José, el tixileiro que tornea un futuro en el confín de Asturias

"Esto no es crear un destino turístico de un año para otro, hay que ir poco a poco"

ASTURIANOS EN IBIAS: José Enrique González

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

José Enrique González Gavela, empresario de turismo rural. A sus 25 años, José Enrique González Gavela se ha hecho cargo del negocio familiar, el núcleo de turismo rural El Tixileiro, que su padre, Enrique González, abrió en Sisterna hace 37 años. El hijo, además, ha ampliado el negocio al asumir también la gestión del hotel de Cecos, cerca de San Antolín. Es el empresario más joven del concejo ibiense.

José Enrique González Gavela, de 25 años, nació y vive en el pueblo ibiense de Sisterna, que junto con El Bao, El Corralín y Tabláu, conformaba el territorio de los cunqueiros, o tixileiros, artesanos de la madera que iban por toda España vendiendo sus objetos de madera y que hablaban una jerga propia, el tixileiro. La inventaron para comunicarse entre ellos y que los clientes no entendieran nada. Hoy, José Enrique, que regenta dos negocios de restauración y alojamiento –en Sisterna y en Cecos–, es empresario turístico, el más joven del concejo ibiense, un territorio que carga con el peso de ser históricamente el peor comunicado y remoto de Asturias. Un lastre que se refleja en su evolución demográfica: ha perdido ocho de cada diez vecinos desde mediados del siglo pasado. Así ve José Enrique el pasado, el presente y el futuro de Ibias:

«Mis abuelos ya tenían una taberna sencilla, una taberna de pueblo. Mi padre había ido a trabajar a Madrid y allí tenía un empleo bueno, bastante cotizado, porque era técnico de televisión cuando prácticamente no había televisiones en el mercado. Pero tuvo una crisis existencial y volvió aquí a Ibias y quiso invertir aquí y, bueno, le fue bien. Lo primero que abrió fue una discoteca donde tenemos ahora al local, en Sisterna. Una discoteca que se llamaba ‘Tahití’ y que fue un éxito total en los años ochenta. En esa discoteca, que abrió con la ayuda de mis tías y de mis abuelos, en su día se trabajaba bastante fuerte».

«Pero los tiempos fueron cambiando y hubo que ir adaptándose. Con la decadencia de la minería y el despoblamiento que supuso, la discoteca no era una opción viable de negocio en esta zona. Hubo que cambiar un poco el rumbo y el negocio empezó a ser un tipo pensión con restaurante. Aún quedaban vestigios de la mina y empezó a hacerse la carretera de Tormaleo al puente del Rebollar, la conexión con Degaña, en el año 1997-98. Había muchos trabajadores haciendo esa carretera, así que todavía ese modelo de negocio aguantaba. Cuando fueron finalizando estas obras fue ya cuando mi padre se decidió a cambiar al tema del turismo rural y abrió el núcleo de turismo rural El Tixileiro. Mi padre fue pionero en ello en esta zona. Fue cuando se fundó el primer hotel rural de España, la Rectoral del Taramundi. Pues nosotros empezamos también aquí por aquella época».

Aquellas vacas gordas

«Yo nací en 1998 y, cuando era pequeño, hasta el 2005-2006, Ibias probablemente era uno de los concejos de toda Asturias con más renta per capita. Corría el dinero gracias a la minería, los que trabajaban en la explotación de Tormaleo y los que iban a trabajar a Degaña. Y con ello pues mis padres trabajaban muchísimo, pero les iba bastante bien. Trabajaban bastante fuerte y, en fin, era una época de vacas muy gordas. Más del 70% de la gente trabajaba en la minería o en sectores que estaban alrededor de la mina. Claro, todo eso daba dinero alrededor: los bares que viven de los que salen del trabajo y van a tomar una cerveza, restaurantes, tiendas, todo… Todo giraba en torno a la mina. Luego así pasó, que los negocios que no se adaptaron a la caída de la minería fueron cerrando».

