Víctor García, el joven guardián de la cultura de los cunqueiros de Trabáu

"Hace falta un banco de viviendas disponibles para la gente que quiera venir a los pueblos"

ASTURIANOS EN DEGAÑA: Víctor García

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Víctor García, empresario de ecoturismo. Junto a su madre, Rosa García, en Trabáu tiene la tienda-taller de artesanía La Guarida del Cunqueiro, donde difunden la cultura de aquellos fabricantes de cuencos de Degaña que luego iban a venderlos por Castilla. A sus 31 años, también montó una empresa de ecoturismo, con rutas guiadas por el parque de las Fuentes del Narcea. Su mujer, Gema Menéndez, geógrafa de formación, ha reabierto el bar de Trabáu, que llevaba un tiempo cerrado. Ahora sirven "tapas autóctonas", con productos de la zona.

"Nací aquí en Trabáu, estuve en el colegio en Cerredo, el bachillerato en Cangas y después hice el grado superior de gestión forestal en el Bierzo. Mi idea, desde los 12 o 13 años, era poder quedar en Trabáu, trabajar en la naturaleza. Mi ilusión era ser guarda de montes, agente medioambiental. Cuando acabé, por un lado, vi que salían muy pocas plazas y que había mucha demanda. Por otro lado, después de hacer prácticas, me di cuenta de que mi espíritu y mi manera de ser, mi manera de ver la conservación de la naturaleza no era compatible con ser funcionario. Al final hay un sistema por encima que a veces hace que un guarda, queriendo ejercer su trabajo, se vea atado de pies y manos y tenga que desistir. Tienes plaza fija, sí. Pero a mí no me lleva lo la sangre"

"Así que tomé el camino de ser autónomo, gracias al apoyo fundamental de mi familia y de mi tío Victorino (García, recuperador de la artesanía cunqueira y creador del taller El Rincón Cunqueiro en Trabáu), que ahora ya no está nosotros, falleció en 2020. Quería ser libre, hacer las cosas como yo quiero, asumiendo los riesgos y las consecuencias y disfrutando de los logros. Empecé con una casa rural que era de mi tío Victorino. Le alquilaba la casa a él y la gestionaba. Con 11 años también había aprendido ya a tornear con mi tío; el oficio de cunqueiro. Así que ya estaba vinculado a la artesanía. Me fui formando en turismo y, a la vez, buscando la manera de aplicar mis conocimientos y lo que a mí me gusta, que es la conservación de la naturaleza y la educación ambiental. Empecé a ofrecer a los clientes del alojamiento lo que yo llamo ‘experiencias medioambientales’: observación de osos, rutas en todo terreno interpretando la naturaleza… A ellos y también a los que venían al taller de artesanía que tenía mi tío".

"En 2020, fallece Victorino y en ese momento el alojamiento, que era de él, quedan en manos de sus herederas. No llegamos a un acuerdo y desde entonces el alojamiento permanece cerrado. Mi madre (Rosa García, reconocida como ‘Mujer Rural 2022’ por la Red Asturiana de Desarrollo Rural) y yo emprendimos una nueva andadura. Montamos nuestro propio taller-tienda de artesanía, La Guardia del Cunqueiru, y empezamos a hacer más o menos las mismas actividades medioambientales, pero ahora bajo el nombre de Trabáu Ecoturismo. Nosotros queremos acercar el visitante al paisaje y al paisanaje. Utilizamos los recursos de nuestra zona para dar valor a lo que el visitante viene a disfrutar. Y haciéndolo de la manera más sostenible, sin masificarlo, colaborando con productores locales. Organizamos eventos culturales como ‘Música y tradición’, en torno al folclore, a la pandereta, al baile tradicional. Otra experiencia que hacemos es ser cunqueiro por un día. Más allá de la visita que hacemos diariamente en el taller, que en una hora más o menos conocen la historia de los cunqueiros, la gente puede venir y hacer un cuenco de principio a fin, lógicamente con mi ayuda, y llevarse su cuenco a casa".

"Degaña es el concejo más pequeño de los que están en el Parque de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, aunque casi un 90 por ciento de su territorio es espacio protegido. Históricamente es, además, el concejo con más osos de Asturias. Pero es más difícil arrastrar visitantes aquí. Por una parte, porque hemos tenido históricamente una mala comunicación, aunque con el túnel del Rañadoiro ha mejorado. Por otra, Degaña fue un concejo eminentemente minero. En positivo nos dio muchos puestos de trabajo y la renta per cápita más alta, pero hoy la reconversión es complicada. La gente aquí estaba acostumbrada a tener un buen salario, con trabajo a la puerta de casa aunque fuera peligroso. Ahora hay pocas iniciativas de emprendimiento. También hay un tema cultural de fondo en todas la zona rural: parece que a la juventud se la educó para irse de aquí".

"El problema del desarrollo del medio rural siempre lo explico con un ejemplo que es un poco escatológico, pero creo que es ilustrativo. Digo que es tener un gran castillo encima de un gran montón de mierda. Es decir, de nada me sirve que hablemos de planes, de desarrollo turístico, empresarial, de mejoras de comunicación, de autovías, de conexión a internet.... si luego la gente que nos quedamos aquí no tenemos servicios, colegios, bancos, farmacia, los servicios básicos que un emprendedor o una persona joven necesita para poder desarrollar su iniciativa vital".

"Vemos que esos servicios se están aminorando por falta de población. La preocupación de cualquier persona responsable que quiera tener un hijo en el medio rural es si tendrá colegio, porque cada vez hay menos población y los cierran. La especie en peligro de extinción en estos territorios con los paisanos y las paisanas rurales. Hay que fijar pobladores locales y atraer otros nuevos. Viviendo en estos territorios ya asumes un sobreesfuerzo pero creo que hay ciertos servicios que hay que garantizar y que no se garantizan".

"Lo vimos en la pandemia. En las ciudades hay un exceso de población, de gente hacinada en edificios, pagando más de la mitad de su salario para una habitación compartida en un piso. Pues quizás desde las administraciones se deberían de buscar fórmulas para atraer y captar a esa población, generándoles oportunidades para que puedan vivir aquí. Con fiscalidades adaptadas, con medidas adaptadas a cada territorio. Se debería de hacer un esfuerzo grande para generar bancos municipales de vivienda con los que se promoviese el acceso a un techo a la gente que quiera venir aquí. Y programas formativos para la integración de los nuevos pobladores, que desarrollásemos nuevas ruralidades. Ya no es como antes que si venías al pueblo sólo podías vivir de las vacas o del campo. Ahora, con una conexión con fibra óptica puedes estar aquí trabajando de lo que quieras. Programas orientados a fijar población y a generar calidad de vida a la gente que quiera venir aquí. Y también entender que, en el pueblo, el pilar fundamental es que es una comunidad en la que la gente vive en consonancia con la naturaleza y con la gente que les rodea. Es la diferencia con lo impersonal de las ciudades".