Premios "Princesa de Asturias" 2022

Los investigadores asturianos que enseñan a las máquinas a ser listas: "No es malo que la tecnología nos supere"

Bengio, Hinton, LeCun y Hassabis son "referentes" y una "inspiración" para los científicos de la región que trabajan en inteligencia artificial

De derecha a izquierda, los investigadores Irene Díaz, Elías Fernández-Combarro, Beatriz Remeseiro, Enol García, Pablo Pérez Núñez, Luciano Sánchez Ramos y Enrique de la Cal, en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón. | Juan Plaza

De derecha a izquierda, los investigadores Irene Díaz, Elías Fernández-Combarro, Beatriz Remeseiro, Enol García, Pablo Pérez Núñez, Luciano Sánchez Ramos y Enrique de la Cal, en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón. | Juan Plaza

Mónica G. Salas

Mónica G. Salas

El modo retrato de la cámara del móvil, las recomendaciones de búsqueda que nos hace Google, las series que sugiere Netflix, los asistentes de voz como Siri, Cortana o Alexa, los chatbots de atención al cliente, la identificación de la matrícula del coche para entrar y salir del parking, la báscula del supermercado que lee, sin falta de etiquetas, qué fruta es... Todo eso es inteligencia artificial que está presente en nuestro día a día y que debemos a Yoshua Bengio, Geoffrey Hinton, Yann LeCun y Demis Hassabis, los premios "Princesa de Asturias" de Investigación Científica y Técnica de este año. Sus discípulos asturianos, los investigadores de la Universidad de Oviedo que entrenan a las máquinas para que sepan hacer cada vez más cosas, están entusiasmos con el galardón.

"Muchos de los modelos que están funcionando hoy en día en inteligencia artificial son obra de estos cuatro premiados. Para nosotros son un referente y una inspiración. Y conocerlos es lo más, es como si viniera aquí la Champions de la Informática. Sentimos de alguna forma que también nos reconocen a nosotros y que formamos parte de algo más grande", aseguran seis de los más de cuarenta investigadores que componen el área de Ciencia de la Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Oviedo. En Asturias estarán dos de los cuatro padres de la IA: el francés Yann LeCun y el inglés Demis Hassabis. Yoshua Bengio y Geoffrey Hinton, que recibieron junto a LeCun en 2019 el premio Turing, considerado el "nobel de la Informática", no podrán viajar por recomendación médica.

LeCun y Hassabis tienen programado para el miércoles 26, a las 19.30 horas, un encuentro con el público en la Fábrica de Armas de La Vega de Oviedo, que será moderado por Irene Díaz, catedrática de Ciencia de la Computación e Inteligencia Artificial y directora del departamento de Informática. El resto de investigadores de la Universidad no podrán estar tan cerca de los galardonados, pero sí esperan al menos conseguir "un autógrafo".

Más de treinta años de trayectoria.

Aunque es ahora cuando la inteligencia artificial ha tenido mayor visibilidad, los ingenieros informáticos de la institución académica asturiana recuerdan que llevan trabajando en esta disciplina "desde 1991". Más de treinta años. En este tiempo, todo ha evolucionado y hoy "se solucionan problemas que antes parecían irresolubles", dice el catedrático Luciano Sánchez, que es director de la cátedra de empresa de Inteligencia Artificial. Antes, profundiza el profesor Elías Fernández-Combarro, "tenías que programar a mano durante meses", mientras que ahora, con los hardware que hay y la cantidad de fuentes de datos que nos rodean, hasta los alumnos de una clase práctica pueden entrenar una red neuronal artificial para que las máquinas hagan lo que ellos quieran "La parte técnica se hace fácil. Muy diferente es seleccionar la arquitectura que mejor funciona y saber integrarla", apunta Fernández-Combarro.

En la vida cotidiana.

Tanto han evolucionado las cosas que "la inteligencia artificial está en nuestra vida cotidiana y pasa inadvertida", como apunta la profesora titular Beatriz Remeseiro. Irene Díaz pone un ejemplo de esta misma semana, en un supermercado del centro comercial Parque Principado: "Instalaron básculas nuevas en la frutería que ponían en la pantalla: ‘Detectando producto, por favor espere’. A continuación, te sugería varios tipos de plátanos". Esa báscula es inteligente porque científicos como Díaz y sus colegas han estado entrenando a millones de algoritmos. Con esta tecnología, se pueden hacer en la actualidad verdaderas virguerías. Por ejemplo, dice Luciano Sánchez, hoy está en auge la generación de imágenes a partir de un texto. "Y dentro de no mucho –sostiene– el ordenador le sugerirá a un periodista varias entradillas para su noticia y a un médico cuáles son las posibles patologías que tiene su paciente. La inteligencia artificial se acabará integrando en la vidas profesionales de periodistas, médicos, economistas, dibujantes...". Algo de eso ya está pasando. Y como ejemplo los proyectos que están desarrollando los investigadores asturianos.

