Marjane Satrapi: "Lo que se vive en Irán es el ‘apartheid’ de las mujeres"

La autora de "Persépolis" lanza un mensaje radical contra los fanatismos y dedica su premio "Princesa" de Comunicación y Humanidades a "todos los jóvenes iraníes" y al rapero Salehi, víctimas de un "Estado terrorista"

Marjane Satrapi. | |  EFE

Marjane Satrapi. | | EFE / Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Con vehemencia, a ratos incluso con furia, Marjane Satrapi (Rasht, Irán; 1969) defiende la libertad, la suya y la de sus congéneres, sean hombres o mujeres, sea cual sea su origen; condena el régimen dictatorial que mantiene sometido a su país, y a sus cómplices, se emociona hablando de sus jóvenes, de sus mujeres y brinda por los hombres que las apoyan. Es escéptica sobre el poder transformador del arte, pero sostiene que es indispensable hablar, hacerse preguntas, reflexionar; aborrece los fanatismos, religiosos, raciales y políticos, se declara "muy feminista" y se alegra por la concesión del premio "Princesa de Asturias" de Comunicación y Humanidades, que fue fallado y le fue comunicado ayer. Y no tanto por lo que tiene de reconocimiento a su trabajo y al género que la ha hecho popular en todo el mundo, el cómic, con libros como "Persépolis", "Bordados", "Pollo con ciruelas" y "Mujer, vida y libertad", sino porque confía en que sirva para llamar la atención sobre lo que ocurre en el país en el que nació. "Es un premio importante porque arroja luz sobre un problema", dice.

Portada de la novela gráfica 
«Persépolis».

Portada de la novela gráfica «Persépolis». / Elena Fernández-Pello

Satrapi, historietista, la primera autora de novela gráfica premiada con un "Princesa de Asturias", es también guionista. "Persépolis", el libro que la hizo famosa en todo el mundo, se convirtió luego en una película. No es el cómic lo que "hace palpitar" su corazón, admitió ayer, en la rueda de prensa que ofreció por videoconferencia desde Francia, donde se exilió huyendo del régimen de los ayatolás. Lo que la subleva, y no había más que escucharla hablar ayer para hacerse idea de hasta qué punto, es la injusticia y lo es también lo que la remueve por dentro. "Yo de pequeña quería ser Batman, era un personaje oscuro y trataba de hacer justicia, y a mi hacer justicia me interesaba", contó.

Satrapi duda de que el arte baste para transformar la realidad y mejorarla. "Las palabras solo son palabras, pero no hay ningún a acción en el mundo que se haga sin palabras, por eso es indispensable hablar", opina. "Un artista tiene que ser humilde sobre su capacidad para cambiar el mundo", opina. "Yo no soy una trabajadora de equipo, me gusta avanzar sola, mi libertad va de la mano de mi soledad; si lo que yo hago ayuda, perfecto", declaró, asegurando que no había impostura en sus palabras.

La historietista dedicó el premio "Princesa de Asturias" a "todos los jóvenes de Irán" y muy especialmente a "Toomaj Salehi, artista de rap, condenado a muerte hace unos días por cantar a la libertad: él es la voz de Irán, hay que escuchar su rap, habla de todos los pueblos de Irán, de todas las clases sociales, de los obreros, de la gente de la ciudad, de los pueblos, nunca ha hecho ningún llamamiento a la violencia, lo han amenazado, y ha seguido adelante: le han roto la mandíbula, la pierna... Él es la voz de Irán, si se quiere ejecutara a Toomaj, se quiere ejecutar a la voz de la juventud iraní". "Él", añadió, "es todo el país, ha sido nuestra voz, ahora nos corresponde a nosotros ser su voz".

Marjane Satrapi es radical en su humanismo. "Estoy harta de los americanos que hablan de la raza blanca, de la raza negra... No hay razas, somos la raza humana; desde un punto de vista racional y biológico, todos vamos a morir, tarde o temprano, así que intentemos vivir juntos; es necesario hacer que la vida, que es corta y difícil, no sea más corta y difícil con tanto odio".

