Oviedo, Luis M. ALONSO

John Forbes Nash, el matemático premio Nobel de Economía retratado en la película «Una mente maravillosa», veía a los seres humanos como criaturas inherentemente sospechosas. Sufría de esquizofrenia paranoica, y, en consecuencia, desconfiaba profundamente de todo el mundo a su alrededor, incluyendo a sus colegas. Durante años se mostró convencido de que muchos de ellos urdían conspiraciones contra él.

En compañía del reciente Nobel, Lloyd S. Shapley, y de otros dos matemáticos, Martin Shubik y Mel Hausner, inventó algunos juegos que reflejan fielmente sus creencias acerca del comportamiento humano. Entre ellos uno que empezó llamándose «Fuck your neighbor» («Jode a tu vecino»), que más tarde acabaría publicándose como «So long sucker» («Hasta siempre, mamón»), en que la única forma de ganar es traicionar al compañero de juego. Algo que, sin duda, podría resultar familiar en ciertas alianzas financieras reales.

Precisamente «So long sucker» fue concebido en 1950 como un simple juego de mesa para modelar el comportamiento de la gente cuando se forman coaliciones. Su mecanismo consiste en una negociación de cuatro personas enfocada a una estrategia económica de las que pueden producirse en los mercados. Cada jugador comienza con siete fichas de un color, y en el curso del juego el objetivo es adquirir las de los demás. Para ello resulta necesario llegar a acuerdos que en teoría deberían cumplirse, pero sin embargo no ocurre así. En «Hasta siempre, mamón» el que gana debe renegar de lo acordado.

Para avanzar en el tablero es necesario formar un pacto con al menos otro jugador y finalmente traicionarlo. El juego se popularizó en la década de los sesenta, y tras las pruebas iniciales sus autores, los matemáticos, entre ellos el flamante Nobel de Economía, Lloyd S. Shapley, comentaron entre ellos las incidencias que iban surgiendo con el fin de mejorarlo. El éxito no trajo la concordia en los hogares: jugando a «Hasta siempre, mamón» algunas parejas casadas terminaron por dormir en camas separadas.

El objetivo es ser el último jugador y atesorar una pila de fichas. Los negocios emprendidos cuestan fichas que se reponen a través de capturas o regalos de otros. Los jugadores pueden alcanzar acuerdos no vinculantes, siempre que la discusión se entable en la mesa. Aliarse en el juego permite a los participantes capturar fichas y forzar a otros a abandonar.

Pero no todo se quedó en el tablero y en las discusiones familiares de fin de semana. El cineasta británico Adam Curtis incluyó en 2007 en una serie documental de la BBC («The trap») una versión del juego de Nash y Shapley llamada «Fuck you buddy» («Jódete, amigo»). La teleserie, que profundiza en la idea de libertad como un modelo pervertido por el egoísmo y la robótica del comportamiento humano, examina cómo la teoría de los juegos se utilizó primero para crear la estrategia nuclear de Estados Unidos durante la Guerra Fría y acabó ofreciendo otras interpretaciones. Un capítulo del documental es obra de R. D. Laing, cuyo trabajo en psiquiatría lo llevó a modelar las interacciones familiares utilizando precisamente la teoría de los juegos de los matemáticos. Una conclusión era que el egoísmo genera espontáneamente estratagemas durante las relaciones cotidianas. El análisis de Laing se desarrolló todavía más cuando el psiquiatra llegó a la conclusión de que algunas enfermedades mentales se traducían simplemente en etiquetas artificiales utilizadas por el Estado para suprimir el sufrimiento individual.

Esta creencia se convirtió en uno de los principios básicos de la contracultura durante la década de los sesenta. Se hacía referencia al «experimento Rosenhan», mediante el cual falsos pacientes acudieron a una serie de instituciones psiquiátricas americanas, y fueron erróneamente diagnosticados de trastornos mentales. Los resultados fueron un desastre para la psiquiatría americana, al destruir la idea de que los psiquiatras eran una élite privilegiada capaz de diagnosticar eficazmente y, por lo tanto, tratar la enfermedad mental. Estas teorías, según el documental de la BBC, venían a apoyar las creencias de economistas liberales como Von Hayek, cuyo modelo no dejaba espacio para el altruismo y sí para el propio interés de cada uno.

Puede decirse que el juego aplicado a la economía y los mercados prosigue gracias a las viejas pulsiones del comportamiento humano.