Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional

Discurso de Luis Pizarro, Director ejecutivo de Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Desatendidas

Luis Pizarro

Luis Pizarro

Majestades, altezas reales, distinguidos miembros del jurado, excelentísimos premiados,  ilustrísimas autoridades, damas y caballeros... 

... para ser sincero, en un mundo ideal, no debería estar hoy aquí con ustedes... Y claro,  en un mundo ideal, ningún paciente sería ignorado y DNDi no tendría razón de ser.  

Sin embargo, son millones. Millones de enfermos y enfermas, desatendidos, olvidados,  invisibles, afectados por enfermedades muchas veces mortales para las cuales no existen  medicamentos que puedan curarlos. Son demasiado pobres para que sus enfermedades  interesen en este lado del mundo. 

Como Amasi, una joven sudanesa de 18 años, infectada con micetoma, una enfermedad  que destruye los tejidos y que muchos niños de su aldea contraen al caminar descalzos  sobre espinas infectadas. La amputación suele ser la única solución. Amasi estaba en silla  de ruedas, no respondía bien a los cuidados y hoy… no tenemos más noticias de ella. 

Podría hablarles también de Bimal, un trabajador indio que vive con el VIH y una  enfermedad llamada leishmaniasis. En España la conocemos porque es una enfermedad  de los perros, pero en muchos países afecta a las personas. Bimal ya no puede trabajar  debido a su enfermedad, lo que ha sumido a su familia en la miseria y ha obligado a su  hijo de 14 años a dejar la escuela para encontrar una ocupación y alimentar a sus padres  y hermanos. 

Estos son solo ejemplos entre muchos otros, de enfermedades que cada día matan,  desfiguran y arruinan, no solo a los enfermos, sino también a sus comunidades y seres  queridos. 

Las enfermedades desatendidas afectan, y son cifras de la OMS, a una de cada cinco  personas en nuestro planeta. ¡Son mil seiscientos millones de personas que sufren de  alguna de ellas cada año!

Muchas de ellas aparecen en nuevas regiones, especialmente debido al cambio climático  y a los movimientos de población. En España, por ejemplo, existen hoy pacientes con la  enfermedad de Chagas o casos cada vez más importantes de dengue.  

La enfermedad de Chagas será pronto, una de las principales causas de trasplante cardíaco  en España. Los tratamientos existentes no son satisfactorios y solo 1% de los infectados  los reciben. 

Sin embargo, esta situación inaceptable no es una fatalidad. Hoy tenemos la opción de no  seguir ignorando a estos pacientes. 

¡Es verdad! ¡Miren la pandemia de COVID-19! Esta epidemia nos ha mostrado las  hazañas que la ciencia puede lograr, con un poco de voluntad política: ¡en menos de un  año se inventaron vacunas para una enfermedad que ni siquiera existía años atrás! 

Si nuestros pacientes se ven privados de los avances de la investigación médica es porque  nacieron en el lugar equivocado. 

Son ignorados por la investigación farmacéutica tradicional porque son demasiado pobres  para constituir un mercado lucrativo y son desatendidos por los decidores políticos porque  no tienen voz que se oiga, porque la pobreza los margina en las fronteras de nuestra  sociedad. 

Pero no estoy aquí para darles una lección de moralidad. Vengo, por el contrario, con un  mensaje de esperanza. 

Trabajando estrechamente con socios en todo el mundo y en especial en los países  afectados, nuestra organización ha logrado desarrollar 12 nuevos tratamientos para los  pacientes olvidados. 

No es una exageración decirlo: ¡todos juntos hemos salvado millones de vidas! 

Juntos, estamos demostrando que un modelo de investigación y desarrollo sin fines de  lucro, basado en las necesidades de los pacientes, es posible. 

Por eso quisiera agradecer de todo corazón a la Fundación Princesa de Asturias por este  premio, que representa un gran altavoz para hablarles de este problema. Nos reconforta  saber que los asuntos de salud mundial son cruciales para el Jurado y sus Majestades, que  ya han reconocido con este premio a instituciones como la OMS. De todo corazón,  gracias. 

Permítanme concluir con una linda historia, la historia de Brinol, un niño congoleño de  12 años. En abril pasado, a Brinol le diagnosticaron la enfermedad del sueño. 

Es una enfermedad terrible que, si no es tratada, termina ineludiblemente con la muerte.  Hace 20 años, cuando nació DNDi, el tratamiento disponible implicaba inyecciones de  un medicamento a base de arsénico que eran tan tóxicas que mataban a uno de cada 20 pacientes. 

En DNDi, con todos nuestros socios, desarrollamos una pastilla simple, segura y efectiva.  Brinol la tomó durante 10 días en su hogar. Hoy Brinol está sano, feliz, curado de la  enfermedad y soñando con ser mecánico como su padre. 

Más allá del caso de Brinol, gracias a la introducción de este tratamiento simple, hoy  podemos considerar la posibilidad de eliminar definitivamente la enfermedad del sueño  en todo el planeta.  

He venido a Oviedo, a esta hermosa tierra asturiana, para decirles que hoy, en 2023,  gracias a los avances de la ciencia, al trabajo de nuestros equipos y socios, gracias a la  atención que ustedes nos dan con este premio, podemos, todos juntos, acabar con las  enfermedades desatendidas.  

Gracias a todos.