Hijos de un derbi menor

Filippo Priore

Filippo Priore

Con la temporada apenas iniciada, no obstante, comienzan a vislumbrarse equipos como el Real Zaragoza, que apuntan a ocupar los puestos de máximo privilegio, esto es, de ascenso directo, a final de temporada. No es el caso de los dos reales clubes de nuestra Asturies, Paraíso Natural, infierno para el balompié, Real Oviedo y Real Sporting, Real Sporting y Real Oviedo, que tanto monta, monta tanto. Y es que ambos, han empezado con más dudas que certezas, más si cabe en el caso de los azules. Con todo, es bien sabido que los de la vera del río Piles, son especialistas en las técnicas RCP, cuando de lo que se trata es de reanimar a ese supuesto "eterno rival", que a la vista del resultado de los últimos choques, bien parece un comprensivo amigo; y ya se sabe que quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Porque además, y por si los aficionados rojiblancos no estuvieran suficientemente escaldados y escamados, los de MAR, a pesar de sus dos victorias en El Molinón EQC, han dejado en evidencia ese mar de dudas en el que flotan con dificultad y a la deriva, en permanente búsqueda de un buen puerto en el que amarrar el cabo del ascenso. La ausencia de Djuka, el delantero que nació y creció como serbio, pero que salió de un figurado armario montenegrino, no se sabe si podría favorecer un hipotético reencuentro con la victoria en un derbi para los sportinguistas. Sobre lo que cabría reflexionar es cómo es posible que un jugador que cobra lo que cobra, pueda renunciar a un partido como el derbi, o no presione a su propia federación (la de Montenegro, por supuesto), para que le absuelva del pecado casi mortal de haber renunciado a su soberbia madre patria serbia. Aunque como se dice por estos lares, uno no es de donde nace, sino de donde pace. Haya paz sobre cualquier resultado final y después gloria para el vencedor, con su natural dosis de babayada asturiana, para escarnio del perdedor. Que más se perdió en Cuba; nada que no puedan remediar unas botellinas de sidra, de impertérrito verde, resultado de una fusión cromática impensable, entre el azul cantábrico, el rojo atunero y el blanco de toda esperanza futura.

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