Vacaciones en paz

Luis Rivaya

Luis Rivaya

No sé si es gracias a Dios o gracias a Alá pero, a pesar de cierto retraso, por fin llegó. Ya está aquí y de nuevo tenemos en casa a nuestra pequeña SALKA que vino a San Martin del Mar, en Villaviciosa de Asturias, el pasado año. Era la primera vez que viajaba sola y salía del campamento de refugiados saharauis de Argelia en donde vive.

Ni que decir tiene lo pequeñita y delgada que era. Su larga y negra melena le llegaba hasta la cintura; hasta la mitad de su cuerpecito -que estaba en los huesos- y para el que Jenny y yo nos comprometimos en alimentarlo con el fin de que a su regreso sus padres biológicos y no de acogida como nosotros, se sintieran felices y contentos al ver muy mejorada a su hijita y además tras haber pasado controles médicos.

Aquellos primeros días fueron complicados pese a la veteranía que teníamos desde que empezamos a traer niñas saharauis a la vera de la Ría de Villaviciosa en el año 2010. Esos doce años de experiencia y mutuo aprendizaje… de paz, cariño y amor al sentirnos como verdaderos padres de estas criaturas venidas del desierto, se nos quedaban cortos por las reacciones que tenía la pequeña SALKA que hablaba muy poco y en su dialecto. Una lengua o idioma desconocido para nosotros pero que tampoco impidió que llegásemos a entenderla casi perfectamente con sólo mirar la luz y el brillo que transmitían sus preciosos ojos negros.

Jenny la recogió en Avilés (al principio era en el Aeropuerto de Ranón), y al traerla hacia casa su reacción fue exactamente la misma que tuvieron todas sus predecesoras (ZAINA, ASSA, HASSINA, MARIAM, NGUÍA y LALA). Es decir, mirándolo todo a través de la ventanilla del coche y quedándose fascinadas con los árboles y el verde de Asturias. Jamás habían visto viaductos ni nada parecido y tan azul como la inmensidad del mar Cantábrico que se veía circulando por la Concha de Artedo.

Supongo que para ellas el trayecto era algo mágico que polarizaba y atraía toda su atención. Año tras año la escena se repetía. Las criaturitas contemplaban un mundo nuevo que era muy distinto al suyo. Y lo hacían tras llegar agotadas de un larguísimo viaje, que se me antojaría eterno hasta para nosotros mismos, pues habían salido de noche subidas en un camión desde su campamento teniendo que viajar muchos kilómetros por las pistas de arena del desierto hasta llegar al aeropuerto de Tindouf que es donde tendrían que esperar hasta subirse a uno (y a veces dos), aviones como nos contarían ellas mismas más adelante.

Esta vez decidimos pedir “dos” niñas porque había que colaborar un poquito más. La Covid 19 y la pandemia global motivaron el parón obligado de este programa durante dos años. Un programa puesto en marcha hace mucho tiempo por los emprendedores de esta ayuda humanitaria y movimiento solidario con un pueblo hermano que fue expulsado de su territorio a mediados de los años setenta

La Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui quiso volver a la acción en este 2023 con un proyecto ambicioso que tenía como objetivo fundamental traer en verano a 100 niños y niñas para que tuvieran sus “Vacaciones en Paz” mucho más placenteras y sobre todo más “fresquitas”, algo que se hizo realidad en nuestra Asturias en la mañana del pasado sábado.

Solamente y para que se hagan una idea (hay que reconocer que el móvil es un gran invento), al día siguiente hablamos con sus familias que nos comentaron tener una temperatura de 62º grados centígrados en su asentamiento.

Yo nunca he viajado hasta allí. No conozco como sí han hecho algun@s amig@s villaviciosin@s ninguno de los campamentos de refugiados saharauis.

Me han comentado que las familias viven en casas de adobe y también en haimas. Nada de hierro, cemento ni hormigón. Las casas están construidas con ladrillos de adobe que es una mezcla de arcilla, paja, arena y agua. Vamos, igual que en el cuento de “Los 3 Cerditos”.

¿Se imaginan a nuestras dos niñas viviendo en una haima o en una casa de adobe con esos 62º de temperatura a mediados de julio? Al día siguiente de su llegada las llevamos a Tazones para ver la procesión de “El Carmen” con la Banda de Gaites Villaviciosa-El Gaitero y teníamos 22º de temperatura. ¡Cuarenta menos que en su campamento!

