Economista, premio «Fundación Banco Herrero»

Oviedo, Marián MARTÍNEZ

Marta Reynal Querol (Barcelona, 1973) es la primera mujer economista que se ha alzado con el premio «Fundación Banco Herrero» por sus investigaciones sobre el papel que juegan los líderes y su influencia en el desarrollo de los países. En esta entrevista, la economista catalana analiza el papel de los políticos en la crisis.

-¿Qué prima en el desarrollo de un país, sus instituciones o su líder?

-En las investigaciones sobre cuáles son los determinantes del desarrollo económico de los países, se ha dado mucha importancia, en la última década, al papel que juegan las instituciones. Se ha intentado medir de muchas maneras lo que se denomina la calidad institucional de los países. Esas medidas intentan captar por ejemplo si se respetan los derechos de propiedad, si la ley se cumple, si las elecciones son competitivas, etcétera. La idea es que en países donde hay más calidad institucional tienen más desarrollo económico. Las instituciones también se considera que son muy persistentes en el tiempo. Pero hay una dimensión de las instituciones que no se ha analizado prácticamente y que no es tan persistente en el tiempo y que parece que también puede influenciar en el desarrollo. Esta dimensión es el líder político. Hay muchas decisiones que al final dependen de cómo piensa el líder. Si eso es así, vemos que el rumbo de los países se puede cambiar con la elección del líder, aunque se tengan las mismas instituciones. Lo primero que vimos en nuestras investigaciones era si el líder importaba tanto para el crecimiento económico como para los procesos de violencia. Y vemos que hay una parte importante de la evolución económica de los países que depende básicamente de quien está en el poder.

-¿Cuáles son las características de un líder?

-Esto es más difícil de contestar. Se trata de intentar ver qué características tienen los líderes que lo hacen bien y los que le hacen mal. Hemos empezado investigando una característica que de alguna manera capta la calidad del líder, que es su nivel educativo. Sabemos de sobra que la educación no siempre te asegura un buen líder, pero sí es verdad que es un buen indicador de que un líder está mejor preparado que otro. Hemos visto que los países aumentan su crecimiento económico en los periodos que tienen líderes con niveles educativos superiores. Este resultado no nos debería sorprender, ya que en cualquier trabajo siempre se mira el currículum de los candidatos. Y en cargos de gestión los que tienen más formación para el puesto son los que queremos, porque sabemos que lo harán mejor. Dirigir un país es una tarea extremadamente compleja, donde las consecuencias de una mala decisión son enormes. ¡Deberíamos tener en los gobiernos las personas más preparadas!

-Gadafi es un ejemplo de un mal líder...

-Libia es el resultado de cómo un líder déspota y corrupto puede acabar con su propio país. En estas situaciones no es de extrañar que el pueblo se rebele como lo ha hecho. El momento en que esto pasa es totalmente impredecible, aunque en la primavera árabe las nuevas tecnologías tienen mucho que ver. Además, y sólo como curiosidad, Gadafi es de los pocos líderes que sabemos que sus notas en la escuela estaban por debajo de la media, lo que nos indicaría que no es de lo mejor que se podía tener como líder.

-En los estados democráticos, ¿hay una selección real de los líderes políticos?

-Lo que hemos visto también es que los estados democráticos tienden a elegir líderes más educados que los estados autocráticos. Hay diferentes razones que lo pueden explicar. Una posible explicación sería el «network» de donde salen los políticos. Por ejemplo, en las autocracias muchos líderes provienen de entre los militares. En cambio, en las democracias muchos líderes salen o se meten en la política durante su carrera. Y los militares en promedio tienen menos personas con másteres o con doctorados que los individuos que cursan carreras. Esto podría en parte explicar por qué en las democracias se acaba eligiendo líderes con nivel educativo más alto comparado con las autocracias. Otra razón es la competencia y el papel de los ciudadanos en la elección del líder. Si hay más competencia en las democracias y los ciudadanos tienen más poder de elección, eso permite que los ciudadanos elijan al que más les convenga, que en principio (sin entrar en ideologías) debería ser el más preparado y seguramente el líder con mayor nivel educativo.

-¿Y usted cree que la realidad sigue esa lógica?

