Adolfo nació en el mundo de la tonelada pero hoy pica un futuro entre nanómetros

ASTURIANOS EN SAN MARTÍN DEL REY AURELIO: Adolfo Fernández

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Adolfo Fernández, director del Centro de Investigación de Nanomateriales y Nanotecnología (CINN). Químico de formación, este hijo de minero, de 49 años y vecino de El Corvero, en la Hueria Carrocera, dirige un centro tecnológico que ampara a unos sesenta investigadores y cuyas dependencias principales ocupan el solar de las antiguas instalaciones del Pozo Entrego

–Para que la gente lo entienda, cuando hablamos de nanotecnología se hace referencia a un tema de tamaño. El prefijo “nano” es el equivalente a diez a la menos nueve. O sea, cuando un metro lo divides mil veces, tienes un milímetro. Esa escala todo el mundo la tenemos en la cabeza. Pero si divides el milímetro mil veces tienes una micra. Eso ya no lo vemos con los ojos. Estamos hablando ya de algo muy pequeño, eso es diez a la menos seis. Pues si divides esa micra mil veces es cuando tienes un nanómetro. Esa es la escala a la que trabajamos nosotros. Es ya la escala de los átomos, incluso inferior a muchas de las moléculas. Si nos refiriéramos al campo biológico es la escala donde están ocurriendo las cosas.

Habla Adolfo Fernández, científico de 49 años, hijo de minero. Es el director del Centro de Investigación de Nanomateriales y Nanotecnología (CINN), ubicado en El Entrego. Acaba de explicar cuáles son las dimensiones del mundo que exploran los sesenta científicos integrados el centro. Adolfo nació y creció en un mundo donde, por imposición del monocultivo minero, todo se medía por toneladas, por montañas de carbón. Él, en cambio, trabaja en lo más pequeño, donde las cosas pierden su tamaño a ojos vista y suponemos que pesen nada. Dirige un centro que surge de la alianza del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de la Universidad de Oviedo y del Principado de Asturias, y que está en un moderno edificio levantado en las antiguas instalaciones del Pozo Entrego, el primer pozo vertical que hubo en las Cuencas y el segundo de Asturias, después del abierto junto al mar en Arnao (Castrillón) en aquel lejano 1833. También la vida de Adolfo refleja ese cambio de época, entre la escombrera y el nanómetro.

Padre minero

«Yo soy del Corvero, de la Hueria Carrocera de toda la vida. Y vivo en El Corvero, en la antigua casa familiar. Mi madre, Armanda, fue ama de casa. Mi padre, Adolfo, era minero. Los dos fallecieron ya. Mi padre murió muy joven el hombre, por silicosis. Trabajaba de picador, subiendo chimeneas. Él comenzó a trabajar en los años 40, era una época en la que obviamente tampoco tenían tantas medidas de prevención. Murió en 1985, con 54 años, cuando yo tenía once».

«Estudié Primaria y Secundaria aquí en El Entrego y luego me licencié en Química por la Universidad de Oviedo. Siempre me gustaron las Ciencias. En el momento en el que te toca elegir ya qué carrera vas a hacer, te guías un poco por lo que más te ha gustado en el bachillerato. Y a mí me gustaba la Química. Tampoco en esos años tomas decisiones tan prácticas a largo plazo. Luego ya, estudiando la carrera, en el último año, disfruté de una beca que me permitía estar en el laboratorio, colaborando con los grupos de investigación de la facultad. Eran un par de horas al día por las tardes. Y ese ámbito de investigación sí que me gustó desde el principio. Por lo demás, yo solo tenía claro terminar la carrera y hacer el doctorado».

En Francia y de vuelta

«Hice el doctorado en lo se llamaba Instituto Nacional del Carbón, que ahora ha cambiado de nombre, es el Instituto de Ciencia y Tecnología del Carbono, INCAR, que está en La Corredoria (Oviedo) y pertenece al CSIC. Posteriormente, la especialización postdoctoral la hice en Francia, en Lyon, en el INSA (el Instituto de Ciencias Aplicadas, en francés) de Lyon, que pertenece al CNRS, el equivalente al CSIC en Francia».

«Estuve ahí dos años, luego me volví a incorporar aquí, en España. Estuve unos años trabajando en lo que entonces se llamaba ITMA (Instituto Tecnológico de Materiales) que ahora está integrado en Idonial. Era una época donde había una alianza ITMA-CINN, teníamos objetivos complementarios. El CINN se creó en 2007 y luego nos movimos aquí a El Entrego en 2014. En julio hizo los 9 años que estamos aquí. Yo soy director desde finales de 2019».

«En Francia estuve en un momento, además, donde estaba haciendo un cambio de temática de trabajo, distinta de la que había estudiado en la tesis, y estaba pasando al campo donde desarrollaría luego toda la carrera profesional, en el ámbito de los nuevos materiales cerámicos compuestos. Desde el punto de vista técnico me vino muy bien para familiarizarme con todas las tecnologías y los procedimientos».

