Con vistas al Naranco

Jubilación en el archivo

Elogio de Ana Herrero, la guardiana extraordinaria de fondos históricos

Antonio Masip

Antonio Masip

De alta médica tras un par de inocuas pasadas por el taller, me entero con pena de la jubilación en el Archivo Municipal de doña Ana Herrero. Insisto en la tristeza íntima de la noticia, pues fui ávido y feliz usuario habitual de un servicio fabuloso al que se accedía por liviana escalinata propia de una novela de Conan Doyle. Ana sucedía a otra carismática archivera, Palmita Villa, a la que me introdujeron los sabios Juan Uría y Emilio Marcos, que, sin conocer a Ana, llegué a pensar que era insuperable. El Alcalde Riera Posada tuvo la amabilidad de invitarme como Consejero de Cultura a la despedida de Palmita, toda una institución, a la que luego puse calle de la ciudad. Su obra de hormiguita documental está recogida en cuatro tomazos, uno de los cuales prologué, que ensalzaron, entre otros, Manuel Tuñón de Lara, director de uno de mis primeros trabajos, y Antonio Domínguez Ortiz.

El también historiador Julio Valdeón, que patrocinó la tesis sobre el Oviedo Medieval, de Margarita Cuartas, sostuvo que el Archivo de Oviedo era el mejor cuidado de los municipales de España. De ese cuidado me hablaba Manolo (F) Avello que había visto deshumedecer los documentos aprovechando días soleados en el cercano Fontán, donde hubo de instalarse el Archivo tras incivil guerra.

Ana fue no solo una extraordinaria sucesora de Palmita sino que con callada tarea dio giro aperturista al Archivo del que me siento beneficiario y deudor en mi tiempo de Alcalde y aún después como ciudadano de un Oviedo tan historiado porque contó con guardiana extraordinaria de sus fondos. Lejos, muy lejos, quedó la provocadora actitud de antiguo edil, cuyo nombre olvidé, que tiraba libros y documentos por una de las ventanas que daban a la calle Peso.

Supongo que la frágil escalinata estará reforzada. Me hubiera gustado donarla a Conan Doyle para su Baker St. o al Macondo de Gabo pues arcaicas semejanzas unen a los grandes creadores con la maravillosa cueva que deja la sobria y excelente Ana Herrero.

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