Dando la lata

Bechamel

Rememorando en la cocina los viejos sabores de la infancia

Ricardo V. Montoto

Ricardo V. Montoto

Aunque la vida actual se desarrolle a gran velocidad, aún hay asuntos que requieren paciencia: que te atiendan por teléfono, llegar al cajero (no automático) del banco, que te hagan caso en cualquier administración, tomar el avión… Y hacer bechamel. Porque la bechamel al trote no sabe igual. Y desde su invención la receta básica se mantiene inalterada: algo de grasa, animal o vegetal, al gusto, harina bien cocinada, leche, punto de sal, nuez moscada y a remover sin prisa. Los que añaden cebolla deberían estar encarcelados, por cierto.

Vueltas y más vueltas, con un ritmo sostenido, sin acelerarse, sin pasarse de revoluciones, al trantrán. Que no se pegue, que no se chamusque, que no espese en exceso. Revolver con suavidad y que el giro de la varilla te hipnotice, soltando los pensamientos y sueños acumulados.

Para darle un toque más emocional, el otro día me puse los auriculares y las notas de Arc, de James Copperthwaite, me trasladaron a la cocina de mi madre y, como si ella estuviera a mi lado, codo con codo, le di vueltas a la cocción al tiempo que los ojos se me encharcaban (y no era por la cebolla, por supuesto: vade retro). Y sentí con claridad la presencia de mi padre, yendo y viniendo, rebuscando en la despensa. Y los lagrimones comenzaron a caer dentro de la olla, sazonando y aligerando la crema.

Dicen que una buena bechamel lleva lo mismo que la primera parte de un partido de fútbol, minutos que pasaron en un suspiro, reviviendo la niñez, percibiendo claramente sus presencias, su compañía. De hecho, creo que fue mi madre la que añadió las puntas de jamón previamente salteadas, porque no recuerdo haberlo hecho yo.

Una situación, una música, una luz, un olor provocan que el cerebro abra la tapa del baúl de los recuerdos, en este caso, maravillosos, produciendo una liberadora descarga de sentimientos.

Y entonces apagas el fuego y pruebas el resultado final: Papá, mamá, vaya porquería de bechamel que nos ha salido hoy. La próxima será mejor.

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