También es radical en su oposición al sistema patriarcal. "Yo soy muy feminista, creo que hombres y mujeres son iguales, creo que el cerebro de una mujer funciona igual que el de un hombre... Una mujer es un ser humano, tiene un cuerpo, puede hacer lo que quiera con él, para defenderte puedes también luchar". Es crítica con el feminismo occidental, con la lucha de sexos que responsabiliza de propagar a las feministas norteamericanas. "Yo no estoy en contra de los hombres, esto no es un combate contra los hombres, estoy en contra de una cultura patriarcal que es la base de las dictaduras", sostiene, y habla con orgullo de las mujeres de su país. "Este movimiento (el de los opositores al régimen iraní) lo llamaría revolución, y una revolución es un movimiento que lo cambia todo, a mejor, si no es una involución; es una revolución liderada por las mujeres, ellas la inician, cada día las pegan, las detienen, otras van a ayudarlas, a veces algunos hombres", refirió. Y echando la vista atrás añadió que "en el 79, cuando se impuso el velo, no hubo ningún apoyo, cero. Dijeron que era una lucha de clases sociales, pero cuando la mitad de la sociedad no tiene derechos, nadie tiene derechos". Satrapi lo califica a abiertamente como un "apartheid de las mujeres".

"El Irán del mañana es el Irán de las mujeres, mujeres que se apoyan y que entregan su vida y su juventud. La revolución es la de las mujeres, y brindo por el poder de todos los hombres que nos apoyan", proclamó.

Satrapi considera a la actual clase dominante de su país como "un poder invasor". "La situación en mi país se ha agravado desde que escribí ‘Persepolis’, con una dictadura muy violenta; más del 85 por ciento de la población quiere un régimen democrático y secular", argumenta, pero "el dinero se va en manos de la corrupción y los poderosos no quieren soltar el poder". "Cuando escribí ‘Persepolis’ las cosas iban bastante bien, después llegó el 11 de septiembre y la geopolítica cambió", constata.

Marjane Satrapi alerta de "una nueva guerra fría que se está poniendo en marcha, con una América que va a la deriva, con Trump, que se presenta a las elecciones después del asalto al Capitolio, y una Europa que... ¿qué hace?". Denuncia que Irán es "un estado terrorista" y le indigna la tolerancia de las potencias occidentales. Le resulta incomprensible que el presidente iraní presida el foro de derechos humanos de Naciones Unidas y la actitud de líderes como el español Josep Borrell, alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea: "Si lo tuviera delante le daría una bofetada".

Es implacable con el sectarismo y el fanatismo religioso. "No he cesado de repetir que no creo en las tonterías que se cuentan de las diferencias entre este y oeste, entre musulmanes y cristianos. Hay muy poca diferencia entre un musulmán fanático y un fanático cristiano. La religión impide a la gente preguntar y reflexionar, la religión da respuestas, no hace preguntas, y si se lleva al extremo da lugar a un resultado nefasto", puso en evidencia. "Ahí está la Inquisición: la mezcla de la religión y el fanatismo arroja resultados horrendos", insistió, advirtiendo de que "la emoción es la base del fanatismo".

"Yo intento comprender al prójimo. Es fácil decir de alguien que es un monstruo, pero la gran preguntas es qué es lo que convierte a un hombre en un monstruo, y en la monstruosidad de un hombre no hay límites", sentenció.

Satrapi reconoce haber sido una niña rebelde, ahora una mujer. Dice que nunca quiso ser bonita y dulce, como se suele inculcar a las niñas. Ella prefería ser "una señora protestona, y libre". "Tener compasión y empatía es más importante que ser dulce", en su opinión, así que la dulzura se la reserva para el ámbito privado, y siempre por elección, dice. "No estoy hecha para recibir galardones, me incomoda, me crea cierta angustia y un estrés infinito", admite Satrapi, pero es consciente de la repercusión de su trabajo y de los reconocimientos. "Yo no estoy sola. Me he encontrado a muchos jóvenes y cuando veo su energía, la esperanza y desesperanza en su mirada, ¿cómo no continuar? Pienso en sus madres... Un ser humano sin compasión es un psicópata", concluye.

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