Lo mejor del partido del martes en Barcelona se produjo ayer: la ovación con la que despidieron los periodistas locales a Mascherano después de una rueda de prensa en la que el argentino se quejó de que después de grandes partidos de su equipo, se hablara de los árbitros. Las ovaciones en las salas de prensa se habían reservado hasta ahora para protagonistas que se retiraban o que se despedían de un club después de una gran trayectoria o que anunciaban una grave lesión. La ovación del miércoles en la sala de prensa azulgrana es una novedad en la historia del periodismo.

Porque, en efecto, damas y caballeros, señoras y señores diputados, tiene que ser duro para los azulgrana que cada gran victoria tenga continuación en los análisis arbitrales. Lo del martes tuvo tela marinera porque la expulsión del delantero holandés del Arsenal ha sido criticada hasta por los más finos analistas locales. La expulsión ha sido tan desquiciada que nadie se ha fijado en los cinco minutos de descuento en el primer tiempo, un descuento también histórico durante el cual el contexto, o sea Messi, hizo el primer gol. El propio contexto, o sea Messi, hizo una mano que no mereció tarjeta, como no la merecieron las varias entradas alevosas de Alves, que no es ni es el verbo, ni la acción, ni el abecedario, ni la palabra, en denominaciones leídas por estos ojos en la jornada de ayer destinadas al citado Messi, a Xavi y a Iniesta.

La expulsión, qué casualidad, es una más de las que benefician a los barcelonistas en los partidos decisivos. Una final de Liga de Campones, una eliminatoria con el Inter o aquel partido de Liga con el eterno rival. Siempre hay una expulsión salvadora que sirve para calmar a los excitados Puyol y Piqué, que quizá estaban sufriendo más de la cuenta viendo lo que se veía en el terreno de juego. Cómo habrá sido la cosa, que la UEFA anuncia expediente a don Arsenio y a un jugador por conducta inapropiada. Dura tarea soportar las dudas arbitrales después de grandes partidos. Hasta el propio líder del grupo, el que dice ser y llamarse Pep Guardiola, tiene que mostrarse desabrido con el rival, lejos del estilo y de la elegancia que se ha vendido como ejemplo mundial. Cuando las cosas se complican aparecen la realidad o el Busacca de turno. Y que no falte.

Por lo demás, en el microcosmos de Mareo serena espera del viaje a Villarreal donde el presidente Roig ha arremetido contra los clubes que no pagan o que se acogen a la Ley concursal. Dice que se niega a aprobar cualquier fondo de solidaridad, y que cada palo aguante su vela. ¿Habrá que declararlo enemigo público, persona non grata o alguna cosa peor? Porque los tiempos son los que son. Por cierto, si pregunto, ¿molesto? ¿Qué fue del Deportivo Turón? ¿Y del Juvencia de Trubia? Que se enteren algunos que el fútbol en Asturias no empezó anteayer. Villarreal será la parada y fonda de la expedición rojiblanca en el fin de semana que viene. Los levantinos juegan hoy un duro partido en Alemania. A ver si el cansancio da fruto.