A pesar de que sabía que la jornada sería redonda si ganaba al Mirandés, el Sporting salió tranquilo, como a bajas revoluciones. Fue Scepovic quien le dio al interruptor poco antes de la media hora. Al serbio le pedía marcha el cuerpo después de dos partidos sin marcar y ni siquiera esa nueva ubicación cerca de la banda izquierda habría de frenarlo. Bastó con un córner bien sacado por Nacho Cases, para que Scepovic se levantara poderoso y cabecease al larguero. Ese chispazo desató una locura de cinco minutos en la que al Mirandés le cayó encima el chaparrón de su vida.

Los goles llegaron gracias a la capacidad rematadora de los artilleros serbios, pero también gracias a buenas jugadas colectivas y precisos envíos de Santi Jara, Canella y Nacho Cases. A los cuarenta minutos, el Sporting ganaba tres a cero y la grada era una fiesta. Y, de pronto, el equipo se paró. Como si no quisieran malgastar la munición pensando en las duras batallas que aún habrán de librar, los jugadores rojiblancos pararon las máquinas. El gol de Iván Agustín, en un error de marcaje de Barrera, fue interpretado como una señal de mal fario por el sportinguismo, al que la experiencia lo ha enseñado a desconfiar de las ventajas cortas.

A la vuelta del descanso fue Canella quien se echó el equipo a la espalda y sembró de balones el área local. También Jara interpretó el escenario y colgó cada balón que pasó por sus botas. Sandoval prescindió de Lekic y buscó airear el ataque con Carmona, pero el cambio tuvo un efecto extraño. Quizá porque coincidió con un movimiento doble de Gonzalo Arconada, quien introdujo en el campo a dos revolvinos como Pablo Infante y Borja Docal. Ellos dos conectaron con Muneta y dejaron la ventaja rojiblanca en la mínima expresión con la complacencia de la defensa del Sporting.

Lo que iba camino de ser un trámite necesario acabó por convertirse en sufrimiento evitable. El Sporting ha sumado tres puntos que no se podían escapar y ha dado un paso de gigante hacia el único objetivo de este equipo, sustentado en la eficacia de su ataque. Sin embargo, el equipo sigue teniendo abierta la vía de agua de su defensa. Como parece que el mercado de invierno no traerá refuerzos que mejoren la seguridad, Sandoval tiene que darle otra vuelta a esta cuestión. Ayer recuperó la línea de cuatro y el resultado fue que el Sporting atacó mejor, pero concedió dos goles que se podían haber evitado. Contra el Mirandés no tuvo trascendencia, pero ante otros rivales dos goles serían una losa muy complicada de levantar.