"En un incendio el problema no es cómo estaba ese espacio sino el fuego, la mayoría intencionado"

"Más del 80% de la ciudadanía considera que el cambio climático es un factor muy preocupante y que debe ser una prioridad, pero eso hay que aterrizarlo y tomar decisiones que afectan a la vida real"

Hugo Morán. | Miki López

Hugo Morán. | Miki López / Vicente Montes

Vicente Montes

Vicente Montes

Hugo Morán (Campomanes, 1963) es secretario de Estado de Medio Ambiente desde 2018, dentro del Ministerio para la Transición Ecológica. Su área ha acordado recientemente destinar un paquete económico para las labores de restauración de las zonas afectadas por los grandes incendios del pasado mes de marzo en Asturias.

–¿Qué intervenciones llevará a cabo el Ministerio en los terrenos quemados por los últimos incendios en Asturias?

–Las competencias en esta materia están transferidas a las comunidades, tanto en extinción como prevención. Pero habilitamos mecanismos de apoyo a las comunidades ante aquellos incendios que superen los recursos disponibles. En la extinción, con dos herramientas: operativo aéreo y operativos de tierra, como las brigadas de refuerzo (Brif), como la de Tineo. Recientemente sus integrantes estuvieron en Canadá, porque no sólo apoyan a las comunidades sino que a través de Eurorescue dan apoyo a países de la UE u otros. Y la parte de restauración también compete a las comunidades, salvo si los fuegos afectan a espacios de competencia estatal. Pero en el caso de grandes incendios, como el que afectó a Asturias, el Ministerio habilita crédito para reforzar esa tarea.

–¿A qué se destina es crédito?

–Lo normal es que en los cauces de coordinación se establezca un plan de acción que determina qué hace la comunidad y qué el Estado. Si afección al dominio público hidráulico, las confederaciones hidrográficas llevan a cabo esas intervenciones, porque no es raro que se produzcan procesos de arrastre con posible contaminación de aguas, y muchos cauces se usan para abastecimiento humano.

–¿Y concretamente en este caso?

–El incendio que sufrió Asturias fue inédito, el mayor de los datados hasta la fecha. Se han establecido dos paquetes de inversión, que suman casi un millón de euros. Se trata de acometer actuaciones para controlar la erosión, evitar la pérdida de suelos fértiles y limitar el arrastre a cauces. Además, se invertirá en prevención de plagas y enfermedades que suelen producirse tras los incendios, además de mejorar infraestructuras y pistas forestales.

–¿Cuánto tarda en recuperarse un bosque de los efectos de las llamas?

–Depende de los territorios. Asturias es privilegiada en su capacidad de autogeneración. A la vuelta de un año suele verse regeneración de la estructura vegetal básica. Respecto a las especies arbóreas, depende de la especie: si son de largo crecimiento se tarda décadas, pero en cuatro o cinco años ya el monte recupera aspecto si son especies de crecimiento rápido.

Estamos cerrando un convenio para reforzar el abastecimiento en el centro y el Oriente, con un volumen de inversión inédito

–El debate sobre por qué se producen estos grandes incendios es complejo. ¿Quemas incontroladas? ¿Abandono del monte y proliferación de maleza? ¿Contribuye el cambio climático?

–No hay respuestas sencillas y únicas a esto. Son fenómenos complejos y hay que tener en cuenta todos los factores. Es evidente que influye el cambio climático, como factor agravante; en condiciones menos agresivas el impacto sería menor. En la identificación de los orígenes de los incendios hay amplia hemeroteca sobre investigaciones policiales y es evidente, según las conclusiones, que el factor humano es el determinante. Dentro de ese factor hay situaciones distintas, desde incendios involuntarios (una colilla desde el coche, una barbacoa, o uso de maquinaria en zona forestal) hasta aquellos que obedecen a conductas delictivas asociadas a dos objetivos: provocar el incendio por el mero hecho de causarlo o actuar por intereses urbanísticos o incluso venganzas. No es fácil dar una respuesta sencilla.

–Pero el menor aprovechamiento humano de esos espacios facilita la propagación del fuego, aunque su origen sea intencionado.

