El concejo, parroquia a parroquia

Veguín, donde Tino Casal iba a la modista con sus ideas de revolución

La localidad natal del "Bowie español" perdió casi tres mil habitantes desde mediados del siglo pasado, cuando la industria funcionaba a pleno rendimiento y la población aún no se había ido a las Cuencas o a Oviedo

Pasear con Carlos González Pérez por las calles de Tudela Veguín implica pararse cada diez metros a saludar a un vecino y a echar una parrafada. Todo el mundo conoce a Carlos el químico, el hijo de Piedad la modista y de Manolo, que en su día fue Guardia Civil y acabó jubilándose en la cementera de la localidad después de haber pasado por Hidrocarburos Hasa y por la cantera de Alonso Cueto Arbesú, "El Chingao". Carlos González es un apasionado de su pueblo y de su historia, la lleva en la cabeza y también en el bolsillo, resumida en unos folios con apuntes para que no se lo olvide nada de todo lo que quiere contar. Conoce al dedillo el pasado industrial y hullero de Tudela Veguín, ahonda en el presente fabril que aún resiste gracias principalmente a la fábrica de cemento y desarrolla con detalle los motivos que llevaron al "declive" de una parroquia en la que en los "años buenos" llegaron a vivir más de 3.500 personas. Hoy en día quedan poco más de 600. "La gente se fue en su día a vivir a Langreo o a Oviedo y no ha vuelto", asegura.

Tudela Veguín es ahora muy diferente a aquella parroquia que vio nacer al químico. Carlos González vino al mundo en el año 1947 en el cuartel de la Guardia Civil, donde vivía con su familia cuando su padre aún formaba parte del cuerpo. No tardaron en mudarse a una casa "cerca del paso a nivel". Allí conoció a un niño de nombre José Celestino que después de años pasaría a convertirse en el gran Tino Casal, un icono de la música que llegó a ser apodado el David Bowie español. En su momento llegó a decirse incluso que la leyenda del rock británica había asistido a su funeral pero quienes estuvieron allí aseguran que aquello sólo forma parte de la leyenda del artista que perdió la vida en un accidente de tráfico. "Yo lo conocí cuando tenía siete u ocho años. Iba a mi casa con Frasi, que era su madre, a que la mía le hiciese los vestidos", explica Carlos González. "Él vivía en el Requexón, lo que más recuerdo es que de pequeño dibujaba muy bien. Después conocí más a sus hermanas, Conchitina y Maritina, que también cantaba de lujo", dice. "Lo que está muy claro, te guste más o menos su música, es que de entre todo el humo de las industrias de Veguín salió una auténtica estrella", añade.

Pueden morir los hombres, pero jamás lo hacen los mitos. Por eso, entre otras muchas cosas, el autor de "Eloise" o "Pánico en el edén" tiene una calle en Tudela Veguín, una placa en la casa en la que vivía y un enorme mural con su rostro elaborado por el artista gijonés Javier Robledo, más conocido como Xav, en la barriada minera de nuestra señora de La Armatilla, bautizada por los vecinos como el "barrio de Corea" y uno de los símbolos del pasado minero. "Aquí llegaron a funcionar varias minas, dos canteras, una tejera, Hidrocarburos Hasa, la Fábrica de Cemento y otras muchas industrias con peso. No puedo olvidarme, por ejemplo, de Talleres Vallina, donde mucha gente del pueblo aprendió mecánica. Puede decirse que por entonces había el cien por cien de empleo", resume el químico.

Carlos González empezó al colegio con una maestra que se llamaba Amorina, "enfrente de la farmacia", y después pasó a las Escuelas Nacionales, que aún siguen en el pueblo. Más tarde estudió en la Academia Mercantil, tanto en la escuela de La Felguera como en la de Veguín, y cursó la carrera de Química en Oviedo, lo que le sirvió para dedicar su vida a la enseñanza en la Academia Llana de la capital asturiana. Pero antes de eso vivió el "esplendor" de Tudela Veguín. "Cuando yo era un chaval aquí había 30 bares y ahora sólo hay dos. Había tres cines –el España, el Cinema y el Price– y funcionaba a pleno rendimiento la pista de baile Ortea. También había tres peluquerías: la de Pichi, la de Valentín y la de Rafa", dice. El químico echa la vista atrás y recuerda el colegio de los salesianos, abierto por la familia Masaveu para los hijos de los obreros de la cementera, los partidos de fútbol que jugaba con sus amigos en el "prau de los andaluces" o las escapadas que hacían en verano para luchar contra el calor. "Íbamos a bañarnos a La Molinera, al Reculayu, al Molín de Tudela e incluso hasta Limanes. Es más, a veces llegamos a ir hasta El Condao (Laviana). Como El Carbonero era muy caro íbamos hasta El Entrego en la Renfe, de El Entrego a Laviana en el Ferrocarril de Langreo y después cogíamos ‘La Campurra’, un tren de transporte de mercancías de Duro Felguera. Era una odisea", afirma.

Además de la historia del pueblo, el químico también conoce a sus gentes. No se olvida, por ejemplo, de Manolo el Criollu y de su mujer, Fina la gallega, los creadores de una bebida que triunfó cuando él era joven. "Montaron una fábrica de gaseosas y sifones e hicieron esa bebida. No tenía alcohol, pero era parecida a la Cocacola y todos pedíamos una pinta de Butano en los bares porque era más barata", asegura. Carlos se acuerda también de personajes ilustres como "Norino", "Remache" o "Quico el zapateru", que "tenía una estufa en su negocio y a su alrededor se montaban tertulias de camioneros y gente del pueblo". Tampoco olvida a "gente que hizo mucho por Tudela Veguín", como Paulino García Fernández o Manuel Novo, presidente de la asociación de vecinos durante muchos años.

Antes de terminar la conversación, Carlos González aprovecha para sacar uno de esos folios que llevaba en el bolsillo con una lista de reivindicaciones. "Para que no sigan marchando vecinos de aquí necesitamos que nos terminen las obras del centro social, que nos abran la biblioteca más de un día a la semana, que arreglen la carretera que va desde Veguín a Olloniego, que se restauren las viviendas sociales y que nos limpien los polígonos y la estación de Renfe, entre otras cosas". Ahí queda.

El 80 por ciento de la población de la parroquia vive en Tudela Veguín

La parroquia lleva oficialmente el nombre de Veguín desde el año 2019, anteriormente era la parroquia de Box. Según los últimos registros de la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), que se corresponden con el año 2022, en sus 6,48 kilómetros cuadrados de extensión conviven un total de 627 personas, una cifra que ha caído en picado con respecto a los años sesenta del siglo pasado, cuando había en la parroquia alrededor de 3.500 habitantes. La mayor parte de ese censo, se localiza en Tudela Veguín, donde actualmente residen 503 vecinos. Dicha localidad dista 8,2 kilómetros de Oviedo, la capital del municipio y de la región. El núcleo de Tudela Veguín nació principalmente gracias a la construcción de la Fábrica de Cementos de Portland Veguín en el año 1898. El emplazamiento de la factoría, que aún sigue en funcionamiento, se eligió en función de la cercanía de los yacimientos de caliza y hulla de la cuenca del Nalón y la existencia del ferrocarril del Norte.

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