Siete de la tarde del Día del Trabajo. Cuco Ziganda, castigado con dos partidos de sanción por portarse mal en el banquillo, se mueve por un palco del campo del Almería como un animal enjaulado. Lo hace al mismo tiempo que el oviedismo pide que entren en acción los bulldozer. El Oviedo cae 2-0 ante Sadiq y sus compañeros. Tres cuartos de hora después, todo son sonrisas, puñetazos en el pecho y palmadas en la espalda. Los azules han amargado el debut de Rubi con un golazo de chilena de Grippo.
Punto de raza que deja a los carbayones a un paso de la tranquilidad sin tener que sufrir los agobios de meses atrás. La pasada temporada los gritos de celebración de la permanencia ahogaron los intentos de autocrítica. Este año, con menos sufrimiento, está por ver el camino por el que transcurre –si lo hay– el debate. Ahora las instrucciones que tiene la colectividad azul son las de amarrar los partidos que le quedan en casa para quedar lo más alto posible en la tabla, que un puesto arriba o abajo significa un buen puñado de euros en eso del reparto televisivo de Tebas.
La única encuesta válida de popularidad son los resultados. Acabar el año en la línea gris de lo que ha sido todo el curso no dejaría al Cuco muchos comodines de cara a la próxima temporada en caso de que el equipo no carbure ya en agosto
Cumplir (o no) esta meta también serviría para ir aclarando el futuro del director del próximo proyecto: si el Cuco sigue o no sigue. Al final, la única encuesta válida de popularidad son los resultados. Acabar el año en la línea gris de lo que ha sido todo el curso no dejaría al Cuco muchos comodines de cara a la próxima temporada en caso de que el equipo no carbure ya en agosto. Eso sí, siempre con el permiso del Sabadell, no vaya a ser que...
