Información, cercanía, rigor

Veteranos profesionales forjaron una verdadera escuela de periodismo y "gijonesismo" de amplias miras y generosidad

Paseantes por la calle Corrida. | Pablo Solares

Paseantes por la calle Corrida. | Pablo Solares / Pablo Junceda Moreno

Pablo Junceda Moreno

Pablo Junceda Moreno

"Hay que poner en práctica cada día, sin excusa, un periodismo objetivo y plural, crítico con los poderes cuando haga falta, pero alejado siempre de todo sectarismo". Así rezaba hace 5 años uno de los textos del suplemento especial con el que LA NUEVA ESPAÑA celebraba los primeros 25 años de su edición de Gijón. Así había ejercido el periodismo hasta entonces, y así lo sigue haciendo hoy día.

El 1 de febrero de 1994, la editora de LA NUEVA ESPAÑA tomó una decisión que se puede considerar estratégica: imprimir a diario una edición en la ciudad más poblada de Asturias, foco de buena parte de la información que genera a diario la comunidad. Se trataba, a vuelapluma, de ofrecer un mejor servicio, de poder registrar asuntos que hasta entonces –por un problema de espacio– no tenían cabida en las páginas del periódico. De atender mejor, en definitiva, los intereses de los gijoneses. Estos, ganaban en pluralidad e información.

Nunca han sido buenos los experimentos ni los proyectos que llegan a un sitio sin saber qué es lo que se cuece en esos lares, desconociendo la idiosincrasia de las gentes, ni las chinas que molestan en el zapato de los ciudadanos del lugar. Por eso, LA NUEVA ESPAÑA se puso manos a la obra dotando a la redacción de buenos profesionales como Julio Puente, Fernando Canellada, Francisco García... y otros veteranos que forjaron una verdadera escuela de periodismo y "gijonesismo" de amplias miras y generosidad. Auténticos profesionales contrastados y respetados que nada tienen que ver con comentaristas eventuales, tan de moda en los tiempos que vivimos, más centrados en sus propios intereses que en el bien común. El recordado y querido Juan Ramón Pérez Las Clotas fue su líder entrañable.

El proyecto de LA NUEVA ESPAÑA no estaba exento de dificultades y, como siempre ocurre en esta región, tuvo que escuchar los ecos de los agoreros que pronosticaban el fracaso. Pero frente a ellos, la empresa lo tuvo claro: como acabo de decir, buenos profesionales, buenos medios y, muy importante, paciencia para que las incipientes ramas acabasen dando sus frutos. La combinación, 30 años después, ha demostrado su efectividad, y ya desde hace algún lustro, la edición de LA NUEVA ESPAÑA de Gijón dice mucho y lo dice bien. Algo consustancial al periodismo asturiano, que tradicionalmente ha tenido una altísima calidad.

Gijón es una ciudad muy participativa, donde cualquier decisión a tomar suscita amplio debate, lucha de criterios, confrontación de opiniones. Eso la hace una ciudad especialmente viva, con un espíritu crítico muy marcado y, por ello, con la necesidad de ordenar, plantear, presentar esa disparidad de ideas. LA NUEVA ESPAÑA es uno de esos cauces, de forma que resulta una obligación diaria consultar sus páginas para saber qué marca el termómetro de la información. Todo ello, en sana rivalidad con la competencia.

Pero además de informar y generar debate, un periódico tiene la obligación de estar vigilante ante cualquier exceso del poder establecido, sea el que sea. La salud democrática de una nación o una comunidad o una ciudad se juega mucho si existe una dejadez de funciones por parte de los medios de comunicación o si se limita o delimita su actividad y, por tanto, su libertad. Pues bien, LA NUEVA ESPAÑA de Gijón ha estado estos últimos 30 años fiscalizando la labor de aquellas administraciones, organizaciones o instituciones que se deben a los ciudadanos, que son, al final, quienes las sostienen con sus votos, su trabajo solidario y desinteresado o con el tan agradable paseo mañanero al quiosco. Todo funciona mejor, si los medios cumplen su función; y en Gijón LA NUEVA ESPAÑA lo ha hecho.

Información, cercanía y rigor. Si los contenidos de un periódico se ciñen a esta triada podemos estar tranquilos de que cumple con su obligación social y su compromiso con los ciudadanos, en este caso, de la querida ciudad de Gijón. Sin duda, LA NUEVA ESPAÑA ha estado –una vez más– a la mejor altura. ¡Enhorabuena por vuestros primeros 30 años!