Opinión | Crítica / Música

Cupeiro regala en Oviedo toda su maestría

El espectáculo "Mythos" de Abraham Cupeiro trae al mundo de lo tangible instrumentos que para muchos son totalmente desconocidos o solo habitan en la iconografía de épocas pasadas. El carnyx, el aulós, el cornu de Pompeya, la caracola, varias flautas, algunas cornamusas… y así hasta una veintena de instrumentos de viento de tradiciones tan diversas como la griega, la irlandesa, la armenia o la india sonaron en el jueves en el Campoamor en un concierto absolutamente único.

Con este recital llegaba a Asturias por primera vez el último proyecto de Cupeiro, grabado en los estudios de Abbey Road con la Royal Philarmonic Orchestra. En este caso, la música compuesta por el músico gallego fue interpretada por la Oviedo Filarmonía bajo la batuta de Fernando Briones. La velada estuvo articulada por la narración del intérprete, quien, a través de las historias de Marsias, Scherezade o la lejana Atlántis esbozaba el paisaje que haría sonar en cada una de las piezas.

A todos estos ingredientes se sumaba la extraordinaria calidad técnica de Cupeiro. El músico interpretó instrumentos que exigen técnicas diferentes sin aparente dificultad, llegando a cambiar en pocos segundos entre ellos, mostrando un dominio absoluto sobre todos ellos. Tarea nada fácil, sobre todo si se tiene en cuenta la casi hora y media que duró el recital. Los esfuerzos fueron aplaudidos con un entusiasmo enorme por parte de un público que se levantó entero hasta arrancar un par de bises.

Puede que la mayor conclusión de lo que supone "Mythos" la diera el propio Cupeiro cuando explicó su querencia por estos instrumentos que parecen remotos. Afirmaba que la gente antiguamente, lejos de ser burda y tosca como a veces pensamos, tenía gran pericia y sensibilidad. Y, sin duda, él consigue demostrarlo.

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