Dando la lata

Un beso y un adiós

Ricardo V. Montoto

Ricardo V. Montoto

Las televisiones extranjeras llevan días informando sobre el escándalo Rubiales, lo único que se escucha de España últimamente. El asombroso éxito de la selección femenina de fútbol ha quedado opacado por un beso en los morros. España es así: capaz de logros impresionantes para, a continuación, fustigarse a sí misma con cualquier excusa, por peregrina que pueda ser.

Dicen los entendidos que el tal Rubiales es un sujeto poco recomendable que debería estar lejos de puestos de responsabilidad. De hecho, aseguran que acumula sobrados motivos para haber sido apartado de la presidencia federativa. Y ahora se le quiere largar por un ósculo entusiasta, que si se lo hubiera propinado a Sergio Busquets o a Adama Traoré no habría levantado semejante polvareda.

Es triste comprobar una y otra vez nuestra capacidad para estropear, enmierdar y abaratar las grandes consecuciones. Hacemos unos esfuerzos tremendos para alcanzar la meta y, a continuación, lo echamos todo a perder. Es la filosofía fallera: cuando ya lo tenemos perfecto le prendemos fuego.

Hoy, la tercera noticia de cabecera en la televisión francesa es que al besucón Rubiales lo quieren empapelar por agresión sexual. Hala, puestos a exagerar no somos nadie. Sonaron los teléfonos, alguien dio la orden y los fiscales se han puesto en marcha. ¿Y por qué no por intento de asesinato con agravante de machismo? En fin, que gallina o no cenar. España, país de extremos.

Miren, si tras el morreo la campeona le hubiese soltado un estupendo guantazo al chuleta federativo, así, a la vista de todo el mundo, problema resuelto. Rapidez, contundencia y ejemplaridad. Lo he dicho antes y lo mantengo: el machista no entiende otro lenguaje que el palo. Es lamentable pero es así. Las manifestaciones, las severas críticas y los autos de procesamiento no son disuasorios. Pero la posibilidad de llevarse un bofetón bien dado y a la vista de todos vaya si lo es.

Por cierto, que lo último que sé del tema es que la política ya se ha metido por medio. Acabáramos.

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