Laura inventó un bizcocho que hace recordar, como la magdalena de Proust

"Para que el algoritmo famoso dé visibilidad a tu negocio turístico las comisiones son inasumibles"

Laura Fernández, en su hotel de Rioseco.

Laura Fernández, en su hotel de Rioseco. / Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Laura Fernández, empresaria de turismo rural. Nacida en Rioseco hace 52 años, estudió Graduado Social y, tras una estancia en Madrid, volvió a su pueblo natal para abrir, primero un bar cafetería y después el hotel rural que regenta ahora en Rioseco, El Secreto de Julia.

"Soy de aquí, de Rioseco, como toda mi familia. Mi padre, Juan, empezó a trabajar muy joven en lo que se llamaba ‘La Fábrica’, en Rioseco. Fue la antecesora de la central hidroeléctrica, que luego pasó a la empresa Ercoa. Durante muchos años fue el encargado de la electrificación rural, del equipo que llevó la electricidad a muchos pueblos de Caso y Sobrescobio. Mi padre cuenta que, cuando llegaba la electricidad, los vecinos se emocionaban hasta el punto de organizar fiestas o de bajar corriendo a Pola de Laviana a comprar una cocina para prepararles la comida. Mi madre, Meli, era modista. Cosía pa fuera, como se decía entonces. Hoy se diría que era una gran emprendedora y artista".

"Fui a la escuela aquí y luego me pasó lo típico de nuestra generación: siempre te empujaban a irte fuera a estudiar, a buscar algo mejor, entre comillas. Fui a Oviedo a hacer Graduado Social en la Universidad. Luego me marché a Madrid. En la Universidad de Alcalá de Henares hice el CAP, el Curso de Adaptación Pedagógica para dar clase en Secundaria".

"En Madrid estuve viviendo tres años, sobre el 2000, y volví a Rioseco para preparar la oposición de Secundaria. Pero cuando estaba aquí yo ya veía que en Sobrescobio había posibilidades con el turismo rural. Me formé en el sector. Siempre me gustó tener mi negocio, pero no sabía cómo materializarlo".

"Entonces vi que había un campo aquí que no estaba cubierto y puse una cafetería de desayunos y meriendas. Se llamaba bar ‘La Estación’. Todo el mundo te decía: ‘Estás loca, estudiar una carrera para acabar haciendo esto. No va a funcionar. Un local pequeño y además en la carretera’. Pero salir fuera, estudiar y ver otras realidades también te da la visión de saber cuál es tu sitio. Y de ver otras cosas que se podían aplicar aquí".

"Cuando lo abrimos era un momento en el que el pueblo estaba un poco bajo, la verdad. Y creo que con el bar se dinamizó muchísimo el ambiente en Rioseco. Era un lugar de reunión, de eventos para todas las generaciones. También se incorporaron mucho las mujeres a la vida del bar. Llegamos a poner un príncipe Aliatar para los niños en Navidad. Y venían los turistas a desayunar. El desayuno era lo que hoy llaman brunch, pero yo no lo quise llamar en inglés. Todo con productos de aquí, recetas de casa y nada procesado. La decoración fue novedosa porque era como entrar a un salón de casa".

"Se llamaba La Estación, que hoy sigue abierto, pero lo llevan otras mujeres. No sé si conoces la historia de La Campurra, el tren que venía de La Pola de Laviana hasta Rioseco a recoger mineral de la Ruta del Alba y, más tarde, la madera (estuvo en funcionamiento entre 1921 y 1968). Pues recuperamos su memoria decorando el bar con fotos de aquella época. Yo estuve cinco años con La Estación, luego lo dejé; hicimos el hotel que llevo ahora".

"Ah, no te dije que el producto estrella del bar era el bizcocho, que lo seguimos haciendo en el hotel. Ye una receta sencilla de mi madre, que customicé un poco. En estos 17 años no encontré a nadie que no-y gustara ese bizcocho. Es más, voy a decirte que entre algunos turistas provocó hasta el efecto de la magdalena de Proust (risas). Hubo gente que lo volvió a probar después de algunos años y que inmediatamente le vinieron a la memoria los recuerdos de aquella primera vez que había venido por aquí".

"El hotel se llama El Secreto de Julia por nuestra abuela, que vivió con nosotros hasta los 93 años. Digo ‘nuestra’ porque la familia más íntima tiene también mano en el hotel. En este tipo de negocios la familia tiene mucho que ver con su apoyo, con todo. El logotipo son dos pájaros hablándose al oído, transmitiéndose de generación en generación las recetas tradiciones, como la del bizcocho, que yo customicé. Algún secreto también le añadí, así que ahora el secreto del bizcocho lo tiene El Secreto de Julia".

"Hablar sobre turismo a pesar de llevar tiempo y conocer el sector es complicado, controvertido y hasta contradictorio para mí. Por un lado, queremos gente y por otro no queremos saturación. También soy vecina y un sistema como el que ya hay en otras zonas no lo deseo para Redes".

"En Asturias, aunque lo parezca, somos pocos, sobre todo los pequeños, los que vivimos del turismo sin otras fuentes de ingresos. Nos perdemos en las webs de reservas, entre la marabunta no profesional. Para que el algoritmo famoso te de visibilidad las comisiones son inasumibles y a veces inútiles. Fomentar la reserva directa en establecimientos reglados es algo absolutamente necesario".

"Por otro lado, soportamos costes y obligaciones propios de grandes establecimientos o cadenas hoteleras sin tener las mismas posibilidades de negocio. Al final, los sitios conocidos, por lo que sea, son los que ‘triunfan’. Es muy difícil cambiar las tendencias sociales y quitar de ir a hacerse una foto al sitio de moda o lograr que la gente salga de casa más que el verano, los puentes y festivos. También es un tema económico, por supuesto".

"El turismo internacional tiene difícil acceso y una oferta enorme a lo largo del planeta. Mantenemos el turismo nacional, aparte de por el paraíso que es Asturias, por los bajos precios y la alta calidad. Además, últimamente, por el clima. El turista nacional, salvo excepciones, busca en internet la región y elige alojamiento, no le importa hacer dos horas o más de viaje al día para, desde aquí, ver Covadonga o Cudillero, que es lo que suena. Por eso a veces nuestras rutas y pueblos están vacíos con respecto a otros sitios. Aunque cada vez el Parque de Redes va siendo más conocido y el que llega alucina con lo que tenemos. Reivindicamos un turismo rural como concepto de reconocimiento de valor, respeto y mantenimiento de la vida y el trabajo en los pueblos y de sus entornos, no de explotación".

"Otro tema son los bulos sobre turistas que protestan por la vida en el campo. Nosotros no lo hemos vivido, el verdadero turista es súper respetuoso e, incluso, diría que con lo que escuchan a veces tienen hasta ‘miedo de hacer algo que no guste. Como siempre decimos molesta el que quiere molestar, en eso todos tenemos responsabilidad".