Marina quiere montar un grupín curioso para revivir la huerta moscona

"Éramos la despensa de Oviedo y hoy apenas hay productores"

ASTURIANOS EN GRADO: Marina Solís

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Marina Solís, agricultora ecológica. Sus bisabuelos y sus abuelos vendían sus productos agrarios en el mercado de Grado y ella, después de trabajar como geóloga ocupando puestos directivos, ha vuelto a vender en el mercado lo que cosecha junto a su marido en su explotación agrícola en ecológico. Regenta, además, una tienda de productos «eco», en la villa moscona. A sus 47 años, Marina Solís Berdasco, ha cambiado de vida. Su tiempo vital es otro. Ya no está encerrada en un despacho ni tiene que pelear con jefes. Tiene tiempo para su familia.

"Somos de Grau, de la villa, de toda la vida. Yo soy geóloga y mi marido, Oscar, es calderero. Tengo un comercio minorista de productos ecológicos y de proximidad y luego, mi marido y yo, tenemos una explotación agraria en ecológico".

"Nosotros vivimos como ocho años fuera de Grau, en Burgos y en León por mi trabajo. En el 2007, cuando decidí ser madre, me quedé sin trabajo y volvimos a Grau. Yo trabajaba en una empresa de ingeniería y de control de calidad como geóloga de campo y luego como directora de un laboratorio de materiales de construcción entre Burgos y León. Era una empresa muy especial de nivel internacional que no querían que tú trabajaras en el sitio del que eras, porque así estabas más tiempo en el trabajo. Tampoco querían que las mujeres tuviéramos hijos porque si no, no íbamos a hacer horas. De aquella yo tenía 30 años y ellos consideraban que ya no iba a tener hijos. Entonces cuando les dije que estaba embarazada ya no les gustó. Y cuando volví de la baja de maternidad ya no tenía despacho. Encima de una mesa tenía mi carta de traslado de León a Valladolid. Tenía la niña de dos meses y medio y acabábamos de comprar un piso en León, así que decidimos que no, que nos volvíamos Asturias. Por eso, cuando hablan de la conciliación, la realidad es que no la tenemos todavía. Podrán tenerla las mujeres con un puesto de trabajo dependiente del Estado, funcionarias o así, pero las que intentamos trabajar en una empresa privada la conciliación prácticamente es imposible. Siempre llega un momento en que tienes que elegir entre el trabajo y tener familia".

"Total que volvimos a Grau en las navidades de 2007. De aquella mi marido había acabado el trabajo en los túneles de Pajares. Yo tuve mucha suerte porque a los tres meses me llamaron para entrar como directora de un laboratorio de materiales de construcción en Llanera, donde estuve trabajando hasta la pandemia, hasta el 2020. Pero, con la crisis de la construcción, pasó que si quería seguir me tenía que reincorporar al departamento de geotecnia, lo que suponía viajar, tener que vivir de hotel de lunes a viernes y, claro, de aquella ya teníamos dos crías. Así que dejé el trabajo. Cuando uno llega a una edad antepone el dinero a disfrutar del tiempo de tu vida. Y yo me dije: ‘No puedo volverme a meter en un despacho encerrada, peleándome con los clientes, peleándome con jefes, llevando curro para casa’".

"Ahora mi marido volvió a trabajar de caldedero, pero cuando las crías eran más pequeñas él dejó de trabajar y quedó al cargo de ellas. Ahora la mayor hizo 16 años y la pequeña tiene 11. Candela y Sara, se llaman. De verdad que no puedo tener queja con él. No todos los hombres lo hubieran hecho. De aquella, fue también cuando Oscar empezó con lo de la agricultura ecológica. Ahora llevamos la explotación entre los dos, vendemos en el mercado de Grau y yo abrí la tienda en octubre de 2021. Voy tirando. Como yo digo, compensamos gastos. Las entradas con las salidas".

"Cultivamos en ecológico, sin química, intentamos cuidar la tierra, rotar las plantaciones, y guardar y recuperar semilla de aquí. Más que nada, es una utopía ¿sabes? Es complicado producir en eco. Y más con el cambio climático éste que estamos teniendo. Estamos todos los agricultores muy vendidos".

"Nosotros cultivamos todo lo que pueda haber de temporada: patata, tomate, berza, arbeyos… Ahora estamos experimentando un poco con el aguacate, a ver si somos capaces de sacar un poco. Pero la niebla que se mete aquí en Grau no ye buena pa él".

"Ahora en Grau somos muy pocos productores primarios, somos cuatro. Y ye una pena para la cantidad de veiga y tierras fértiles que hay. Ahora estamos mirando a ver si nos juntamos para intentar comercializar conjuntamente todo lo que tenemos aquí. A ver si somos capaces de montar un grupín curioso y elaborar y comercializar conjuntamente productos de aquí, de la huerta de Grau".

"Y sería más actividad para la veiga. Aquí en un momento se hablaba de potenciar la veiga con un monocultivo pero… ¿realmente ye beneficioso para la gente del pueblo que venga una empresa de dónde sea a ponete todo de kiwis y a pagar un sueldo mísero a quien lo vaya a recoger? No ye progreso".

"Grau siempre fue la despensa de Oviedo. Lo que pasa que, no sé, es que se intentó convertir a este pueblo más en una ciudad de dormitorio que en otra cosa. Y creo que ahí estamos equivocados. Porque Grau no tiene industria ya, y ahí quedamos muy colgaos. Para criar a los hijos es un sitio estupendo. Tienes los colegios, los institutos, deportes a dolor, queda todo muy cerca, los guajes con determinada edad ya pueden entrar y salir de casa solos sin que les pase nada. Pero luego los padres tenemos que coger un coche y marchar a trabajar a Oviedo, Gijón o Avilés y ya tienes que dejarlos con alguien. Entonces si tuvieras aquí algo, un tejido, industria suficiente como para no marchar, ya ye otra vida".

"Ye verdá que lo mío fue un cambio radical de vida. Y hay díes que me arrepiento. Hay díes que digo: ‘Jolín, yo allí iba a trabayar de 8 a 3 y el día 5, el dinero en el banco. No tendría que andar pensando: tengo que pagar eso, tengo que pagar lo otro. Pero lo compenso dedicando el tiempo lo que realmente me gusta. Yo soy feliz yendo a la tierra y tando al aire libre. Trabayo y, cuando canso, siéntome y fumo un pitín. Si voy muy temprano ala huerta por la mañana, llevo un cafetín en el termo pa media mañana".

"Ye otra manera de vivir. Fue una cosa que descubrí con el tiempo. La tierra la odiaba de cría. Cuando mi madre decía que había que bajar la tierra a ayudar a buelito con las patatas, me daba mal. Y luego, col tiempo, ye una cosa que veslo crecer y tú tas allí. Yo pongo mucha música y a veces hablo con elles. O les cuento mis historias a los tomates mientras los podo. Y ta bien, porque nadie te puede decir que tas confundido o que tas tomado la decisión equivocada. Y luego en la tienda a mí gústame mucho charrar y, cuando vien alguien a comprar, damos una vuelta al mundo. Ponémoslo p’arriba y p’abajo. Ta bien…".