«Sin haber pedido ni esperado nunca nada», como glosó el director del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), Juan Ignacio Ruiz de la Peña, el profesor Francisco Diego Santos, voz mayor en la Asturias romana, de los estudios epigráficos y, en fin, autor de una línea de investigación fundamental para conocer las primeras etapas de la historia de esta región, recibió ayer, con la presentación de su libro «El conventus Asturum y anotaciones al noroeste hispano», el merecido homenaje a toda una vida de estudio esforzado y riguroso.

A sus 94 años, este zamorano casi por confusión, como Clarín, o como otro castellano-leonés que fue su amigo, el profesor salmantino Emilio Alarcos, acaba de reunir en un libro que edita KRK artículos dispersos publicados a lo largo de toda su carrera que ahora ofrecen un panorama de conjunto de todo el noroeste hispano durante el Imperio romano y de los posteriores ecos de esta etapa hasta el Alto Medievo.

Las fuentes epigráficas en el estudio siempre sobrio, riguroso y minucioso propio del profesor Diego Santos ofrecen aquí datos del contacto de los pueblos prerromanos del conventus Asturum con los romanos, hablan de las unidades militares, de etimologías prerromanas o de límites y fronteras de aquel territorio. Dentro de los inéditos ahora recopilados en este volumen Diego Santos ha incluido la que fue su tesis doctoral, el «Estudio epigráfico del conventus Asturum».

En la presentación, en el RIDEA, flanqueado por Juan Ignacio Ruiz de la Peña y por la catedrática María Josefa Sanz, el profesor Francisco Diego Santos, ante un nutrido auditorio, no pudo evitar emocionarse con las palabras de sus presentadores y prefirió guardar silencio ante la presentación de estas obras dispersas recogidas al final de su carrera.

Ruiz de la Peña glosó la figura del autor con detalle y con atención a ese carácter discreto, de trabajador esforzadísimo que no buscó el reconocimiento y sí el rigor y la satisfacción personal de los estudios pulcros y fundamentales. «Su figura y su obra», concluyó Ruiz de la Peña, «me traen el recuerdo de otros hombres, como Ciriaco Miguel Vigil, aquí, o, fuera de Asturias, de Manuel Gómez-Moreno; de ambos el profesor don Francisco Diego Santos ha sido seguidor y continuador de su labor». Como ellos, siguió Ruiz de la Peña, Francisco Diego Santos ha dedicado su vida a unos estudios para los que «no corren buenos tiempos», con las lenguas muertas olvidadas y las humanidades y la cultura clásica completamente desplazadas. Un trabajo «que interesa un poco a pocos», pero que en el caso de Diego Santos ha sido también «un ejemplo de vida».