La huida al Centro

«Cuando toda esa gente de la minería se fue prejubilando, decidió invertir en ciudades más grandes porque, a lo mejor, tenían hijos y tenían que ir a estudiar allí. Así que se fueron para Oviedo, Gijón, León; en fin, a todas esas urbes más grandes. Claro, eso provocó pues aquel despoblamiento, que se acusó muchísimo aquí en Ibias. Además, mucha gente que se marchó, dejó de venir al concejo. Son pocos los que regresan habitualmente». (Ibias, que hoy no llega a 1.200 habitantes, perdió nada menos que un millar de vecinos en el tránsito entre los años ochenta y los noventa y otros quinientos residentes en la última década del siglo XXI).

«Yo fui a clase en Cerredo hasta los trece años y luego ya me fui a Oviedo. Cuando terminé el bachiller, empecé la carrera universitaria, administración de empresas y turismo. Y, bueno, por devenires de la vida, volví porque mi padre se jubiló y cogí las rentas del negocio. Era lo me gustaba, pero también tenía una responsabilidad por toda la inversión que habían hecho mis padres y los años de sacrificio que tenían a sus espaldas. Pues dije: ‘Me voy a mi casa a coger mi negocio y trabajo para mí’. Ahora los tiempos andan un poco apretados, pero, bueno, no hay queja. Ya llevamos 37 años con el negocio, tenemos diez empleados, somos la tercera empresa de Ibias».

«El 25 de octubre del año pasado cogimos la gestión del hotel de Cecos (de propiedad municipal, abierto en 2011 con apoyo del Principado) y también se llama ‘El Tixileiro’ que es la marca nuestra. Actualmente, somos el único establecimiento de alojamiento tipo hotel que hay disponible en esa zona. También están los apartamentos Valle de Ibias y hemos llegado a un acuerdo con el dueño y lo gestionamos juntos. El haber cogido ese hotel son cosas, épocas personales que tiene uno, que necesita un poco, algo de aventura. Pero lo pensé mucho. Con el negocio de Sisterna funcionábamos, vivíamos lo mejor que podíamos, pero sentí la necesidad de coger éste de Cecos y aposté muy fuerte por él».

Hacer destino

«Digamos que la cabeza más visible del parque natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias es el concejo de Cangas del Narcea. Pero Ibias, por el paisaje que tiene, por lo que puede llegar a ser, en mi opinión puede ser un destino turístico muy potente. No sólo en Asturias, en España. Una buena alternativa económica es el turismo. La ganadería ya no es un sector que mueva la economía de Ibias; no hay nadie que se dedique profesionalmente a ello, digamos. Y para el turismo tenemos todo. Tenemos paisaje, buena gastronomía y tenemos el tema vinícola, que ahora está también muy de moda. Tenemos dos bodegas que están dentro de la denominación de origen (DOP) Vino de Cangas y también hay otra, más chiquitina, que sería un poco más de ámbito familiar. Desde luego, la gente por comer y por beber se mueve más fácil que quizás por otras cosas, así que el vino puede ser un gran atractivo».

«A mí el tema del vino, personalmente, me apasiona y es algo que estoy intentando promover bastante porque pienso que puede ser una alternativa para mi negocio. Una alternativa muy potente a venir aquí a hacer senderismo. Visitar Ibias para hacer una cata, en un paraje espectacular y encima comer bien pues es algo que nos gusta a todo el mundo, digamos. Hay muchos componentes para que Ibias sea un destino turístico potente que no están desarrollados como se debería, pero que están ahí y que si se va trabajando poco a poco se puede lograr. Porque esto no es crear un destino turístico de un año para otro, hay que ir poco a poco, trabajar el tema de la publicidad, posicionarse. O sea, lleva su tiempo».

La restauración de Tormaleo

«La restauración ambiental de la mina de Tormaleo, que es un proceso muy lento porque estamos hablando de una gran extensión y llevará previsiblemente más de cuatro años, puede ser también una alternativa para que la gente tenga para hacer algún tipo de actividad acuática (se contempla, en la antigua balsa, un lago con playa artificial). La gente, cuando viene a un destino, quiere tener alguna cosa que hacer, y en cuanto a turismo activo aquí no hay nada».