Robots con oídos para detectar fallos en las fábricas, la recomendación de un restaurante a partir de la foto de un plato de comida...

Elías Fernández-Combarro trabaja en la identificación de patologías médicas a través de una máquina. También trata, junto a otros compañeros, de aplicar la inteligencia artificial a la computación cuántica. Enrique de la Cal Marín, profesor titular del mismo área, está inmerso en una investigación que consiste en detectar anomalías en una fábrica mediante el sonido y con el uso de un robot. Es decir, explica, "el robot recorre las instalaciones y avisa si detecta algo anómalo por el sonido. Además, el robot dialoga con los trabajadores y, a través de su voz, detecta su estado emocional". En esta misma línea, su grupo de investigación trata de incorporar el reconocimiento emocional en el panel del conductor de un coche autónomo para que todo –luces, música y hasta la voz del asistente– se adapte al estado de ánimo de los pasajeros. "Suena a ciencia ficción, pero está pasando", agrega De la Cal.

Hay más. Irene Díaz y su equipo están buscando métodos teóricos que faciliten la identificación de una persona con discapacidad cuando tiene hambre. De esta forma, un robot le daría inmediatamente de comer. Enol García, que es investigador predoctoral, trabaja en la incorporación de robots en las fábricas y en la detección lo antes posible del cáncer de mama. Pablo Pérez Núñez, también científico predoctoral con beca "Severo Ochoa", dedica su tesis a mejorar los sistemas de recomendación, en este caso, de restaurantes. "A través de una foto de comida, el sistema automáticamente te recomienda un restaurante de Gijón", comenta. Este proyecto forma parte de otro mayor que desarrollan Beatriz Remeseiro y sus compañeros de grupo de investigación relacionado con "la explicabilidad de la inteligencia artificial", algo que es "un reto" en estos momentos. "El objetivo es que, si Netflix nos recomienda películas, que nos explique por qué", señala. Remeseiro tiene otros proyectos en marcha, como desarrollar restaurante inteligentes que cobren automáticamente todos los alimentos que llevas en una bandeja.

¿Qué pasará en un futuro?

Toda esta tecnología, resaltan los científicos, tiene "un impacto social y económico" en la sociedad. Y defienden que "no es malo que la tecnología nos supere". "Es la historia de la evolución. No vamos a una reducción de los puestos de trabajo, sino a una transformación", insisten. Ahora bien, existe el riesgo, avisa Elías Fernández-Combarro, de que "los sistemas inteligentes escalen tanto que lleguemos a perder el control de las máquinas". De eso ya hablan muchos libros e incluso películas. Por eso, es importante, según los investigadores, que cuando utilizamos inteligencia artificial "no pulsemos el botón sin más". Hay que conocer muy bien la tecnología. No sirve decir: es que la red neuronal funciona al 98%. Porque puede haber errores, como esa herramienta –que fue noticia– que solo concedía créditos bancarios a personas blancas. De momento, la mayoría de tecnologías de inteligencia artificial son de "apoyo" y, por eso, hay que estar vigilantes.

Más de cuarenta científicos y una Agencia en camino.

El área de Ciencia de Computación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Oviedo es un grupo grande, formado por 45 investigadores, que afronta dos problemas: la falta de inversión y la dificultad para retener talento. "Con la financiación que tenemos somos buenísimos", resume Irene Díaz, que pone como ejemplo la vecina Galicia, en donde hay el doble de convocatorias de ayudas. A eso se suma, apunta Enrique de la Cal, que "es muy difícil" captar a jóvenes "salvo que tengan una vocación académica", como es el caso de Enol García y Pablo Pérez Núñez. La mayoría marcha a la empresa privada, en la que les ofrecen contratos indefinidos y sueldos altos. Pese a ello, el equipo asturiano de inteligencia artificial es potente y cuenta en su entorno con un gran número de empresas que explotan esta tecnología.

Además del premio "Princesa de Asturias", un impulso a esta rama del conocimiento se la daría la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial si se abre en la Universidad Laboral. Se trata del primer organismo de este tipo en la Unión Europea y su objetivo es "minimizar" los riesgos de la inteligencia artificial y "generar un ecosistema de investigación empresarial en torno a ella". "Eso sería ideal para nosotros", aseguran, tras anunciar el Principado que está peleando por traerla a la región.

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