"Caso Musel" cerrado, "Bilbo"

El sufrimiento causado tanto tiempo a tantas personas ha sido descomedido

José Manuel Sariego

José Manuel Sariego

Verás, "Bilbo". Una reciente noticia ha venido a alterar la placentera correspondencia epistolar que mantengo contigo. La Audiencia Nacional exonera, absuelve de toda culpa a los veinte encausados en el denominado "caso Musel". En abril de 2021, te escribí una carta bajo el circunspecto título de "Tres erres y El Musel", donde anticipaba este resultado final y denunciaba la utilización política rastrera del asunto. Te preparo una nueva epístola que titularé "Y ahora qué, fantoches", donde pretendo mencionar con pelos y señales a los actores principales de una vileza que ha perdurado no menos de diez años. Y no me pidas prudencia. No me reclames contención. Mientras tanto, te releo la carta mencionada para ponerte en antecedentes.

Cuando leí la noticia en este periódico en el que te escribo, "Bilbo", el gusanillo prudente de la conciencia me recomendaba no meterme en berenjenales, no complicarme la vida. El otro, el gusanillo atrevido, insolente me espoleaba, me azuzaba a escapar de zonas de confort. Me malmetía consignas tales como que el silencio es cómplice: amortigua bocinazos de cobardía, tapa aldabonazos de vileza. Casi siempre gana el gusano de la prudencia. Esta vez, no. No, porque el sufrimiento causado tanto tiempo a tantas personas ha sido descomedido. No, porque el ensañamiento deliberado ejercido por el señor portador de la tercera erre del titular, acólitos fanáticos y otros observatorios tóxicos sobrepasó cualquier raya limitante de la decencia política.

Estalla una sentencia del Supremo que ratifica la promulgada por el Tribunal de Cuentas. Ambas exoneran de toda inculpación a dos de las personas insinuadas en el título, cuyo segundo apellido comienza por erre, y, por arte de magia, cuantos echaron la lengua a pacer durante años pretenden irse de rositas. Especialmente ese tercer personajillo, con erre inicial en el apellido primero, que ahora calla cual "afogao", que esquiva las ráfagas absolutorias procedentes de dos decretos irrebatibles, que no alterarán formalismos de última hora. Señalo al señor portante de erre inicial en el primer apellido porque él solito se erigió en adalid del "caso Musel", convirtiéndolo en invectiva permanente contra la FSA y en argumento principal dirigido a abortar la opción de un alcalde socialista en Gijón, en 2015.

Descuida, "Bilbo", que ni pedirá perdón ni se esfumará por donde vino ni se irá a ver la ballena después de ocho años tratando de emponzoñar el prestigio profesional y la honorabilidad de Fernando Menéndez Rexach y José Luis Díaz Rato, además de un buen puñado de directivos y gestores de sociedades mercantiles, quienes actuaron, por mor de las resoluciones judiciales dictadas hasta el momento, con total corrección, dentro de la legalidad.

Ya valió. Ese castillo de naipes se desmoronó. Las sentencias demuestran, al margen de flecos formales, que el baluarte desde el que construyó la posición política de su organización albergaba cañones no ya de mantequilla sino de margarina putrefacta. Su argumentario más potente ha devenido en sucedáneo mendaz, en bulo monumental.

Te escribo esta carta con el único afán de evidenciar las mañas de un dirigente político chismoso, lenguaraz, ofuscado por la animadversión a todo lo que huela a socialismo asturiano. Más allá de la meliflua corrección política, habrá que denunciar (incluso bajo el camuflaje de una erre) la desvergüenza del acusica falsario, su frívola y dañina inconsistencia. El señor de la erre inicial en el primer apellido, que bien conoces y no merece pábulo, debería saber, por experiencia, que las imputaciones inciertas, sustentadas en el odio, matan.

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