Ángel FIDALGO

El coronel de Caballería José Joaquín Milans del Bosch Solano, fallecido en Oviedo el pasado 31 de diciembre a la edad de 88 años, reencarnaba la figura de militar ilustrado del siglo XIX. Pertenecía a una familia de militares que se remonta a finales del siglo XV, y que alcanzó especial protagonismo por la actuación de Francisco Milans del Bosch en la resistencia frente a las tropas napoleónicas a partir de 1808. Él sería el iniciador de una dinastía de militares, la mayoría de ellos del arma de Caballería, de la que el fallecido fue todo un ejemplo.

El coronel José Joaquín Milans del Bosch nació en Valladolid, donde su padre era profesor de equitación en la Academia de Caballería, en la que ingresó como cadete. Fue entonces cuando realizó su primera peregrinación a Santiago de Compostela, una práctica piadosa que continuaría todos los años hasta el final de su vida.

Diplomado en Estado Mayor y profesor de la Escuela Superior del Ejército, el coronel Milans del Bosch era un gran conocedor de la historia militar de España y también de la estrategia de defensa, tanto en tiempos de paz como de guerra. Sus destinos estuvieron siempre acompañados de las más altas condecoraciones castrenses, de las que nunca quiso hacer alarde.

Ayer su hijo mayor, el magistrado Santiago Milans del Bosch, que ahora ejerce la abogacía, recordaba antes del funeral «los valores de la milicia y de la fe que supo inculcar a todos sus hijos», desde José Joaquín, que es teniente coronel, a su hija Pilar, que es capitán de la Guardia Civil. A otro de sus hijos, Fernando, militar de tropa, la muerte de su padre le sorprendió en Afganistán, donde está destinado. Otro hijo, Juan Mariano, murió en un accidente de helicóptero en Pajares, del que era piloto, cuando volaba hacia los Picos de Europa para participar en un rescate. En total, seis de sus doce hijos escogieron la carrera de las armas.

La milicia y el Camino de Santiago fueron sus grandes pasiones, junto con la familia. Milans del Bosch fue el primer presidente de la Asociación Astur-Galaica de Amigos del Camino de Santiago. Además, fue presidente de honor de la agrupación de asociaciones del Camino del Norte y hermano mayor de la archicofradía del Apóstol Santiago.

Su vida fue un continuo peregrinar. «El último Año Santo, en 2010, encabezó una peregrinación con cuarenta miembros de su familia, en la que había hasta un niño que se desplazó en un carrito empujado por sus padres, saliendo desde San Tirso de Abres», recordó su hijo Santiago. «Mi padre sabía, por la edad, que éste era el último peregrinar de su vida en un Año Santo, y nos acompañó a pie desde Santiago de Abres a Puente Nuevo».

En la casa familiar de San Tirso de Abres, conocida como Pividal, que fue antiguo hospital de peregrinos, donde se levanta la figura de un Santiago Caballero, fue donde Milans del Bosch aunó la fe con la erudición de peregrino.

«Cuando nuestro padre entró en la reserva se retiró a vivir a nuestra casa, en cuyos archivos, que se remontan al siglo XV, fue donde comenzó a estudiar los documentos antiguos, que recogen datos inéditos del peregrinar a Santiago de Compostela desde Asturias por el llamado Camino del Norte, que fue el primero», recordó su hijo Santiago.

En poco tiempo se convirtió en un destacado experto del Camino Primigenio, que saliendo desde la catedral ovetense de San Salvador llegaba hasta la tumba del Apóstol.

No obstante, prefirió escoger un segundo plano y renunció a honores y galardones por sus trabajos, aunque no pudo evitar que la Federación de Amigos del Camino y asociaciones jacobeas del extranjero le reconocieran como uno de los impulsores del Camino Primigenio, el que iniciara el primer peregrino, Alfonso II el Casto, en el año 814.