-Obviamente las cosas no funcionan con tanta lógica, y a veces el mecanismo que parece tan razonable acaba por no funcionar. A veces en estados democráticos acaban proponiendo candidatos con nivel educativo bajo, y encima los ciudadanos los votan por razones ideológicas. Está claro que en estos casos, el país o las regiones acaban normalmente bastante mal. Más que selección real, yo diría que, en promedio, las democracias permiten seleccionar mejores líderes que las autocracias. Pero aún así ya se sabe que el proceso de elección de los candidatos en los partidos dentro de las democracias en muchos casos no es muy competitivo, y el favoritismo y amiguismo es más importante que los méritos, y eso sin duda también afecta a la calidad de los candidatos entre los que se puede elegir.

-Entonces, está contrastado empíricamente que los puestos más altos no siempre los ocupan los mejores.

-¡Ojalá! Tal y como funcionan los procesos de elección dentro de los partidos, esto es bastante improbable.

-¿Cree que a medio plazo esto cambiará?

-Está claro que necesitamos una población altamente educada para impulsar a los países. La formación es sin duda clave para conseguir estos líderes para el mañana. Pero también es importante que los procesos de selección sean meritocráticos, y no se basen en favoritismo o amiguismo. Esto por desgracia creo que costará mucho más de conseguir. Si no se premia adecuadamente a los mejores, estos se desincentivan y no se aplican para estos puestos o se van del país. No queremos pues tener a los mejores del país altamente educados pero que se marchen porque han puesto al hijo, al pariente o al amigo del jefe. Esto creo que es un problema muy grave en este país, y no se puede imaginar lo que acaba desincentivando, y frustrando a estos líderes potenciales. ¿Cuántos "hijos de" acaban en puestos muy solicitados solo por llevar un apellido pero son personas totalmente mediocres?

-¿Cobran mucho los políticos?

-Efectivamente, el sueldo de los líderes políticos afecta a la calidad de los candidatos. En principio, si queremos a los mejores deberíamos pagarles muy bien, ya que si no seguirán trabajando en el sector privado. Si tuviéramos un sistema de elección altamente competitivo esto funcionaría así. Pero en muchos casos los candidatos acaban siendo personas que llevan muchos años en el partido, auténticos burócratas. En estos casos, igual están sobrepagados... También queremos líderes honestos y ambiciosos. No queremos que los candidatos se presenten solo por el sueldo, ya que con este incentivo tampoco funcionarían. Los sueldos deberían estar también en función de los resultados obtenidos, para incentivar a esos profesionales a hacerlo mejor.

-¿Tienen los líderes actuales la formación y capacidad que una situación tan extrema como esta crisis requiere para reconducir la situación?

-La situación es tan complicada que obviamente se necesitan líderes con dotes de gestión y conocimientos de economía, que no todos los tienen. Pero el problema en el caso de Europa es más de divergencia de intereses de los países que forman la UE, por motivos electorales internos, que la preparación de los líderes.

-¿Cree que esta crisis conllevará convulsiones sociales?

-Las crisis son siempre detonantes de conflictos, porque aumentan el descontento social y éste lleva a revueltas. Si los países no tienen un «buen colchón» para poder compensar a los mas afectados, estas crisis se convierten en la chispa que hace saltar el fuego.

-En ese ámbito, ¿qué opinión le merece el movimiento 15-M?

-Está claro que ha evolucionado mucho desde su inicio. La idea de que los ciudadanos reclamen más participación, más transparencia, etcétera, no solo merece muchísimo respeto sino que la comparto. Pero las formas como se llevan estos movimientos y las personas que al final se juntan, es otro tema. En este aspecto se les ha ido de las manos, y el resultado no me convence.

-En momentos de crisis, ¿es más fácil que se alce como líder un buen demagogo que una persona con buena formación y experiencia?

-Seguramente sí. La gente más desesperada preferirá oír la solución fácil e idealista de un demagogo que la solución racional, que puede conllevar sacrificios, que anunciaría un líder formado y con experiencia.

«Necesitamos una población altamente educada para impulsar a los países; la formación es sin duda la clave para conseguir estos líderes para el mañana»

«El problema ahora en Europa es más de divergencia de intereses de los países de la UE que de preparación de sus líderes»