Montañeros y lugareños, los grandes guardianes de la toponimia

Mieres homenajea al filólogo Xulio Concepción por recuperar la identidad rural: "A las cosas hay que llamarlas como lo hacen los paisanos, sin manipulaciones"

Xulio Concepción, durante una charla reciente. | Luisma Murias

Xulio Concepción, durante una charla reciente. | Luisma Murias / David Montañés

El popular puerto del Angliru debe su nombre a su ancestral uso ganadero. "Hace referencia a la explanada de la cima, donde se reunía mucho ganado, con gran cantidad de peñas que daban sombra. Estos recovecos protegidos hicieron que los lugareños se refirieran a la zona como angulosa y de ahí viene el Angliru". La explicación la ofrece el doctor en Filología Xulio Concepción Suárez, uno de los mayores expertos que hay en Asturias en todo lo relacionado con la toponimia. Quien quiera saber más, lo tiene fácil.

Xulio Concepción Suárez será el principal ponente de la Xuntanza Toponímica que mañana, viernes, organiza la asociación "Camín de Mieres". La cita será en la Casa de Cultura "Teodoro Cuesta" (19:45 horas) y ofrece una posibilidad única de escuchar las impresiones de un buen número de estudiosos de las tradiciones, como Xuan Xosé Ambás, Ánxel Álvarez, David Ordóñez o Víctor Manuel Delgado. El encuentro servirá también de homenaje al ímprobo trabajo que Xulio Concepción viene haciendo desde hace décadas para salvaguardar el lenguaje toponímico. Para ello, según él mismo explica, ha sido necesaria la alianza de inquietos montañeros y sabios lugareños: "El trabajo que han hecho los grupos de montaña ha sido esencial para poder documentar infinidad de términos de lugares que corrían el peligro de perderse al ir desapareciendo la gente mayor de los pueblos", explica. Xulio Concepción tiene claro que la herencia toponímica de la región brota de la memoria de las últimas generaciones que han vivido del campo. Cualquier diccionario debe beber de esa fuente: "A las cosas y a los lugares hay que llamarlos como son conocidos por los paisanos, sin forzar situaciones ni imponer palabras con manipulación", explica el investigador, integrante del Real Instituto de Estudios Asturianos.

Para los estudiosos de los nombres propios de los lugares, los ganaderos más veteranos son los narradores de un relato alusivo a unos espacios cada vez más impersonales. "Antes, los habitantes de los pueblos conocían por su nombre cada zona de la montaña. Tenían que saber identificar el lugar donde estaba una vaca o una cabaña", apunta Concepción. La nueva generación de montañeros, en la mayoría de los casos, no valora el valor del paisanaje que contiene los paisajes. "Ahora la gente sale al monte a batir marcas de velocidad o para intentar hacer algo el primero. No necesitan saber nada del lugar, funcionan con ordenadores y GPS".

Los últimos testigos

"Son nombres puestos con inteligencia, que traducen la vida e informan en unos tiempos en los que la supervivencia era una lucha diaria". De ahí la importancia de nombrar un lugar según su ubicación, la peligrosidad, la abundancia de agua, la exposición a las inclemencias meteorológicas, la luz o la posibilidad de obtener alimentos. Xulio Concepción alerta de que "cada vez quedan menos testigos del origen de estos nombres". Por ello llama a extender el interés por el estudio de la toponimia para evitar la pérdida de toda esta información.

El encuentro que se celebrara mañana en la Casa de Cultura ofrecerá otra manera de disfrutar de las bellas panorámicas que ofrecen las montañas. Los ponentes requerirán prestar atención también al rico paisaje toponímico.

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