L' Acebache

Miguel González Pereda

Miguel González Pereda

Conozco un pescadero que cuando sus clientes habituales le piden algún pescado o marisco, para indicarles si el producto que piden es o no, de aquí lo hace en asturiano o castellano, según. ¿Tienes andariques? No, hoy tengo nécoras, responde si no son pescadas en nuestro mar.  

Creo que con el azabache debería hacerse algo parecido. ¿Esa manita es de azabache?. No, señora, es de acebache, de Les Mariñes de Villaviciosa, el mejor del mundo, y no es una manita, ni manina, ni mano puño,  ni figa, ni manija, ni mano poderosa, ni puñeta,  es una cigua. En estos casos, resultaría muy útil tener impresas unas octavillas explicativas de lo que es l’acebache  y la cultura acebachera, modo divulgativo, para dar una más completa información a la persona interesada.

En ambos casos, los dos profesionales estarían dando una información veraz, exacta y justa, no dando nécoras por andaricas, ni azabache u otras cosas por acebache.

La singularidad geológica del acebache está circunscrita al área de Les Mariñes de Villaviciosa, y es cierto que no quedan minas abiertas en Villaviciosa, de ahí su escasez, y las pequeñas y escasas vetas que hubo de azabache en Asturias por Peñamellera, Candás, Siero, Llanes, Llastres o Cabranes, también desaparecieron agotadas. Los artesanos viven de pequeños trozos de material que pueden encontrar en las escombreras o afloran en los estratos y caen por los acantilados de Les Mariñes, y eso lleva a que algunos profesionales  del sector de la joyería,  vendan material identificado como azabache traído de algunos yacimientos de Teruel,  o importado de Turquía, Georgia, China o América, de peor calidad que l’ acebache, cuando no lignitos, pizarras, esquistos, hueso o marfil quemado, cristal negro francés o el llamado azabache reconstruido, polvo de azabache mezclado con resinas plásticas, circunstancia, además, que nadie controla. Esto hace que estudiosos e investigadores que rastrean piezas por museos, se encuentren con que muchas de ellas no son de acebache, y ni siquiera de azabache. Lamentable.

La falta de ese conocimiento y nula enseñanza de su especificidad y cultura, hace que a pesar de tener más de ciento cincuenta millones de años y residir toda su vida en Les Mariñes, l’ acebache, sigue siendo un gran desconocido para muchos de sus vecinos y profesionales  de la joyería.

Hubo un  intento, tiempo ha, de construir un Museo del azabache en Villaviciosa, treinta o cuarenta años no recuerdo bien, incluso se habló de la adquisición de una parcela al lado del parque de La Alameda para levantar el inmueble. El caso es que, por fas o por nefas, el resultado es de todos conocido. A partir de aquella circunstancia, los grupos políticos llevaron la construcción del Museo del Azabache en sus programas, hasta que, de tanto no cumplirlo, el personal se fue dando cuenta de que las buenas intenciones quedaban solo en palabras, se acostumbró  y perdió toda esperanza.

Cuando  más cerca estuvo  el Museo de su construcción fue cuando la deconstrucción de la Casa de los Hevia. En el nuevo edificio se iba a instalar el Museo del Azabache y una escuela de artesanos del acebache. Al mismo tiempo se solicitó la Denominación de Origen Protegida. Dos años llevará la cosa, anunciaba el consejero de industria. Quince años después, ni Museo, ni Escuela, ni Denominación de Origen. ¿Qué se va a proteger  si no hay acebache?, se preguntaban algunos.  Entonces se realizó un proyecto de investigación que financió la Consejería de Industria, para la apertura y explotación de una mina que surtiera de acebache a profesionales y artesanos del sector. Se recalificaron los terrenos que iban a ser explotados, pasando de especial protección a de interés paisajístico. Si todo va bien en ocho meses se iniciará la actividad extractiva, se anunciaba. Catorce años después, como recuerdo de aquello, solo queda la chatarra de una pala excavadora tirada en el paisaje de interés paisajístico donde se iba a explotar la mina.

Hace un año el Principado, en esta ocasión por mediación de la Consejería de CulturaI, decidió declarar el acebache Bien de Interés Cultural Inmaterial, si todo va bien será cosa de dos años máximo, se volvió a decir. Es cierto que la cosa no se hace de hoy para mañana, es necesario recabar informes de la Universidad de Oviedo, la Academia de la Historia y del Real Instituto de Estudios Asturianos, dijeron, y toda esa documentación pasará después  al Consejo de Patrimonio para su aprobación o negación. Si se aprobara podría ser el primer paso con resultados positivos, para abrir la mina, levantar el Museo y abrir la escuela de artesanos.

Ignoro lo que puede pasar,  los consejeros y las prioridades de las Consejerías son tan inestables como las cifras y transformaciones  de los presupuestos. De momento ha pasado un año, queda otro de espera, y uno desearía que no pasaran otros quince antes de retomar la cuestión.

Sería muy recomendable que todas las personas involucradas en el asunto, si es que no la llevan, se pusieran un cigua para evitar el agüeyamientu de la gestión. Tal como en los versos de Caveda aconsejaba aquella aldeana de Gijón al Príncipe de Asturias, el que llevaría el nombre de Alfonso XII, en la visita que realizó con su madre la reina Isabel II al Principado, siendo un ñeñu de ocho meses, y sorprendida de que no llevara una cigua protectora.

Pero fáltate la cigua: ¿Y quién sin ella te trai, andando pel mundo bruxes que te pueden agüeyar?. Tengo yo una de acebache, bien curiosina en verdá, que la punxe munches veces de pequeñucu a mio Xuan…¿Riste?, pos non ye mentira y tu mismu lo verás.

Este es un buen momento para regalar o pedir a los Reyes Magos ciguas y mil objetos preciosos realizados en acebache, y si tienen duda, déjense aconsejar por los buenos profesionales y artesanos. 

Y de desearles un buen año, y que podamos hacerlo de nuevo de hoy en un añu con salú.