«Es verdad que desde San Antolín se tarda dos horas y pico a Oviedo. Sisterna, donde yo resido, que está hacia la parte de Degaña, tiene mejor comunicación con La Meseta. En hora y tres cuartos estoy en Oviedo más o menos. Si la carretera está medianamente bien, si tienes unas condiciones que puedas viajar cómodamente por ella al final a la gente le da igual un poco la distancia para venir a pasar un fin de semana. Pero no sólo importa la carretera, nos falta una conexión de internet adecuada, aunque cada vez va siendo mejor. Para los negocios que yo llevo a cabo es muy importante tener una buena conexión de internet».

«Aquí tenemos también el problema de la falta de infraestructura turística, con lo cual no podemos acoger eventos grandes, acoger a toda la gente que nos gustaría. No tenemos donde alojarlos a todos o que puedan ir a comer. En fin. Ahora mismo en San Antolín para comer está lo nuestro, en Cecos, y lo de Hermanos Leiguarda. Pero cuando ha habido un evento, como una concentración de motocross y de quads que hubo en Semana Santa, eran trescientas y cinco personas y no damos abasto para acoger a toda esa gente».

«Otro problema que tenemos es el de la mano de obra. Nosotros podríamos tener bastante más trabajo del que tenemos, pero no encontramos trabajadores. En mi sector, en concreto, hay mucha leyenda negra con los hosteleros. Muchos tratamos de hacerlo lo mejor posible. Intentamos que nuestros trabajadores estén bien, somos los primeros que nos interesa tenerlos en unas condiciones dignas y que la gente pueda vivir de su trabajo aquí. Nosotros damos hasta opciones de alojamiento para los empleados. Tenemos soluciones para que vengan. Pero, con todo y con eso, no hay mucha disponibilidad».

El gran olvidado

«Creo que Degaña e Ibias son dos de los grandes olvidados de Asturias. Ya no te voy a decir los que más. En Ibias, que es lo que yo puedo hablar, que es donde yo resido, tenemos muchos componentes para ser una zona muy potente, pero no tenemos todos los recursos que nos gustaría. No hay toda la promoción que nos gustaría. En fin, claro, pues es lógico que la gente no se atreva a invertir o a abrir algún tipo de negocio. Si tiramos del carro solamente el sector privado, si somos tres empresas, es imposible que saquemos un destino adelante tres o cuatro pequeñas empresas. ¿Podemos vivir de ello? Sí pero para que más gente se atreva a invertir se necesitan otros componentes, como ayuda de la administración. Como se han promocionado otras zonas pues que se promocionen estas zonas más deprimidas».

«Yo, que he estado bastante tiempo viviendo en Oviedo, he tenido el modo de vida que puede tener cualquier chico en una ciudad, y creo que tenemos muy mal concepto de lo que es la vida en un pueblo. Vivo en Sisterna y nosotros tenemos prácticamente los mismos medios, los mismos servicios que pueden tener en una ciudad. Aunque también es verdad que yo entiendo que aquí, por las distancias, se necesitan muchos más medios para poder ofrecer servicios a la población. A veces es difícil porque es un concejo de mucha extensión, con 70 pueblos y poco más de 1.000 habitantes, con carreteras de acceso bastante complicadas, y mucha gente envejecida».

Sigo y seguiré

«Hombre, la vida aquí va a otro ritmo. Y el dinero vale más, digamos, porque la vida es más barata que una ciudad. Pensamos que, por ir a una ciudad, ya lo tenemos todo. Y eso es una pena porque muchos chavales que a lo mejor pueden tener una alternativa aquí, por no querer romperse la cabeza o por lo que sea, pues no se atreven a quedarse y emprender».

«En su día yo tuve oportunidades de poder invertir en otros sitios, de poder llevar a cabo este negocio en otros sitios, pero sabía que mi futuro pasaba por quedarme aquí en Ibias, donde tenía mi residencia. Nosotros, pese a todo, pese a que es una zona despoblada a raíz de la decadencia de la minería, vamos creciendo poco a poco. Yo sigo apostando por ello, y seguiré hasta que me jubile y más».