Ver a "Paca" y "Molinera", un "sueño" para los turistas

Las osas, acostumbradas a la fama, "maravillan" a los visitantes de la Senda del Oso: "Están casi en libertad y muy bien atendidas" | Los cuidadores se esmeran por "mantener su hábitat salvaje", dejando la hierba alta en los cercados, vigilándolas mediante cámaras y dándoles de comer "fruta, frutos secos, maíz y, algunos días, truchas"

La osa «Paca», entre abundante vegetación, en el cercado osero de los Valles del Trubia. | Miki López

La osa «Paca», entre abundante vegetación, en el cercado osero de los Valles del Trubia. | Miki López / Jorge LayJorge Lay

Jorge Lay

Un "sueño". Así califican los visitantes de la Senda del Oso, llena hasta los topes este verano, la oportunidad de ver "tan cerca" a dos emblemas de la naturaleza en Asturias: "Paca" y "Molinera". Las dos osas, que viven en semilibertad en dos cercados diferentes, son las reinas indiscutibles de los Valles del Trubia. Por muchos años que pasen –"Paca" ya es una anciana de 34 años, que equivale en humanos a más de 90–, ambos ejemplares siguen siendo la gran atracción de la ruta que discurre por los concejos de Santo Adriano, Proaza, Teverga y Quirós. "Me parece una maravilla y un privilegio poder observar a estos animales", afirma la gijonesa Beatriz Lafuente, que destaca que están "muy bien cuidados".

Arriba, cicloturistas en un tramo de la ruta. Sobre estas líneas, uno de los túneles de la senda. | Miki López

La joven osa «Molinera». | Miki López / Jorge LayJorge Lay

"Paca" y "Molinera" se huelen, pero no se ven. La mayor vive en el cercado más alejado de la ruta, mientras que la joven –tiene 10 años– está en el monte Fernanchín. Pese a tener más de cuatro hectáreas de extensión, a "Molinera" –también llamada "Molina"– le gusta la fama y a menudo se le puede ver pegada a la senda, en donde decenas de turistas la observan y le hacen fotos impresionados. Para muchos, además, es su primera experiencia con un oso pardo cantábrico. "Ver ahora mismo y en directo cómo se está alimentando es un sueño para mí", expresa José Manuel López, de Gijón. A María Lafuente, también gijonesa, le "impresiona muchísimo" ver a las osas en plena naturaleza. Ramón Castañes, por su parte, es de Valencia y ha quedado completamente sorprendido con "Paca" y "Molinera". "Aunque no me gusta ver animales en cautiverio, se nota que esto es completamente distinto. Las osas están en libertad prácticamente y es muy agradable observar sus comportamientos salvajes", añade.

La osa «Paca», entre abundante vegetación, en el cercado osero de los Valles del Trubia. | Miki López

José Tuñón y Álvaro Fernández consultan el «menú» de las osas, en el cercado en el que habita «Paca». | Miki López / Jorge LayJorge Lay

El caminar de "Paca" es pausado y peculiar. Da dos pasos a un lado y dos pasos a otro. Lleva en el cercado desde 1989. Ella y su hermana "Tola", fallecida en 2018, como consecuencia de una larga enfermedad que redujo su movilidad, fueron rescatadas con tan solo cinco meses por miembros del Seprona de la Guardia Civil, después de que un cazador furtivo matase a su madre. Así que "Paca" lleva toda la vida en la Senda del Oso. "Molinera", por su parte, fue rescatada en 2013 cuando era una cría herida en el pueblo de Riomolín, próximo a Leitariegos (Cangas del Narcea). Su reintroducción al medio natural no funcionó y entonces el cercado de Santo Adriano se convirtió en su hogar. Hoy es una hermosa osa adulta, que acapara todas las miradas.

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Fernández muestra un caldero de nueces, con «Paca» detrás. | Miki López / Jorge LayJorge Lay

La dieta veraniega de "Paca" y "Molinera" consiste en fruta, frutos secos, maíz y, algún día de la semana, trucha. "Ahora mismo al día comen 2 kilos y medio de fruta, unos 400 gramos de frutos secos y 200 gramos de maíz. También comen trucha, pero no todos los días", afirma el cuidador de las osas, Álvaro Fernández, de la Fundación Oso Asturias. La dieta, no obstante, varía en cantidad y tipo de alimentos a lo largo del año, tratando de imitar su alimentación en estado salvaje. Fernández explica que los osos prefieren lo dulce y les encanta la miel, pero "hay que controlar su consumo". Todo lo que comen las osas lo aporta de forma gratuita la cadena de supermercados Alimerka, a la que José Tuñón Huerta, director de la Fundación Oso, agradece su colaboración.

