Año nuevo, rito nuevo

Miguel González Pereda

Miguel González Pereda

En una Asturias donde el Paraíso Natural se está convirtiendo en Paraíso Matorral por mor del abandono de la actividad agraria de las aldeas, que se ponga de moda besarse en Navidad y Nochevieja debajo de un ramo de muérdago (en adelante arfueyu), no viene nada mal para algunas economías que se dedican a cortar este parásito de los árboles y venderlo como planta con poderes sobrenaturales (quién se lo iba a decir a nuestros paisanos que veían el arfueyu como la peor de las maldiciones en una pumarada).

Parece que esta cosa del ramo de arfueyu y el beso nos llega, al igual que el Halloween, Papá Noel, la coca cola y las camisetas de cuello redondo, de las películas americanas, propagadoras de una cultura de copia y pega pasada por el photoshop (fototaller) de Hollywood, pero el Halloween ya se celebraba en Europa con otros nombres, el Papá Noel es una figura americana intrusa y comercial en la tradición navideña copiado del San Nicolás europeo, la Cola Coca o nuez de cola es un producto inventado en un pueblo de Valencia antes que la bebida americana y las camisetas de cuello redondo ya las usaban en la edad media los caballeros para evitar los roces de las costuras y de las armaduras. Y por lo que respecta al arfueyu,  ya lo aprovechaban los griegos y otros pueblos antiguos como planta medicinal, muy apreciada por favorecer la fertilidad (quizás su capacidad para reproducirse en las ramas de otros árboles les diera la pista), y lo regalaban a los recién casados. Los romanos en el mes de diciembre, durante los saturnales, ofrecían arfueyu a Saturno, dios de la agricultura para que protegiera las cosechas.

El arfueyu es también la rama dorada de La Eneida, que el oráculo de la Sibila de Cumas le pide a Eneas como regalo a Proserpina, mujer de Plutón, dios de los Infiernos, para que Caronte pueda franquearle la entrada al Averno, y el título elegido por James G. Frazer para titular su extensa y magistral obra “La rama dorada”.

Una planta que no enraíza en el suelo, que cuando todos los árboles caducifolios pierden la hoja, ella sigue verde y da fruto, no es de extrañar que despertara cierta curiosidad digna de ser estudiada. Así  lo hicieron aquellos sacerdotes “todoenuno”: médicos, geógrafos, filósofos, adivinos, astrólogos…,  conocedores y custodios de los conocimientos y evidencias empíricas, y le adjudicaron el poder mágico de ahuyentar el maligno, el don de la fertilidad  y la sanación de muchas enfermedades.

Los druidas, cuyo nombre significa, “hombres-roble” o “conocedores de los árboles y las plantas”, eran los sacerdotes e iniciados que practicaban y preservaban esos conocimientos y la religión del roble, perdida entre griegos y romanos, veneraban al roble como dios de la floresta y la sabiduría, y no estimaban nada tan sagrado como el arfueyu y el roble en el que crecía; arfueyu que con una serie de ritos cortaban con una hoz de oro en el solsticio de invierno para sus usos medicinales y ritos, ceremonias que solamente realizaban en robledales (carbayeres).

Pues bien, en Lugás, el lugar donde se encuentra el santuario,  estuvo rodeado de caxigales (quejigos), y todavía se pueden ver robles rodeando la iglesia, restos de la antigua carbayera. El topónimo Caxide (quejigo), también nos habla de una presencia antigua de estos árboles, y dicen las historias que nos llegan que fue este un antiguo espacio sagrado (cristianizado todavía lo sigue siendo hoy), y de reunión de los Lugones Argenticaenos, los más brillantes de la tribu de los lugones (probablemente un “bosque sagrado” a modo de templo, semejante al Drynemetum donde se reunían en asamblea los gálatas), y a donde acudían los maliayeses “luggonum et asturum”, a celebrar sus ritos y reuniones de gobierno y administración, a honrar a sus ancestros y venerar al dios Lugh, el dios más polifacético y extendido por la Europa precristiana. El topónimo Cermuño, aldea cercana a Lugás, quizás esté también asociado con Cernunnos, dios del bosque y la fertilidad, que todo suma.  

Quizás este sea el milagro que necesita nuestra aldea, grandes plantaciones de roble, con arfueyu claro, que desplacen al eucalipto, laboratorios extractores de la pócima milagrosa y una buena red de comercialización que lo envíe a todo el mundo. El bebedizo milagroso, sería generador de fuerza y energía, como hace en Asterix y Obelix,  imagen publicitaria del brebaje mágico del arfueyu, que limpia todo lo malo y produce solidez y fortaleza, algo así  como Mister Proper y el primo de Zumosol juntos. Sería la panacea de la felicidad y el remedio a cualquier problema de salud. Una gota en el desayuno y el trabajo se convertirá en una actividad placentera, se acabaría el estrés, a las mujeres nunca más les dolerá la cabeza y la felicidad del hogar se verá aumentada con la llegada de un vástago, o en su defecto un perrín. La sociedad sería, en definitiva, mucho más feliz.

Lugás pasaría a ser la “zona cero”, el lugar de peregrinación más importante, el epicentro donde se concentra el núcleo más poderoso de energía arfueyu. Bajo los robles de Lugás, la gente irá a cargarse de vigor y dinamismo, también se efectuarán casamientos, reconciliaciones y peticiones de novias y novios (en casos complicados o de difícil solución está la Santina al lado que siempre puede echar una mano).

La buena praxis para que funcione el beneficio del arfueyu indica que es regalarlo, colocarlo debajo de la puerta de entrada a la casa para preservar de lo malo que pueda entrar en el hogar y atraer buenos augurios. Para una mejor información al usuario-comprador, con cada ramo, planta o frasco del mejunje se expenderá certificado de origen y forma correcta de uso, así de cómo actuar en caso de posibles reclamaciones, hay que ser serios.

Por supuesto el rito del beso no solamente lo podrán efectuar en su casa, también en oficinas, congreso de los diputados y edificios públicos, cualquier lugar donde haya una puerta es bueno para colgar la ramina de arfueyu,  pero ninguno  podrá superar el que se realice bajo los carbayos de Lugás, donde está el primario, la rama dorada madre de todos los arfueyos, de efectos mucho más efectivos y directos al estar menos manipulado y contaminado por los procesos de explotación.

Es solo una idea, pero si cuaja nos forramos y la aldea se pone de nuevo a vivir.

Actualmente, para que funcione, no se especifica cómo se ha de dar el beso para que el resultado final sea más eficaz, si  ha de ser en la mejilla, en la boca, de tornillo o con lengua, supongo que son cosas que habrá que ir probando por el tradicional sistema prueba error, estas cosas llevan tiempo pero suelen ser muy satisfactorias.

Y si en la ya pasada noche de Nochevieja no han efectuado el ritual del beso debajo del arfueyu, no se preocupen, esta mañana siempre se pueden consolar viendo en la tele el campeonato de saltos de esquí y la marcha Radetzky del concierto de año Nuevo en Viena. Feliz año.