Purita de la Riva, puro oro musical, recibe la medalla de la Sociedad Filarmónica

La pianista reconoció que no existían palabras para expresar la emoción y gratitud que sentía "en la ciudad con más música y arte de toda España"

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Llovía fuera del Filarmónica y llovía en los ojos de Purita de la Riva. La pianista ovetense recibió ayer la Medalla de Oro de la Sociedad Filarmónica en un ambiente de intensa emoción ante un numeroso público que acudía con ganas de honrar a una figura clave en la historia cultural de la ciudad y, también, de asistir a una breve muestra de su energía indesmayable al interpretar dos piezas de Saturnino del Fresno. Preámbulo para el concierto didáctico que luego protagonizarían Sylvia Torán y Ramón Grau impartiendo lecciones de música y vida gracias a Beethoven. ¿Sabían que el genial compositor tenía una abuela valenciana?

Pues no, pero lo que sí sabía todo el mundo es que la mujer de 90 inviernos que recibía ayer los halagos, las flores y la Medalla ha dedicado su larga existencia a la interpretación y a la docencia.

Como explicó el periodista Javier Neira al glosar la figura de Purita de la Riva, no es casual que se desarrollara una carrera como la suya en una ciudad como Oviedo, "la primera ciudad musical de España". "Purita es una de nuestras musas", señaló. El concejal de Cultura, David Álvarez destacó que la pianista pudo ser lo que se propusiera, "pero decidió dedicarse a Oviedo" volcando su talento tanto en los concierto como en las clases del Conservatorio, con "una entrega absoluta a la vida cultural de su ciudad".

Público asistente al homenaje. | David Cabo

Público asistente al homenaje. | David Cabo / Tino Pertierra

Con la medalla de oro ya prendida cerca de su corazón, Purita de la Riva reconoció que no existían palabras para expresar la emoción y gratitud que sentía hacia la Sociedad Filarmónica, "famosa en el mundo entero", y a Oviedo. Repasó la fértil historia de la institución, que acogió "a los más grandes artistas del mundo" y calificó de "gran regalo" su creación. Reclamó luego "el mismo entusiasmo" que había en los orígenes, hay que llenar el teatro como entonces, y que nadie se quite de ser socio", y recordó a aquella niña llamada Purita ante 1.123 butacas, en algunas de las cuales estaba ayer "arropándome, mi querida familia", sin olvidar a "mis padres y hermanos que me ayudan desde el cielo".

"A mis 90 es una gran alegría", proclamó antes de dar "gracias a Dios" y destacar a Oviedo como "la ciudad con más música y arte de toda España". Después, se sentó al piano y el Filarmónica entró en el túnel del tiempo para escuchar a aquella niña que se subía por primera vez al escenario para asombrar al público con un despliegue de arrolladora sensibilidad. Pura magia, la magia de Purita.

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Jonathan Mallada Sylvia Torán y Ramón Grau unieron sus múltiples aptitudes para desarrollar, durante algo más de una hora, un concierto para piano a cuatro manos formado por las "Sinfonías número 2 y número 6" de Beethoven. A pesar del arduo programa (nada sencillo reducir a cuatro manos el monumental trabajo de una orquesta), los dos intérpretes lucieron una solidez notable, con especial cuidado en la sonoridad y en las articulaciones. De menos a más en la "Segunda sinfonía", durante el último movimiento el dúo exhibió compenetración y delicadeza excelentes. Tras el intermedio, donde numerosos amigos y admiradores iniciaron una interminable peregrinación hacia la butaca de Purita, llegó el momento de la "Pastoral". El tándem hizo una lectura inteligente de la partitura de Beethoven, recreando con brillantez los pasajes más líricos con la impetuosidad característica del Romanticismo alemán.

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