Hiasa adopta el nombre de su matriz, Gonvarri, para fortalecer su presencia internacional

Como bien saben los directores de marketing, el éxito de ciertos productos y de las empresas que los fabrican puede verse afectado por la imagen corporativa que traslada puertas afuera la compañía. El ejemplo paradigmático son los vinos caros: existe la percepción de que por su elevado precio son buenos. Y a ese carro se sube la empresa corverana Hiasa –fundada en 1966 por Manuel Álvarez, "Lloriana", y participada desde 1972 por la familia Riberas–, que desde ayer se llama Gonvarri Asturias. Gonvarri es la marca global del grupo de empresas cuyo germen plantó Francisco Riberas Pampliega en Burgos en 1958 y actualmente tiene presencia en trece países de tres continentes.

El cambio de denominación, según se explicó ayer en un acto que también sirvió para inaugurar las remodeladas oficinas de la compañía, "busca actualizar la imagen de la empresa para mejorar su posicionamiento en el mercado internacional y alinearse con la dirección estratégica del Grupo Gonvarri". La nueva marca, "abre una oportunidad para conectar con clientes, socios y proveedores". Se trata, en todo caso, "de un proceso natural, donde los valores que impregnan la cultura corporativa de Hiasa (honestidad, humildad, tesón y trabajo) permanecen inalterables".

Gonvarri es la marca global del grupo de empresas cuyo germen plantó Francisco Riberas Pampliega en Burgos en 1958 y actualmente tiene presencia en trece países de tres continentes.

Los rectores del Grupo Gonvarri –al acto de ayer acudió el CEO, Josu Calvo– parecían tener temor a que la desaparición de un nombre tan asentado en la cultura industrial asturiana como Hiasa no fuese comprendido, o al menos esa impresión dio. Calvo se deshizo en elogios durante su discurso a Hiasa y a sus trabajadores: "En la cúpula de Gonvarri tenemos enorme admiración por Hiasa y es paradójico que haya sido Hiasa quien, desde la madurez, haya pedido cambiar el nombre a Gonvarri Asturias y no al revés. Nosotros, quizá, fuimos más miedosos en ese sentido".

El CEO también ensalzó lo que significa Hiasa en la historia de Gonvarri: "Cuando nos ‘conocimos’ en 1972, Gonvarri era un centro de corte de chapa e Hiasa nos revolvió la cabeza y nos hizo replantearnos el negocio y diversificarlo. Esa ha sido la importancia capital de Hiasa en el devenir del Grupo Gonvarri, además de aportar el 10 por ciento de su facturación, algo que ningún otro polo llega a alcanzar". Y para finalizar y dejar claro el espíritu del cambio de denominación, Calvo afirmó: "Gonvarri Asturias es una división de la nave nodriza Gonvarri que conserva intacto el alma de Hiasa; tanto es así que a mí me costará trabajo dejar de llamarla por ese nombre y probablemente nunca lo haga".

Para reforzar el discurso del CEO, también las palabras del gerente de la planta corverana, Agustín Suárez-Valdés, incidieron en la "naturalidad" del cambio de nombre: "No es una ruptura con nada, nos sentimos tan orgullosos de venir de Hiasa como de pertenecer a una compañía internacional como Gonvarri. Es una evolución consecuente con los nuevos tiempos y que nos permitirá posicionarnos mejor para los retos venideros".

Aclarado todo lo relativo a la marca, el otro hito del día en las instalaciones de Gonvarri Asturias era la puesta de largo de las remodeladas oficinas. Unas obras "hechas en plazo, lo cual es mucho decir en estos tiempos" y que "han superado las expectativas", en palabras de Suárez-Valdés.

Gonvarri se halla embarcada en un plan (Carbon Neutral) para reducir a cero sus emisiones netas a la atmósfera en 2050.

A priori, la reforma de las antiguas oficinas, llevada a cabo según un proyecto del arquitecto Ignacio Peón, ha sido una iniciativa que perseguía objetivos tan aparentemente simples como mejorar las condiciones de iluminación, generar espacios para uso comunitario, dotar las áreas de trabajo de climatización y una mejor ventilación.

Pero más allá de la cosmética, la lectura de esta inversión –que ayer no fue cuantificada– es más profunda. Gonvarri se halla embarcada en un plan (Carbon Neutral) para reducir a cero sus emisiones netas a la atmósfera en 2050 y al 50 por ciento en 2030 sus emisiones directas y un 100% las asociadas al consumo eléctrico. Y la reforma de las oficinas de la nave de Cancienes implica una importante mejora de la eficiencia energética (una menor emisión de 135 toneladas de CO2 al año) y un guiño al futuro: se han instalado, por ejemplo, puntos de recarga para coches eléctricos.

Todo esto en plena sintonía con la estrategia de producto de la empresa, proveedor español líder de estructuras para instalaciones fotovoltaicas y desde hace pocos a los fabricante de tubos para invernaderos de última generación destinados a una agricultura sostenible. Y es que el mejor ejemplo es el que da uno mismo.

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