«Lo que tiene la carrera de investigador es la incertidumbre. Cuando uno sale al extranjero, no se puede plantear volver en tal fecha, cuando acabe el contrato que lo llevó fuera. Todo depende de la posibilidad de conseguir otro contrato de reincorporación en España. Yo justo antes de cumplir el período que tenía allí, conseguí una beca para poder volver».

El mañana está a tres calles

«El CINN es un centro mixto en el que participa en el CSIC, la Universidad de Oviedo y el Principado de Asturias, con su apoyo económico. El personal lo aportan el CSIC y la Universidad de Oviedo. El personal universitario está en la Universidad. Es decir, de los sesenta que somos en el centro, entre El Entrego y en Sotrondio, donde también tenemos instalaciones en el polígono de La Florida, aquí estamos un poco más de la mitad».

«Somos conscientes de que hay ciento grado de desconocimiento sobre el CINN entre los vecinos de la zona. Queremos también difundir todo lo que aquí hacemos aquí porque, muchas veces, uno puede estar viendo en los medios de comunicación centros muy avanzados en otros sitios y realmente no es consciente de que aquí, tres calles más arriba, tienes un centro igual de avanzado que ese que estás viendo. Y está al lado. Creo que es para estar orgullosos. Ya vamos para diez años y creo que, para las Cuencas, es un buen indicador el contar con un centro de estas características».

«Por eso estamos siendo cada vez más activos en temas de divulgación. Hacemos jornadas de puertas abiertas y tenemos un museo ‘Mundo 3D’ (con hologramas y sorprendentes técnicas de reproducción de imágenes) bastante atractivo de ver. Y está abierto al público. Cuando la gente viene a visitarlo también contamos un poco de lo que hacemos. Pero sabemos de ese ‘gap’ que tenemos que cubrir, que los conozcan más».

–Pues, aproveche ahora y cuénteme qué hacen.

–Hay temáticas bastante diversas. Hay que ver la nanotecnología no como una disciplina independiente, sino como un campo interdisciplinar en el que trabajamos químicos, físicos, ingenieros, biólogos… Es algo transversal. Y todos esos campos de conocimiento son necesarios para poder sacarle beneficio a las investigaciones. El hilo conductor es que nosotros trabajamos con materiales que adquieren propiedades especiales diseñándolos a distintas escalas, desde la nanoescala, a la microescala y a la escala ya macroscópica que todos conocemos. Las temáticas son diversas. Hay un grupo que trabaja en el ámbito de la salud. Está investigando desde nuevos materiales para implantología, nuevos materiales antimicrobianos, o la comprensión de todos los mecanismos –factores epigenéticos principalmente– que afectan a la evolución de enfermedades o al envejecimiento celular. Luego, hay otra área bastante grande que trabaja en tecnologías cuánticas. Trabajamos en materiales bidimensionales para el almacenamiento de información, en la manipulación de átomos fríos para temas de supercomputación.

«En las instalaciones que hay en el polígono de La Florida trabajamos en el desarrollo de materiales especiales. Fundamentalmente, materiales compuestos basados en componentes cerámicos para aplicaciones muy diversas, desde elementos para industria aeroespacial, disipadores de calor o desarrollo de materiales a demanda para solucionar problemas concretos que nos planteen nuestros colaboradores en ese momento».

Catorce patentes

«Tenemos ya 14 patentes. Si nos centramos en producto, el desarrollo que tenemos más avanzado es un implante cerámico. La spin-off que salió del centro, Nanoker Research, está trabajando ya en su comercialización. Es un implante dental cerámico que tiene actividad frente a la perimplantitis. La base de la peridontitis, lo que se conoce como piorrea, es que el paciente tiene una serie de bacterias que están anidando en esa zona del hueso. Esas bacterias están provocando todos esos problemas, llegando incluso a la pérdida del diente. Esos pacientes, cuando necesitan implantes dentales, tienen un riesgo muy elevado de tener un rechazo al implante. Y para evitar eso, lo que se ha investigado en el centro es incorporar un material en el propio implante, en la zona conflictiva donde tienden a fijarse las bacterias, para evitar que proliferen y así alargar el tiempo de vida del implante. En este momento se está en la fase de estudio clínico y los resultados son muy buenos. Eso todo lo lleva la spin-off del centro porque los temas de comercialización de productos ya se van más allá de nuestro ámbito. Pero las investigaciones originales surgen de aquí del centro. En el ADN del CINN tenemos siempre el trabajar con empresas para trasferir el conocimiento o, como que te acabo de comentar, generar nosotros esa propia empresa de base tecnológica para explotar los resultados de nuestras investigaciones»

Ciencia, ciencia, ciencia

«Yo creo que todos los pasos que se están dando ahora en Asturias van en la línea de apostar por la investigación y la ciencia como motor impulsor de la economía. Hay que tener claro que es una apuesta, cuanto menos, a medio plazo. Es decir, no da resultados inminentes. Pero el modelo científico funciona».

