Gloria Grande Mingo (Madrid, 1948) es una apasionada de la gastronomía asturiana. Su padre, el bioquímico colungués Francisco Grande Covián, le inculcó el amor por los productos de su tierra natal. Grande Mingo, que se crió en Minneapolis (EE UU) y es licenciada en Historia del Arte, Historia y Geografía, preside en la actualidad la fundación aragonesa Grande Covián. Esta semana fue galardonada por el Club de Guisanderas del Principado de Asturias. Aboga por la conservación y divulgación de las recetas tradicionales, así como por unos hábitos saludables.

-¿Cómo recibe este reconocimiento?

-Me siento muy honrada. Estoy muy ilusionada, es una primicia para mí. Además, creo que la labor que hacen las guisanderas de divulgación de las recetas tradicionales es muy importante.

-¿Considera que la cocina asturiana atraviesa un momento dulce?

-Yo creo que siempre lo ha atravesado. Se encuentra en un momento fenomenal. El que la conoce sabe que es de las mejores. Emplea productos de primera calidad y, a mi juicio, eso es fundamental.

-¿Qué destacaría de la cocina de guisandera?

-Conozco los libros de cocina del Club de las Guisanderas y he hecho alguna de sus recetas, que me han sabido estupendamente. Destaco su labor de divulgación. Es bueno y útil que la gente valore lo que tiene. Las recetas tradicionales son importantes. La alimentación es fundamental para la salud. Cuanto mejor se viva y mejor se coma, mejor estaremos. En ese sentido, las guisanderas hacen una labor importante.

-Su padre señaló que la gente, en la actualidad, «quiere comer salud».

-Yo creo que la gente es mucho más consciente. Tiene en cuenta lo importante que es comer sano y no excederse. Además, hoy en día, uno no consume tantas calorías como en otras épocas, entonces también somos conscientes de que quizá tampoco hay que comer en demasía.

-«Lo que no engorda es lo que queda en el plato». Es otra de las máximas de Grande Covián.

-Exactamente. Eso es una verdad como un templo. Lo principal es comer de todo: legumbres, fruta, verdura... De todo. La gente que tiene la idea de que sólo se puede comer una cosa está equivocada. Es un error. Evidentemente, se debe comer de todo pero bien preparado.

-Usted residió durante años en Minneapolis, ¿nos distancia tanto la comida de EE UU?

-La manera de comer es distinta. Allí el trabajo es lo fundamental y la gente no tiene tiempo para sentarse tranquilamente a comer. La tradición culinaria es muy distinta. Ahora, en España, esto se está empezando a perder y considero que es una necesidad conservar las recetas tradicionales y la manera de comer.

-¿Es tan importante comer sano como comer con tranquilidad?

-Exactamente, como dicen los italianos, la comida lenta o «slow food». Lo que pasa es que hay muchos factores. Es fácil decirlo, pero no todo el mundo tiene tiempo para preparar una comida excelente.

-¿En que proyectos está embarcada la fundación que usted preside?

-Concede un premio relacionado con la investigación en la alimentación. Esto surgió en el departamento de Bioquímica de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza y sigue la misma línea investigadora.

-¿Cómo ha influido la figura de su padre en su trayectoria?

-Ha sido el mejor ejemplo en todo.

-¿Con qué enseñanza de él se quedaría?

-Yo creo que es la persona más inteligente y bondadosa que he conocido. Es una buena combinación. No era nada maniqueo ni establecía reglas rígidas. Era muy culto, le encantaba la música y el arte. A lo mejor, eso determinó mi interés por la historia del arte. En mi casa se hablaba de todo.

-¿Qué es lo que más le atrae de Asturias?

-Todo, me gusta todo. Además, este año hemos tenido mucha suerte. Ha sido extraordinario, pero también cuando llueve me gusta.

-¿Qué les recomendaría a aquellos que no conozcan la gastronomía asturiana?

-Lo primero de todo, que prueben una buena fabada. En segundo lugar, la merluza. Y en tercer lugar, que prueben también el bonito.