Oviedo, P. R.

Miguel Rojo Borbolla (Madrid, 1874-Puertas, Cabrales, 1930), miembro de una familia de emigrantes cabraliegos enriquecidos en Madrid y México, es el primer retratista de la vida campesina de un pueblo de Asturias y de sus vecinos. Aficionado tardío a la fotografía -realizó las primeras en 1904-, dejó una colección de cerca de dos mil imágenes en las que aparecen sobre todo vistas de la ciudad de Santander y del pueblo de Puertas, en Cabrales. Dejó documentada, por una parte, la vida burguesa y el desarrollo urbano de la ciudad vecina y, por la otra, la vida rural y los vecinos de su pueblo originario.

El Museo del Pueblo de Asturias, en Gijón, ha recuperado su archivo de negativos. El resultado ha sido un libro, «Miguel Rojo Borbolla. Fotografías de la vida campesina. Puertas de Cabrales 1904-1913», con un documentado estudio de su vida y de su obra realizados por Juaco López Álvarez, director de la institución, y Francisco Crabiffosse Cuesta, estudioso de la fotografía. Paralelamente, exhibirá hasta el próximo mes de mayo una exposición con una selección de imágenes en las que Rojo se revela como «un fotógrafo pleno», en palabras de Crabiffosse. Fotografió el pueblo de Puertas y a sus vecinos a lo largo de su vida, pero fue sobre todo entre mayo de 1912 y febrero de 1913 cuando realizó la serie de mayor calidad e interés.

Miguel Rojo, añade el especialista, «sabe emplear una técnica seriamente estudiada en sus posibilidades y aplicaciones, de una claridad transparente capaz de estructurar una serie compleja sin concesiones a los registros habituales, y que va a conformar un corpus único de la realidad humana y material de un pueblo asturiano en un preciso momento».

Nació y se crió en Madrid, estudió en Oviedo, vivió en Santander, pasó largas temporadas en Noriega, Llanes y Puertas, y viajó mucho por España y Francia. Su visita al París de la Exposición Universal de 1889, que levantó la torre Eiffel, fue una interesante apertura al mundo. Sus padres, ambos de Cabrales, fueron Ramón Rojo Alles, un hombre de ideas republicanas con una activa vida política, y Escolástica Borbolla Fernández. A las gestiones de Ramón Rojo se debe la carretera de Benia a Panes, que atraviesa el concejo de Cabrales, y el trazo y apertura de la de Posada de Llanes a Ortiguero, que comunica este concejo con la costa.

Miguel y su hermana Elvira, con la que vivió buena parte de su vida, se trasladaron en 1895 a Oviedo, ciudad en cuya universidad estudió Derecho. Tuvo como profesores, entre otros, a Fermín Canella, Adolfo Álvarez-Buylla, Félix de Aramburu y Aniceto Sela Sempil. Tanto Juaco López como Crabiffosse están convencidos de que este magisterio tuvo una decisiva importancia en el interés de Rojo por el entorno social y económico de las personas, así como por los usos y costumbres de las clases populares.

Sela y Álvarez-Buylla fueron profesores muy vinculados a la Institución Libre de Enseñanza, introductora del interés por los estudios de antropología y sociología en España. Condiscípulos suyos fueron Ramón Pérez de Ayala y Vicente Velarde.

La primera cámara que tuvo fue una de madera, grande, en la que empleaba negativos de placa de cristal de formato 130x180 milímetros. A partir de 1913 utilizó una más pequeña, plegable y de negativos de celuloide de 85x110 milímetros. La misma con la que se fotografió en su casa de Noriega en 1920, que todavía conservan sus dos hijos, fruto de su matrimonio con Francisca González, con la que vivía en Puertas. En total, se han conservado 1.821 negativos, 339 de placa de cristal y 1.482 de celuloide. La muerte le sorprendió ordenando sus fotos.

Rojo fotografió a los vecinos de Puertas posando delante de sus casas, con sus ropas de diario, camino del campo, con sus herramientas de trabajo y vestidos de fiesta. En muchas de las imágenes aparecen escenas de la vida cotidiana del pueblo: la matanza, el cardado de lana, el lavado de ropa en el río, el cuidado del ganado. Su serie sobre la vida campesina constituye, en opinión de Juaco López, «una rareza en la historia de la fotografía asturiana e incluso en la española, pero su iniciativa tiene mucho que ver con el espíritu de aquellos regeneracionistas que a finales del XIX comenzaron a interesarse por las clases populares y por el estudio del folclore y la antropología».