La demora que están sufriendo muchas compañías asturianas que quieren comenzar a fabricar equipos de protección individual (EPI) -mascarillas, guantes, batas...- para recibir la homologación que les permita producir se debe a que en Madrid hay un "cuello de botella" y a que se está dando prioridad a la hora de conceder las licencias a las fábricas que tienen una mayor capacidad. Así lo señaló ayer el consejero de Industria del Principado, Enrique Fernández, que alabó las intenciones de estas compañías aunque aseguró que "debemos garantizar que esos productos, elaborados con todo el cariño y toda la solidaridad, deben de cumplir con las homologaciones y que sean efectivos frente al virus".

A lo que no se refirió el portavoz del Ejecutivo regional fue al hecho de que muchas de estas empresas asturianas han tirado ya la toalla vista la montaña burocrática que tenían que sortear para lograr esos permisos. Defendió Fernández que la homologación es imprescindible. Sin ella, dijo, "estaríamos en un escenario de falsa seguridad". Esas homologaciones dependen además de dos ministerios, el de Sanidad y el de Industria, explicó el Consejero: "Nosotros en Asturias estamos contribuyendo a facilitar al máximo los trámites, pero las dificultades y el cuello de botella están en Madrid. Nos consta, además, ante las consultas que hemos hecho, que se está dando prioridad a las instalaciones que pueden producir a gran escala". También defendió que en "situaciones normales" estas homologaciones suponen "no menos de un año y en este caso solo están llevando semanas, lo cual es un esfuerzo sin parangón".

Por su parte, el secretario general de UGT en Asturias, Javier Fernández Lanero, exigió que se dote a todos los trabajadores de equipos de protección. "Muchas empresas no tienen mascarillas para garantizar la protección, hay muchas compañías que las están fabricando pero no están llegando al mercado por falta de homologaciones", señaló.