Entrevista |

"Hay que ver la oportunidad económica que supone la transición energética"

"Los científicos vamos con la lengua fuera; nos vimos obligados a dar un salto tecnológico enorme en poco tiempo y con una pandemia"

Ricardo Santamaría.

Ricardo Santamaría.

Marián Martínez

Marián Martínez

Ricardo Santamaría es doctor en Química e investigador en el Instituto de Ciencia y Tecnología del Carbono (Incar-CSIC) desde 2022, donde dirige el grupo de Materiales Compuestos. Esta tarde, a las 19.00 horas, será el ponente del ciclo "Los Martes de la Innovación", que se desarrollan en el Espacio Maqua en el marco de las conferencias "La investigación del Incar en el entorno de la energía limpia, segura y eficiente", organizadas por el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) y el Parque Científico Tecnológico Isla de la Innovación de Avilés. Santamaría intervendrá con una ponencia titulada "Materiales de carbono para sistemas electroquímicos de generación y almacenamiento de energía".

–¿Cuáles son las principales aplicaciones del carbono?

–Tiene muy distintas aplicaciones y muchas son desconocidas. Se necesita para generar energía, para producir aluminio, acero, fabricar cemento.

–¿En el caso de la generación de energía?

–Se utiliza para el almacenamiento. Por ejemplo, las baterías de los coches eléctricos tienen un electrodo de óxido y otro de grafito. En las baterías de flujo redox los dos electrodos son de fibra de carbono, como el material deportivo o la estructura de los aviones. Otra aplicación importante es en el hidrógeno, porque para separar el agua y el oxígeno hace falta un electrolizador, y una parte de los materiales son de carbono.

–¿Por qué si es tan importante, no se hablaba del carbono hasta ahora más allá de en los círculos científicos?

–Había científicos que llevaban décadas hablando de su importancia, pero fue cuando se empezó a tratar en serio el cambio climático cuando se ha entendido la importancia de invertir y desarrollar las energías limpias y de papel fundamental del carbono. Las baterías de flujo redox se desarrollaron en los años 80 del siglo pasado, pero no teníamos tan claro como ahora su importancia para almacenar la energía, y ahora sí se ve.

–Por las energías renovables.

–Efectivamente. Las energías renovables, por su naturaleza, son discontinuas. Esa variabilidad que suponen el sol para la fotovoltaica y el viento para la eólica se amortigua con sistemas de almacenamiento. El CSIC hace años que se tomó muy en serio todo lo que tiene que ver con la energía y con la anterior presidenta, Rosa Menéndez, se impulsaron plataformas temáticas para distintas investigaciones, y una en concreto se dedica a la energía. Y es aquí, en Asturias, donde se centraliza todo lo que se desarrolla en esa materia. Esta plataforma nos ha puesto en contacto, además, a científicos y otros operadores. Se está realizando un esfuerzo enorme y lo que intentamos es transferir la tecnología que desarrollamos a las empresas y a la sociedad civil.

–¿Puede decir un desarrollo concreto del que se sienta orgulloso y que dé visibilidad al trabajo de esa plataforma?

–Pues hemos desarrollado un prototipo de batería de flujo redox de 50 kilovatios (KW), que es muy grande si se tiene en cuenta que es a nivel de laboratorio. Han participado ocho centros del CSIC, está en pruebas en Zaragoza y está previsto que se instale en julio con una comunidad energética de Salamanca para hacer las pruebas de campo. También se va a formar una empresa de base tecnológica (spinoff). Se está trabajando mucho y bien.–Entonces, ¿Asturias está jugando un papel importante en la investigación relacionada con las energías renovables? –El Gobierno de Asturias está apoyando e impulsando la investigación y el desarrollo. Se está manteniendo una actividad muy dinámica y apostando fuerte.

–¿La apuesta por el hidrógeno es quizás la que más visibilidad tiene, quizás por las empresas implicadas en distintos proyectos con inversiones muy elevadas?

–El hidrógeno a día de hoy es una tecnología aún inmadura. Para los planes de la Unión Europea en el horizonte 2030 todavía no tendrá un peso significativo, pero sí lo tendrá en 2050. Servirá para descarbonizar sectores económicos. Está claro que el futuro está en la electricidad, tanto a nivel doméstico como en los vehículos. Pero en el caso del transporte pesado, el combustible será el hidrógeno, y hay que pensar que se puede realizar el proceso inverso. Es decir, si separamos el agua y el oxígeno, generamos hidrógeno, pero si cogemos hidrógeno y oxígeno generamos electricidad. Hay mucho por hacer.

–Y muchas ayudas.

–Las administraciones públicas deben jugar un papel muy importante. Para que una tecnología nueva entre a competir en el mercado hace falta una inversión pública que empuje. Fue lo que ocurrió en la época de José Luis Rodríguez Zapatero en el Gobierno con la eólica, que ahora ya es competitiva. Se está haciendo un esfuerzo muy importante, y también las empresas, aunque sea porque la legislación les obliga.

–Pero se han puesto retos enormes para realizar la transición energética, especialmente en lo que tiene que ver con los plazos.

–Los científicos vamos con la lengua fuera. Un dato. En las baterías de flujo redox pasamos de electrodos de dos centímetros cuadrados en 2019 a hacer una de 50 kilovatios y 1.200 electrodos de 40 por 50 centímetros en 2022. Nos hemos visto obligados a dar un salto tecnológico enorme en muy poco tiempo y con la epidemia del covid por el medio.

–¿Tiene la sensación de que antes apenas se tenía en cuenta o se hablaba de los científicos, y que ahora están en el ojo del huracán?

–No hay transición ecológica bien hecha si no investigamos nosotros. Tenemos que ver también la oportunidad económica que supone esta transición. Es multiplicar por cinco la capacidad fotovoltaica, por dos la eólica y por cincuenta la de almacenamiento. Y todo esto revierte en la generación de mucho empleo. La inversión en I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) es más importante que nunca, porque es inversión en empleo y en generación de riqueza económica.

–A nivel europeo, ¿qué lugar ocupa España en la carrera de la transición energética?

–Cuando estalló la crisis en 2010, éramos líderes. Pero vinieron los recortes y llegó el hachazo. Según un estudio de Comisiones Obreras, se perdieron 100.000 puestos de trabajo en renovables. Pasamos de ser líderes a un apagón de diez años. Ahora estamos en puestos de cabeza otra vez, pero queda mucho por hacer. Un ejemplo: España es el país del sol, pero solo hay 10.000 hogares con techos solares. Alemania tiene 1,4 millones. Apostar por esto supone reducir la huella de CO2, pero también supone mucho empleo y dinero para el tejido económico.

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