El Molinón, una partida de ajedrez y la última bala del Sporting: la negociación que marcará el rumbo del proyecto mundialista

El club debe lograr el visto bueno de las administraciones para crear la mercantil o el proyecto encallará

David Guerra y Carlos Llamas, en el Ayuntamiento. | Juan Plaza

David Guerra y Carlos Llamas, en el Ayuntamiento. | Juan Plaza / A. Menéndez

Andrés Menéndez

Andrés Menéndez

La constitución de una sociedad mercantil para sufragar la obra de El Molinón, avanzada en exclusiva por LA NUEVA ESPAÑA, es ya la última bala del Sporting si quiere que el estadio sea una de las sedes del Mundial que se celebrará en España en 2030. El proyecto se encuentra en una situación trascendental y urgente a partes iguales: por tiempos, con el Comité Organizado recalcando a todas las candidatas que se dejen de bocetos y palabras, y que presenten de una vez un protocolo con un proyecto realizable y claro, pero también de energía tras las sucesivas rebajas hechas por el club rojiblanco para atender a las exigencias de las administraciones y mantener la candidatura en la carrera: sea sede o no El Molinón del Mundial, el Grupo Orlegi ha tenido al menos cintura para rectificar un plan inicial que ni había calado en la ciudad ni parecía realizable cuando comenzó a gestarse.

David Guerra, presidente ejecutivo del club, ha entregado gran parte de su tiempo a mantener con vida la candidatura. La situación ha pasado de ser un imposible hasta para el sector más escéptico a generar ciertas dosis de esperanza a los promotores, que aseguraron el pasado miércoles al término de la visita a la sede de la presidencia que "Asturias tiene grandísimas opciones de ser sede del Mundial". Pero hoy por hoy la foto de familia unida que busca con insistencia desde hace tiempo el Sporting para acudir después Las Rozas sigue bastante lejos. Más cerca que hace unas semanas cuando Gijón parecía ya fuera de la carrera si se mantenía con vida ese plan "A".

Después de asumir una rebaja de más de 150 millones en la obra, de mantener la antigüedad y de dar una o varias vueltas a la operación prevista en el entorno, la llave de la candidatura estará en las negociaciones que se desarrollarán estos días entre el club rojiblanco y las administraciones, que tienen la sartén por el mango: sin ellos, no hay proyecto. La batalla ya no se juega desde el despacho del arquitecto Sordo Madaleno, en México, sino que la partida se juega claramente en el campo de las administraciones, que tienen un papel a todas luces decisivo: el reparto del pastel con los porcentajes y del capital son claves.

Una vez clarificado el proyecto, que deberá ser presentado en breve, y apunta a ser distinto al inicial, especialmente en el entorno, lo prioritario es ver si es viable o no, y cómo se explota. La principal preocupación que tienen las administraciones públicas ya no está en temas meramente urbanísticos, que también, sino en la financiación. El grueso de las negociaciones van en este sentido. El Sporting ha planteado a ambas administraciones algunas propuestas para atraer a nuevas empresas del sector privado. Ahora, el club rojiblanco debe alcanzar acuerdos con cada una por separado. Con el gobierno local, para que facilite alguno de los proyectos que el Sporting plantea como negocios y que atraerían a inversores, como la puesta en marcha de eventos en el campo; con el regional para que invierta. Estas semanas serán decisivas.

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