Con vistas al Naranco

Álvaro Cuesta

Antonio Masip

Antonio Masip

Como estoy experimentado hasta límites quizá desviados y excesivos, aprendí a negociar del maestro Pérez Rubalcaba, de grata memoria. Sabino Fernández Campo, del que conservo igual imperecedero recuerdo, y mi cliente la azulejera Porcelanosa me enseñaron no poco también. Sabino dedicó brillante ingreso en la Academia de Ciencias Morales a Maquiavelo.

Al oír la última propuesta del bloque de magistrados ultraconservadores al Constitucional, que coincidía en el tiempo con el saludo regio navideño y el hartazgo ciudadano, pronostiqué contra los medios que el asunto encasquillado se desbloquearía. Venía pintiparado para aplicarse la Teoría del Tempo del general prusiano Clausewitz. Intuyo que la solución ha tenido protagonista anónimo al que bien conozco: Álvaro Cuesta,

Álvaro, como Avelino Martínez, Leopoldo Tolivar, Jorge Bustillo, Paloma Sainz... pudo, y debió, ser Alcalde de Oviedo resultando extraño a muchos que se le hiciera miembro del Consejo del Poder Judicial, órgano del que fueron integrantes los buenos hijos adoptivos de Asturias Ignacio de Otto y Agustín Azparren Jr., y al que debieron acceder Bernal Valls, Eduardo Serrano y Luces Gil, pero que no parecía, en principio, perfil de este gran naviego / ovetense. Sin embargo, tengo para mí todas las confidencias que me hizo Rubalcaba, entre ellas el gran valor de Cuesta para casos límite, me seguía rondando el magín de los mejores augurios. Ha tenido que pasar un mandato lamentablemente caducado para mostrar que Cuesta estaba en sitio adecuado en el momento de grandísimo servicio al país y a la Democracia. Nadie le dará las gracias, ni corresponde, pero a mí sí me parece.

Suscríbete para seguir leyendo