 «Otros lugares del mundo donde se ha apostado por la investigación y por la ciencia son los que luego recogen los frutos y son las regiones con tasas de crecimiento altas. Entonces, bueno, ¿por qué no vamos a hacerlo también en Asturias? Y, además, yo creo que sí que se está apostando desde el Gobierno del Principado, que tiene una consejería propia de Ciencia».

«Creo que desde la pandemia ha cambiado la visión que la sociedad sobre la investigación científica en tanto que nos sacó de muchos problemas en los que nos había metido el Covid. De las pocas cosas positivas que ha tenido la pandemia está que la sociedad ha visto de golpe que lo que hacen los científicos sirve. Eso ha supuesto un empujón muy grande. Cierto que es un tema que ha afectado a la salud de toda la población, y con la salud la sociedad está siempre mucho más receptiva. Pero la investigación es necesaria en todos los campos. Para mejorar los procesos industriales, las prestaciones de los productos, para ser más competitivos… Incluso en ciencias sociales es necesaria la investigación. Es la investigación lo que nos permite avanzar. Siempre que eso luego lo lleves al mercado, que es uno de los propósitos de nuestro centro. Todo ello aumentará la competitividad de las empresas y, en su momento, puede generar un ecosistema o efecto llamada que permita dinamizar la economía y ya que lo pueda ver el ciudadano de a pie».

«En la investigación científica no ves el resultado plasmado en algo tangible de manera inmediata. Los tiempos de maduración y, dependiendo del sector, se pueden dilatar mucho. Desde que uno tiene la idea o hace la primera prueba en el laboratorio hasta que sale de ahí algo que puede ser beneficioso para la sociedad, ese tiempo puede ser muy largo. Pero la gente tiene que ser consciente de que, a poco que analice cómo está cambiando constantemente el mundo a su alrededor, ahí debajo está la investigación básica. Todos tenemos un móvil, que además es un GPS, pues todo eso lleva mucha investigación detrás y desde disciplinas que, en principio, ni siquiera se habían planteado que de ahí surgiera el GPS, por ejemplo. Con la investigación básica se van conociendo los fenómenos que ocurren, vas avanzando y vas viendo las potenciales aplicaciones, y al final acabas consiguiendo avances que ya hemos asimilado en nuestra vida diaria pero que, incluso, hasta el propio investigador no le dio valor cuando hizo ese hallazgo».

Terreno inexplorado

«Barro un poco para mi casa y ahí está el potencial de los nanomateriales en sectores muy diversos por las propiedades especiales que tienen. Trabajamos en un terreno inexplorado hasta el momento en el que depositamos muchas esperanzas de conseguir grandes avances en los ámbitos de la salud, y otros. Pero ahí especialmente. La nanotecnología se relaciona a nivel de escala con los fenómenos que tienen lugar en el mundo biológico, así que es un campo donde se puede llegar a conseguir grandes avances mediante el estudio de nanomateriales y la implantación de nanotecnologías en algunos dispositivos·.

«Aunque estuve dos años en Francia y luego trabajando en Oviedo y en Llanera, lo cierto es que siempre he vivido aquí. Y es verdad que, al ser ésta una zona minera con la actividad tremenda que aquello generaba, ahora se nota una bajada no sólo en la actividad, también en cuando al envejecimiento de la población. Pero lo que hay que hacer es seguir buscando soluciones para revertir esa situación. No conformarse, vamos».

«Más que pensar que no hay futuro para las Cuencas, lo que hay que pensar es que el futuro va a ser distinto de lo que entonces imaginábamos. Es verdad que en algunos hubo la esperanza de que todo siguiera igual, pero estaba claro que el cierre de la minería no se iba a detener, que iba a ocurrir. Yo creo que tenemos futuro, pero va ser de una manera distinta a como ha sido nuestro pasado reciente. Igual peco de optimista, pero creo que en ese recorrido (el del cierre de la minería y la reconversión) hemos pasado los momentos de más depresión, cuando se veía el final de la minería en esta zona y no se vislumbraba un futuro. No es que ahora mismo haya mejorado muchísimo, pero creo que ya hemos pasado a ese punto mínimo de la curva y vamos un poco hacia arriba. Y es importante que la gente vea que se hacen cosas por revitalizar la zona. Aunque, obviamente, tendrá que transcurrir un tiempo para que los grandes resultados, ya sea por empleo o por implantación de empresas, que es lo que se busca también, se dejen notar. Pero, por lo menos, que se vea que se están lanzando iniciativas. Por ejemplo: nadie hubiera pensado que en la Cuenca podría haber un centro de investigación como éste aquí. Este es un lugar con unas comunicaciones muy buenas. ¿Por qué no vas a poder tener un centro de estas características aquí en la Cuenca».