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Visitantes en la Senda del Oso fotografiando a «Molinera», que vive en el cercado del Monte Fernanchín. | Miki López / Jorge LayJorge Lay

Romper con la rutina

Tuñón destaca la importancia de proporcionar un entorno natural y adaptado a estos animales. "El objetivo es que estas instalaciones sirvan como un refugio para aquellos ejemplares que no pueden adaptarse a la vida salvaje, como en el caso de ‘Molinera’", expresa. El experto insiste, no obstante, que la prioridad siempre es reintroducirlos en la naturaleza. Si no se puede, siempre quedan los cercados de la Senda del Oso. Ambas instalaciones están diseñadas para que los ejemplares puedan vivir en condiciones similares al medio salvaje.

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Cicloturistas en un tramo de la ruta. | Miki López / Jorge LayJorge Lay

"La prioridad es mantener el hábitat salvaje, dejando las hierbas tal y como están, sin alterar demasiado el paisaje, para que las osas se sientan cómodas y seguras", comenta. Tuñón dice que el prao no puede quedar como un "campo de fútbol", porque se aleja completamente de su hábitat más natural. De hecho, a "Paca" la hierba estos días casi le tapan. "También se le cambia la ubicación y la hora de la comida para que los animales no se anticipen a lo que va a pasar y tengan que olfatear la comida para encontrarla", apostilla el director de la entidad conservacionista.

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Uno de los túneles de la senda. | Miki López / Jorge LayJorge Lay

El bienestar de estos impresionantes animales es una preocupación constante para los cuidadores. Nunca hay contacto directo con las osas y la observación de su comportamiento se realiza a través de un sistema de cámaras que permite monitorearlas sin intervenir en su rutina. La Fundación Oso Asturias cuida con máximo mimo a "Paca" y "Molinera", conscientes de que son un símbolo de la conservación de la fauna cantábrica. Su historia inspira a los visitantes y demuestra la importancia de proteger y preservar el medio ambiente para que la población osera –ya llega a 370 ejemplares– siga creciendo y algún día pueda salir del peligro de extinción.

Los "agujeros" de la Senda del Oso: barandillas rotas, túneles con poca iluminación y tramos con mucha piedra

Barandilla rotas, túneles con poca iluminación, tramos con muchas piedras y agujeros, y cicloturitas que pedalean a demasiada velocidad. Son las principales quejas que hacen los usuarios de la Senda del Oso, una ruta de 59 kilómetros de distancia que atraviesa paisajes impresionantes de Santo Adriano, Proaza, Teverga y Quirós, y que tiene como principal atractivo los cercados de "Paca" y "Molinera". La senda ha sido objeto de crecientes quejas debido a su notable deterioro, principalmente relacionado con las barandillas de madera que bordean el camino. Estas críticas están fundamentadas, ya que la falta de barandillas en ciertas zonas y la precariedad de algunas han provocado accidentes graves, incluso mortales, a lo largo de los últimos años. Uno de los incidentes más trágicos fue la muerte de un ciclista en 2019, quien se precipitó por una barandilla y cayó a una altura de 8 metros. Mientras unos tienen buenas opiniones de la ruta, otros ven aspectos preocupantes. "Los túneles casi no tienen iluminación y en muchos casos no se ve bien si viene alguien de frente", explica María Gunfaus, una ciclista proveniente de Barcelona. La catalana es la primera vez que recorre la Senda del Oso y, pese a la falta de iluminación, asegura que en general su experiencia es positiva y considera segura la ruta. María Dolores Tronch, proveniente de Valencia, centra su preocupación en la velocidad de las bicicletas en la ruta. "Algunos ciclistas transitan a alta velocidad y no siempre son conscientes de la presencia de peatones, lo que podría dar lugar a accidentes y poner en riesgo a los excursionistas”, explica. "Para mejorar la seguridad de todos los usuarios, es importante que los ciclistas respeten las velocidades seguras y estén atentos a quienes caminan en la ruta", añade. La valenciana expresaba su sorpresa al saber que no es obligatorio el uso del casco para los ciclistas: "Hay piedras por el suelo y al caer sin casco puede ser peligroso". No es la única en criticar los comportamientos de los ciclistas. José Ramón Martínez, de Mieres, también lo hace. "Hay zonas muy estrechas y se hace más complicado caminar", abunda Martínez. Si bien ha experimentado mejoras en el estado de la senda a lo largo de los años, el conflicto entre peatones y ciclistas sigue siendo un problema, según Martínez. El mierense añade que es cierto que hay varias barandillas rotas o en mal estado, pero cree que no suponen un "problema grave" para los excursionistas porque las fisuras son mínimas. Francisco Javier Villa, por su parte, valora que el estado del suelo en la ruta es deficiente, con algunas áreas llenas de piedras y agujeros: "Se hace incómodo y aumentan las posibilidades de tropiezos y caídas". Villa asegura que hay que reparar adecuadamente el camino para garantizar un tránsito seguro y placentero para todos.

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