosa inteligencia», compuesta por Francés de Iribarren, sonarán algunas obras de José de Torres y José de Nebra, de Vivaldi y de Corelli, que darán contexto a la música del maestro.

–En esta «Primavera barroca» interpretará música que lleva siglos sin escucharse y de la que no tiene referencia alguna.

–La figura en la que se basa el programa de este concierto es la de Juan Francés de Iribarren. Fue organista y maestro de capilla en Salamanca y luego en Málaga, y componía música para cada festividad religiosa. Para este concierto se han recuperado obras sacras, cuatro piezas en total, acompañadas por dos violines, violonchelo, oboe, cuerda pulsada, órgano y clave.

–Se estima que en el archivo musical de la Catedral de Málaga, que él mismo creó, se guardan cerca de un millar de composiciones de Francés de Iribarren y que la mayoría está por redescubrir.

–Fue un compositor muy prolífico, autor de más de 900 obras. Yo ya grabé hace unos años un disco con obras suyas. Es música de la que no tenemos referencias, no hay grabaciones y el trabajo se multiplica. Primero te llegan los facsímiles, pero no se ven bien, y es complicado hacerte una idea y estar seguro de lo que está escrito. Daniel Pinteño me mando ese material y el trabajo de Antonio del Pino, el musicólogo que está trasladando los documentos que se guardan en el archivo de Málaga a partituras. En este tipo de trabajo no tienes manera de saber si esa música te va a ir bien o no, no sabes si es difícil o no. Requiere un trabajo ímprobo y agotador.

–También emocionante.

–Sí. Todos los años recupero algunas obras y es muy emocionante sacar a la luz repertorio que vale la pena.

–¿Se está haciendo últimamente más arqueología musical, más labor de recuperación?

–Cada vez hay más musicólogos que se dedican a la investigación, los directores de las agrupaciones musicales quieren hacer recuperaciones y las instituciones piden que se programen obras recuperadas y lo apoyan. Yo siempre he estado implicada en la recuperación musical, hace ya diez años que grabé obras de Francés de Iribarren, pero sí, ahora se hace más.

–¿Hay público para ese repertorio?

–El público responde muy, muy bien, y hay gente muy fiel. Antes de Oviedo, haremos este programa en León y luego lo llevaremos a Madrid, y eso es porque la gente tiene el interés de descubrir esas obras que hace tanto que nadie escucha. El público va a estos conciertos con los oídos abiertos, sin prejuicios, limpia y sin posibilidad de comparar. De todos modos, que un programa de recuperación se haga tres veces es un regalo, lo más común es que se haga una y nunca mas. Es para alegrarse, porque con el tiempo y los ensayos las obras maduran.

–¿Qué puede adelantar de la música de Francés de Iribarren que se escuchará en Oviedo?

–Son textos sacros, aunque la música sacra española no es tan solemne como la de otros países. Él estuvo en Madrid, donde había muchos italianos, y eso le influenció. Hace poco he grabado un disco con música de Corelli, que estuvo en Madrid por aquella época. El compositor y organista José de Torres también le dio consejo. La música española tiene cosas muy particulares, figuraciones rítmicas y saltos característicos. Las composiciones de Iribarren tienen mucha calidad. La suya es buena música, con su toque español.

–¿Ha cambiado algo en el circuito de la música de cámara tras el parón de los años de pandemia?

–Para mí todo ha vuelto a la normalidad. En Oviedo fue donde di mi último concierto antes de encerrarme, en 2020; aquel año, después de cuatro meses sin hacer absolutamente nada, vinieron meses de dudas, de incertidumbre, y ahora mi ritmo es normal. Tal vez habrá gente que se haya quedado por el camino, gente que no tuviera una carrera consolidada por aquel entonces.

–Y el público, ¿tiene ganas de recuperar el tiempo perdido?

–La gente está deseando salir, tiene ganas de vivir la vida porque no sabe que puede pasar mañana. Lo mismo sucede con los viajes, hay más reservas que nunca. Estos años de pandemia han sido un aprendizaje. Con el cese de los conciertos hubo gente que lo paso muy mal, porque necesita la música; los músicos podemos tocar en casa, pero los aficionados necesitan asistir a los conciertos.

–Ha actuado varias veces en Oviedo y viaja por todo el mundo, ¿qué opina del ambiente musical de la ciudad en comparación con otros lugares?

–Tener una programación de ópera, de zarzuela, la OSPA, la Oviedo Filarmonía, y que haya público... Yo vengo de Extremadura, aunque ahora no vivo allí, y no hay color. Si tenemos que comparar Oviedo, hay otras ciudades, como La Coruña, con mucho movimiento, pero no es lo habitual. 

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