Alcapone y Píkaro, todavía en la brecha: un reencuentro antroxero en La Salvaje

Los DJ Eduardo Palacios y Antonio Fernández celebran trayectoria y reencuentro antroxero con una sesión, hoy, en La Salvaje

Antonio Fernández y Eduardo Palacios. | Miki López

Antonio Fernández y Eduardo Palacios. | Miki López / Ch. N.

Ch. N.

El viaje musical y vital de Eduardo Palacios (Oviedo, 1970) y Antonio Fernández (Oviedo, 1975) parece una partitura escrita de antemano en la que, inevitablemente, dos melodías acabarían sonando juntas o, al menos, muy cerca. DJs ovetenses de largo recorrido y con una trayectoria no tan parecida, acabaron coincidiendo en los primeros años del nuevo siglo y ahora, más de dos décadas después se han vuelto a reencontrar en Oviedo y lo celebrarán poniendo música.

A esa primera sesión, este sábado de Antroxu en La Salvaje, seguirán otras (repetirán local el día 30 y estarán el 15 de marzo en Gijón, en el Tizón) y en todas ellas podrán "celebrar trayectoria, pasión por la música" y la certeza de que tantos años después "siguen en la brecha".

Eduardo Palacios empezó antes, al frente del añorado Chanel, un templo del rock donde se alimentaba de música de los sesenta, raíz negra y primer garage hasta llegar al punk. Para Antonio Fernández las cosas empezaron un poco más tarde. Centrado en la explosión del indie de los 90 en una ciudad que no miraba tanto a los nuevos sonidos como Gijón, el programa "La última esperanza" que puso en marcha, con otros cuatro amigos en Radio QK, era una especie de oasis. El año 1995, cuenta, fue un punto de inflexión después de haber viajado al primer festival de Benicassim. Dos años más tarde, en 1997, fecha su debut en los platos, durante un San Mateo y en el pub Xalabam.

Eduardo Palacios y Antonio Fernández se conocían, pero no establecieron vínculos hasta que el primero cogió el local de lo que había sido el Monster en la plaza del Sol. En ese Flamin coincidieron y Toni empezó a pinchar. Uno y otro fueron coincidiendo en gustos e intereses, encontrándose en lugares de común confluencia entre lo de las décadas pasadas y las que estaban por venir tan poderosos como "La Velvet", Lou Reed...

Eso hoy queda un poco atrás. Eduardo Palacios emigró a Menorca donde empezó a pinchar con otros tiempos (no por la noche) y otras inclinaciones (tropicalismo). Allí también puso en marcha asociaciones culturales como las que lideró en Oviedo. Pero ahora, disfrutando de unos meses de estancia en su ciudad natal, decidieron volver a ponerse a pinchar juntos. Dos clásicos que han acabado con gustos comunes como el "no-wave". Rock para la pista de baile, el "hay que pasalo bien". Bailar pero con un gusto y una clase que se va perdiendo. Antonio lo tiene claro y todavía recuerda pinchadas clásicas como aquella noche en que bajaba las escaleras de Lata de Zinc y empezó a escuchar "Another Star", de Stevie Wonder. Eduardo Palacios estaba a los platos. Quién si no. Hoy, lo mismo.

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