Como decía al principio este año tenemos dos “rapacines guapísimes” pues junto a SALKA ha venido AELFÉN. Las dos con ocho añitos, con la misma estatura y un peso de 20 kilos. Se llevan 300 gramos entre una y otra. Parecen hermanas por tamaño, pelo y la extrema delgadez de sus piernas pero no son iguales. No son “Pili y Mili” y a pesar de que las dos viven en el mismo campamento de El Aaiún, no se han conocido hasta este viaje desconociendo que iban a veranear juntas en nuestra casa y bajo el mismo techo que por supuesto cuenta con estructura sólida, hierro, cemento y buenas tejas para que el lobo del cuento sople todo lo que quiera sin que la casa se venga abajo.

En la primera noche sucedió algo parecido a las explosiones de las bombonas de butano según me contaron de pequeño: Una empezó a llorar y por simpatía, empezó la otra. Resultado: Lloran las dos a la vez al acordarse de su familia y de su hábitat natural hasta que caen rendidas. A pesar de tener cada una su propia cama -sin consultarnos nada- decidieron dormir juntas en la cama como dos angelitos. Incluso llegando a tener premio porque a SALKA se le había caído un diente por la tarde y tres horas después se le cayó a AELFÉN. Esta madrugada el ‘Ratoncito Pérez’ ha tenido doble trabajo en ‘La Casina’ de San Martin del Mar.

Retrocedo en el tiempo un solo momento: Hace casi año y medio acogimos a doce mujeres y niños que habían llegado huyendo de la guerra de Ucrania. Hoy -salvo cuatro- todos viven en Villaviciosa. Los otros decidieron regresar junto a

los familiares que habían quedado en su país a pesar del conflicto bélico con Rusia.

Hoy acogemos a SALKA y AELFÉN dos niñas que vienen de otra parte del mundo que nada tiene que ver con el país de Volodímir Zelenski. En una semana y sin tener cerca a ninguna persona de su familia o entorno, ya “son” nuestras hijas pequeñas. Las dos han aprendido a patinar (algo que para mí ha sido totalmente imposible en 70 años), y las dos se bañan en la piscina varias veces al día y eso que no hemos tenido los calores de Andalucía. Además han descubierto las aceitunas aliñadas que tanto me gustan a mí y que me temo ni las voy a oler.

Creo que han sido noventa y siete (97), los niños y niñas que han llegado a Asturias que convivirán con las familias de acogida hasta el próximo cinco de septiembre. Hemos sido capaces de traer a siete (7), de ellos hasta Villavicios para que disfruten de sus “Vacaciones en Paz”. La campaña ha sido todo un éxito porque se ha triplicado el grupo del pasado año 2022. Desde LNE quiero dar las gracias en nombre de Jenny y en el mío a otras familias compañeras en esta labor tan enriquecedora y humanitaria para las familias de acogida como en el caso de Mónica y Beltrán que viven en Peón y que han recibido a HANA, de El Aaiún, del mismo campamento que las dos nuestras.

También a Elizza y Liam que siendo ingleses decidieron quedarse a vivir entre nosotros eligiendo el Caserío de Toroyes, en Priesca, muy próximo a la iglesia románica de San Salvador. Ellos están acompañados por MUJTAR y TAUFIG que proceden del campamento de Auserd igual que TAGLA que ha sido acogida por Irene y José María, residentes en Sandin-Villaverde muy cerca de Playa España.

No puedo olvidar tampoco a otros buenos amigos del pueblo saharaui que viven en Gijón pero que también pasan el verano en Villaverde (Villaviciosa), donde tienen casa. GALI va a estar muy bien y será muy feliz en compañía de Alejandra y José Rodrigo, la familia que la ha acogido para este tiempo de estancia en Asturias.

Por último agradecer a Belén Cueva y a la Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui, todo el trabajo que desarrollan para traer a Asturias todos los años a estas niñas y niños. El programa “Vacaciones en Paz” es para nosotros (y casi tengo 8 niet@s), algo fundamental y necesario en nuestra vida. Les invito a que se informen, lo conozcan y puedan llegar a disfrutarlo el próximo verano sin temor alguno. Les dejo la puerta abierta. No lo olviden. Es muy necesario.