Adama Diouf está acostumbrado a comer el fruto del baobab y a ver a sus mayores cuidar el árbol más famoso de Senegal. Ahora trata de aplicar esos conocimientos a la tierra en la que vive desde hace años. En concreto, a las lechugas, zanahorias y patatas que está a punto de sembrar en una minihuerta del antiguo Orfanato Minero, en la falda del Naranco. Diouf es una de las ocho personas que participan en un proyecto formativo para inmigrantes puesto en marcha por la ONG Asturias Acoge en un terreno cedido por la Fundación Docente de Mineros Asturianos, Fundoma.

El objetivo de la ONG va más allá de enseñar los secretos de la vida del campo asturiano a gente de Senegal, Marruecos, Cuba y Ecuador. Según la secretaria de la organización, Mar Romero, la actividad permite el autoempleo y el autoconsumo, e incluso fomenta las relaciones sociales. «El invernadero que hemos instalado es un punto de encuentro entre extranjeros y asturianos que ayuda a normalizar las relaciones interculturales», explica.

El mejor ejemplo de integración vive, curiosamente, dentro de las instalaciones mineras, en la residencia de mayores Fundoma. A sus 60 años y tras superar un cáncer, Santiago Reigada es el profesor preferido de los inmigrantes. «Vine aquí hace dos años para recuperarme de mi enfermedad pero nunca he dejado de ser activo, así que estoy entusiasmado con esta gente y sus huertas». Reigada explica pacientemente la forma correcta de sembrar un puerro, hacer un hoyo o coger la pala a sus alumnos, mientras ellos le describen, por ejemplo, los colores y el ambiente de la plaza Yamaa el Fna, en Marrakech.

Es el caso de Malika Guenziz, la única mujer del grupo, y de su compatriota Ahmed Elbarhmi, que ya tiene experiencia en las labores de la huerta. Una familia le cedió desinteresadamente una pequeña parcela en El Escamplero para que intentara salir adelante por sus medios. «Sobrevivo gracias a la tierra e incluso anuncio mis productos en una red social y los distribuyo a varias fruterías para sacar algún dinero. Estoy contento». Elbarhmi es el alumno más aventajado del proyecto de Asturias Acoge. De hecho, ayer llevó una cuidada selección de sus verduras y hortalizas al invernadero de la falda del Naranco como modelo de lo que el resto de aprendices de agricultor tiene que conseguir dentro de unos meses.

El ecuatoriano Luis Ernesto Núñez tomó buena nota de las enseñanzas de su compañero. Llegó a Asturias hace trece años y encontró empleo como técnico de montajes de tendido eléctrico. Sin embargo, la crisis económica le rescindió el contrato hace un lustro. «Tengo 58 años y estoy en una situación bastante delicada para encontrar alimentos. Esta ONG me ha ayudado todo lo posible y ahora me ofrece la oportunidad de formarme como agricultor. La voy a aprovechar». Núñez, que de pequeño ayudaba a su madre a plantar cilantro en Ecuador, cree que la vuelta al campo puede ser la solución al desempleo.

El invernadero de la Fundación Docente de Mineros Asturianos tiene capacidad para diez minihuertos. «En un futuro nos gustaría crear una red ecológica y solidaria de agricultura, algo así como un banco de huertas», señala la secretaria de Asturias Acoge. Dentro de unos meses, el proyecto dará sus frutos.