Hace pocos días conocí a Alex. No hemos hablado demasiado porque todas las veces que me lo he encontrado estaba dormido. Álex tiene apenas días y es el orgullo de su madre, Teresa, que se recupera de la cesárea. Existe el mito de que la operación quirúrgica para extraer el feto recibe el nombre de cesárea porque fue practicada a la madre de Julio César.

La cesárea, una práctica común hoy en día, constituía una excepción en la Antigüedad porque causaba la muerte de la madre. Sólo se efectuaba cuando la mujer ya estaba muerta o a punto de hacerlo. Por ello, entre los romanos se consideraba que el sacrificio de la parturienta transmitía fuerza extraordinaria al hijo, con lo cual tenía muchas posibilidades de convertirse en líder militar.

El origen de la palabra está, según los expertos, en el verbo latino «caedere», que significa cortar, hacer una incisión. De hecho, los casos de nacimiento por cesárea en Roma se referían con la expresión «a matre caesus», que significa «cortado de su madre». La ley romana «lex caesarea» regulaba el derecho a extraer el bebé de una mujer moribunda que se hallase en avanzada gestación.

La leyenda se propagó durante la historia. En alemán, la referencia a la cesárea es «Kaiserschnitt», que traducido significa «corte del emperador», seguramente debido a esta leyenda.

Quien sí nació por cesárea fue Escipión el Africano, quien logró doblegar a Aníbal. Algunas fuentes aseguran que un antepasado de Julio César nació también gracias a esta técnica médica tan poco avanzada entonces y quizás de ahí el origen del apellido. La mejor prueba de que la madre de Julio César no padeció cirugía en el parto es que sobrevivió muchos años.

Contemplar tan feliz y sonriente a Teresa me hizo pensar en los enormes avances de la ciencia médica. Y por eso: ¡Ave Alex!