De viaje con Jovellanos | Gijón-León en 1792 (XI)

La ansiada visita a Carracedo

Jovino tenía interés por conocer el monasterio, que en origen estuvo bajo la advocación de San Salvador y luego de Santa María en el siglo XIII

Monasterio de Santa María de Carracedo.

Monasterio de Santa María de Carracedo. / Pablo Vázquez Otero

Pablo Vázquez Otero

Pablo Vázquez Otero

Jovellanos salía de Ponferrada y nos contaba aquella perspectiva visual que él tuvo al alejarse de la ciudad cuando veía las murallas y el castillo atravesando el puente sobre el río Sil, pero es evidente que el camino prosigue y que la parada en la capital del Bierzo fue breve, pero muy productiva a nivel de ver y observar cosas. Nos dice en el diario esto: "Bellas y fértiles huertas, y en ellas gran cantidad de almendros, que es la cosecha más preciosa del término. Vega en que el camino que corre por la derecha del Sil se va alejando de él. Vuelve a aparecer la vía militar, y algunos trozos de ella bien conservados. San Juan de Navedos; Campos de Laraya; aquí se deja el camino de Villafranca y, sobre la derecha, se busca a Carracedo. Narayola, Carracedo".

Apenas 16 kilómetros separan Ponferrada de Carracedo y su imponente monasterio, que era el lugar al que Jovellanos tenía gran interés en acercarse para conocerlo. Y no es para menos ese interés, el lugar es magnífico. Debo decir que la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias desarrolló en ese marco incomparable la celebración de unas jornadas jovellanistas allá por el mes de septiembre del año 2019 donde se recordó la presencia de nuestro protagonista por aquellos lares donde incluso una placa conmemora su estancia en ese magnífico emplazamiento.

El caso es que Jovino pasa por Camponaraya y Narayola y se desvía un poco del camino que iba hasta Villafranca del Bierzo para llegar al monasterio, donde además pernoctará entre aquel domingo 17 y el martes 19 de junio de 1792. Cómo os imagináis nada quedará sin registrar y observar en su estancia y vamos a ir viéndolo en las páginas de su Diario, así para empezar nos dice esto: "Llegamos temprano; fuimos bien recibidos. La iglesia es por el gusto de la de Valdediós, aunque más pequeña; a la portada del costado, de gusto asturiano, hay dos estatuas en relieve de un rey y un obispo: el rey es don Alfonso el Emperador; el otro se tiene por San Florencio, primer abad del monasterio; lo dudo; tal vez será el obispo que consagró la iglesia. Me dicen que hay una inscripción sobre la puerta del claustro; verémosla mañana. Tiene el monasterio dos claustros, uno antiguo, con muchas reparaciones y dos lienzos del todo separados, singularmente en lo alto; en los dos restantes se ve la forma antigua, harto grandiosa para el tiempo. En él bellísimos bojes, una fuente con taza de una piedra de enorme diámetro; se dice traída de Castroventosa. En medio una columna; encima otra taza pequeña, y en ella un niño sentado cogiendo con las manos unas cabezas de peces, por cuyas bocas sale el agua. Curiosa escultura del mismo tiempo. El otro claustro es de bellísima forma, y, a tener completos los cuatro lienzos (pues le falta el que mira al oriente), sería de los más recomendables, aunque muy sencillo y sin ornato. Consta de seis arcos en cada lienzo y cada piso, y tiene dos; las proporciones del primero parecen corintias por su esbelteza, aunque no hay ornato alguno del orden. Buena librería, ancha y grande, y bastante iluminada, aunque pudiera serlo más; bastantes libros, aunque no llena, y buenos, aunque no en todo. El archivo, que es muy rico en documentos, está en una pieza de bóveda de piedra que se dice haber servido de oratorio a la infanta Doña Sancha Alfonso, y, en efecto, pudo tener ese destino. Del Becerro antiguo sólo existen cinco cuadernos sueltos. Hay otro en un gran tomo en folio, bien conservado: contiene quinientos cuarenta y nueve documentos, en los cuales hay cosas preciosas para la historia, de que sacaremos lo poco que permita el tiempo. Hay un tumbo corriente, pero no bien ordenado, aunque se dice formado por el reverendísimo Fr. Ambrosio Alfonso, hijo de este monasterio y bien instruido en su historia. El Becerro grande está con notas suyas, y no dejan de ser útiles por las llamadas y correcciones de cronología. El copiante no distinguió la nota numeral de 40, así, X , de la ordinaria de XL".

