Opinión

Orestes, la perseverancia y la amistad

Nos ha dejado Orestes Martínez Gayol, a los 96 años, tras una vida intensa y compartida con su familia y sus amigos. Orestes deja una huella enorme en las vidas de todos los que compartimos con él alguna de sus múltiples facetas laborales y sociales, ya fuese la de carácter profesional en el Instituto Nacional del Carbón, la de montañero en el Grupo Vetusta, la de fotógrafo en el Ágora Foto Cine Club o, aquella a la que me referiré particularmente, la de activista en Amnistía Internacional.

El compromiso cívico de Orestes le llevó a participar intensamente durante más de cuarenta años en las iniciativas y campañas de Amnistía Internacional, contribuyendo decisivamente a su implantación en Asturias. Lo hizo junto a una generación imborrable de activistas en tiempos difíciles (José Antonio e Inmaculada Corrales, Isabel González, Javier Conde, María Teresa Fernández Argüelles de Camarero, Marcelino Arbesú, Antonio Masip, Antonio Beristain, Emilia Fernández, entre otros) que, conscientes de la necesidad de preservar la dignidad humana y poner freno a los abusos del poder, fueron colaborando desde los años 70 con el movimiento creado por el abogado inglés Peter Benenson, desarrollando un trabajo de base que cristalizó en 1981 con la puesta en marcha del Grupo de Oviedo de Amnistía Internacional y su consolidación posterior en aquella década.

Lo hicieron con el objetivo expresado en el llamamiento inicial que dio lugar a Amnistía Internacional: trabajar imparcialmente por la liberación de todos los presos de conciencia en el mundo, es decir, aquellas personas encarceladas por sus convicciones, color, sexo, origen étnico, idioma o religión, que son perseguidos por esta circunstancia y que no han recurrido a la violencia ni abogado por ella. El amor a la libertad, el combate frente a los horrores del poder (que, como en el verso de Viglietti, "son tantos, tantos y tantos"), están en el germen de esta organización, que, por desgracia, sigue siendo tan necesaria.

Como en todas las tareas perdurables, y como Orestes siempre nos demostró, los logros son fruto de un trabajo colectivo, de la voluntad de provocar cambios y de la perseverancia. Dicho en el lema cinegético que Orestes estilaba, "porfía mata venado, que no montero cansado". Nada se consigue, en suma, sin la constancia, divisa que define la vida de Orestes. Y, en efecto, todo este tiempo de trabajo voluntario tuvo su prolongación durante muchos años, colaborando con equipos y personas que han entregado su tiempo y esfuerzo a la causa de los derechos humanos; viendo cómo Amnistía Internacional crecía hasta convertirse en una organización de más de diez millones de socios en los cinco continentes, presente en 150 países, con oficinas nacionales y regionales, equipos de investigación y capacidad de movilización en la opinión pública y la sociedad civil global.

Hoy, Amnistía Internacional trabaja sobre el conjunto de los derechos recogidos en la Declaración Universal suscrita en 1948, desarrolla campañas globales para defender las libertades, proteger y ampliar el espacio de la sociedad civil, propugnar la igualdad, combatir el racismo y la discriminación y denunciar las violaciones graves de derechos humanos en un mundo convulso. En Asturias, de aquel grupo primigenio de fundadores y colaboradores que se presentaba a la sociedad asturiana con el artículo de Orestes "¿Qué es la Internacional de la Amnistía?" (LA NUEVA ESPAÑA, 29 de mayo de 1981), se ha pasado a una organización que va camino de los 2.500 socios, con presencia estable en las tres ciudades más pobladas y actividad continua en toda la comunidad autónoma. Nada hubiera sido posible sin el impulso de referentes como Orestes, no sólo en los orígenes sino hasta las últimas semanas, donde todavía participaba en reuniones para saludar y confortarnos con su apoyo y ejemplo.

Con Orestes se va una forma de ejercer la ciudadanía activa que nutre y enriquece a la sociedad civil y que, además, permite, entre la reflexión, la convivencia y la jovialidad (pues Orestes tenía un sentido del humor inteligente y delicioso), cosechar y cultivar la amistad con quienes se comparte el esfuerzo por un futuro mejor para todos. Como nos dijo en el homenaje que le brindamos en 2017 por su trayectoria, "la amistad ha sido mi meta en toda la vida, a ella rindo culto, la he fomentado por donde he pasado". Quienes estuvimos a su lado en algún momento, damos fe de ello y le recordaremos siempre.

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