–Cuando espacios dedicados al aprovechamiento ganadero y agrario pierden esa condición, pasan a ocupar otra función en el nicho ecológico y hay una reforestación natural que modifica las condiciones biogeográficas de ese espacio. En cuanto a establecer una relación… el problema de los incendios no es tanto ese como las causas por las que se generan. Si uno hace un análisis general se encuentra incendios de dimensiones colosales en terrenos explotados, como ocurre en Francia; o espacios de desarrollo urbano con grandes fuegos, como California. Incluso espacios no modificados (zonas de Canadá o Rusia o Australia) donde los incendios aparecen con su propio desarrollo natural.

–¿Y en España?

–En nuestro país hay una continuidad de espacios urbanos, espacios gestionados y naturales que se repite en todo el territorio. Y no se adivina una diferencia de riesgos. El problema no es la condición de ese espacio, sino la aparición de un fenómeno incendiario que en la mayoría de los casos es intencionado.

–¿Veremos más grandes incendios en los años venideros?

–En términos de superficie afectada ha habido décadas en las que se quemó más superficie, pero no en cuanto grandes incendios. En ese paso de incendios gestionables a otros más difíciles el elemento diferente son las condiciones climáticas, que nos llevan a lo que sabemos: veranos que incrementan en tres o cuatro semanas, factores de riesgo más largos, periodos muy largos de ausencia de lluvias. Todo eso eleva el riesgo. Y cuando todo confluye las respuestas clásicas se ven superadas ante incendios pavorosos. Hasta la fecha, en nuestro país no se han producido muchos, pero generan una tremenda preocupación que nos lleva a avanzar en mejores protocolos de respuesta y extinción.

–Salvo sectores reaccionarios, la evidencia científica sobre el cambio climático es indudable, pero las medidas necesarias para paliarlo siempre son polémicas.

–Más del 80% de la ciudadanía considera que el cambio climático es un factor muy preocupante y que debe formar parte de las prioridades de acción. Eso es algo que se constata tanto en Eurostat como por estudios de precepción ciudadana y sociológica. Pero esa percepción hay que aterrizarla y tomar decisiones que afectan a la vida real de los ciudadanos.

–Le ha tocado lidiar con decisiones respecto a regadíos que han sido polémicas. También las relativas a la transición ecológica. ¿Se están tomando medidas demasiado deprisa?

–No, lo que va demasiado deprisa son los impactos del cambio climático. Las proyecciones para 2050 o 2100 ya se adelantan décadas, con escenarios preocupantes.

–Cuando se habla de futuras restricciones de agua se mira al Sur.

–No es correcto: el año pasado en el País Vasco tuvieron que transportar cisternas a algunas localidades. En Galicia el problema es recurrente; en Santander también hasta que consolidarmos un mecanismo externo con agua procedente de la cuenca del Ebro.

La protección del lobo no es una decisión administrativa, sino que recoge un criterio científico

–¿Y en Asturias?

–Estamos cerrando un convenio para reforzar el sistema de abastecimiento al área central de Asturias y al oriente que supone un volumen de inversión inédito en la región. Pero en general, por muy rápido que vayamos en la capacidad de respuesta, los efectos del cambio climático en todos los ámbitos de la vida van todo mucho más deprisa.

–Disculpe, es inevitable preguntarle por el lobo. ¿Cambiará el estatus de protección de la especie?

–Las decisiones que se adoptan en gestión de especies obedecen a criterios científicos. Parece que son posiciones políticas, pero no es así. El procedimiento está marcado y regulado. La declaración en situación vulnerable o extinguida de una especie corresponde a un órgano de asesoramiento científico estatal, del que forman parte 19 científicos, la mayoría a propuesta de las comunidades autónomas. Analizan el estado de situación de una especie y cualquiera puede solicitar que se revise. Hace días este comité declaró extinguido el lobo en Andalucía.

–O sea, que no prevé cambios.

–Dependerá del estado de la especie y lo que diga el análisis científico. No es una decisión administrativa; únicamente damos carta de naturaleza a un criterio científico.

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