Gracias al prócer se pudieron salvar varias piezas del archivo y de la biblioteca del templo

No está mal a modo de botón de muestra la primera explicación que Jovellanos da de cómo va indagando en cada rincón del monasterio y nos lo va narrando en su Diario. Hay que decir que gracias a Jovellanos este archivo y biblioteca del monasterio pudo salvar varias piezas y en otros lugares igualmente, así que le debemos la conservación y ordenación en muchos casos de archivos en diferentes monasterios por los que pasó.

La historia de este cenobio es muy amplia y llena de elementos curiosos, pero vamos a recorrer virtualmente su historia y sus aspectos más destacados. El monasterio es fundado en torno al 990 por Bermudo II rey de León tras donación de unos terrenos que eran de su propiedad, con el objetivo de dar cobijo a monjes huidos de Al Ándalus y llegados a estas tierras bercianas. Perteneció a la regla benedictina y se puso bajo la advocación de San Salvador en sus momentos iniciales.

Fue la infanta doña Sancha, hermana de Alfonso VII, quien pidió la refundación del monasterio en 1138. Esta sí que sería la fecha inicial del monasterio tal cual lo conocemos hoy. Otro momento sin duda clave fue a inicios del siglo XIII, cuando de los monjes de hábitos negros se pasa a los monjes de hábitos blancos, es decir de la órbita benedictina a la orbita cisterciense, y es donde la advocación también cambia pasando a denominarse Santa María. El pasar del tiempo va convirtiendo este monasterio en cabeza visible de poder y control y está al frente de un amplio conjunto de monasterios en propia tierra leonesa, pero también en Galicia, Asturias o Zamora que de un modo u otro dependerán directamente de él.

El siglo XVI será de nuevo de bonanza económica tras grave crisis en el XV, y es cuando se adhiere a la Congregación de San Bernardo, y el conjunto monástico crece a nivel arquitectónico. Cómo en otros tantos lugares la desamortización de Mendizábal da un golpe definitivo al lugar que lo hizo caer prácticamente en olvido y ruinas, hasta los tiempos actuales que se ha ido recuperando y hoy es visitable.

A nivel artístico y constructivo cabe destacar una serie de puntos. La iglesia medieval se construyó en varios tramos cronológicos, se cree que la primera piedra se pone el 17 de octubre de 1138, siendo consagrada en 1187, aunque las obras siguen y tras cuatro campañas se terminan en 1311. La antigua tenía tres naves de cinco tramos, rematadas en tres ábsides y con cubierta de madera, con armaduras mudéjares. En el noroeste tenía una torre, y queda añadir que de todo esto tan solo se ha conservado la torre, un hermoso rosetón en la fachada occidental y una puerta románica. La iglesia actual de nave única la tenemos que situar a nivel de obras en el siglo XVII y XVIII.

La construcción se fundó sobre el año 990 por Bermudo II, rey de León, que dio cobijo a unos monjes

Destaca por su antigüedad y conservación la sala capitular que data de finales del siglo XII, y situada muy cerca del claustro reglar, que por cierto genera una visión un poco desoladora ya que partes muy importantes de los muros del claustro están completamente destruidos, aún así quedan algunos restos abovedados que le dan un toque cuasi místico. Sobre la citada sala capitular se encuentran las tres estancias de la infanta doña Sancha, dedicada una de ellas como sala de audiencias, convertida a posteriori en calefactorio y que se conoce como la Cocina de la Reina.

Esto acontecía a la mañana, pero Jovellanos prosigue su estancia y trabajos en el monasterio y más cosas nos irá comentando en los próximos días que allí se aloja, pero sus palabras en el Diario son claras y nos dice: "Buena comida; buena siesta; trabajo en los Becerros; paseo en la librería y claustros". Qué evocador imaginarnos a nuestro protagonista sumergirse en la historia de aquel lugar a través de sus documentos y legajos y casi lo vemos paseando por sus claustros y estancias dejándose llevar por la belleza del lugar, pero lo que acontece después en el viaje de Jovellanos lo vemos en el próximo capítulo.

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