Asturias debe consolidarse como potencia hídrica

Hay que asegurar las calidad del agua y maximizar la capacidad con una planificación, como mínimo a medio plazo, que necesita de los tan denostados embalses

Embalse de Tanes (Sobrescobio).

Embalse de Tanes (Sobrescobio). / Fernando Geijo

Alba Ardura Gutiérrez, Aitor Fernández Jiménez, Rodolfo Espina Valdés, Eduardo Álvarez Álvarez

El cambio climático ha alterado el régimen natural de las precipitaciones en Asturias durante la última década. Hoy presenciamos episodios de lluvias más intensos y cortos, con una distribución temporal sin estacionalidad fija que provoca que el "orbayu" se haya convertido en un recuerdo de antaño.

Aunque las precipitaciones totales anuales no varíen en gran medida con respecto a la serie histórica, hay menos días de lluvia a lo largo del ejercicio. La precipitación es más torrencial y caudalosa. La escasa regulación artificial de las cuencas asturianas provoca que, con la misma infraestructura disponible, tengamos menos capacidad de almacenar agua que si la lluvia se repartiera más uniformemente en períodos de tiempo más extendidos. Esta torrencialidad amenaza a la disponibilidad del recurso en aquellas cuencas con regulación natural al aumentar los períodos sin precipitaciones.

Las Administraciones ya están actuando con innovadores proyectos en el ámbito de la reutilización de agua, lo que permitirá destinar como agua de boca, agua que se empleaba en procesos industriales. Es una medida fundamental para optimizar los recursos hoy en día y solucionar el corto plazo garantizando el abastecimiento al Principado, pero es imprescindible un estudio a medio y largo plazo, en donde poder aprovechar las características húmedas de nuestra región.

En 2050, se estiman unos 9.000 millones de habitantes en la Tierra de los que dos tercios de ellos vivirán en regiones que carecen de agua. Los recursos hídricos y su control son uno de los componentes críticos de la futura estabilidad geopolítica. La íntima relación que tienen el agua y la industria obliga a sectores dependientes del agua a abordar el creciente riesgo de los impactos relacionados con el agua en sus operaciones globales y prepararse para un futuro más seco e impredecible que nunca.

Para las empresas, el estrés hídrico se manifestará de múltiples formas, a menudo interconectadas y financieramente importantes. Será capital para su supervivencia evaluar la disponibilidad de agua en términos de cantidad y calidad en el contexto de sus operaciones y una estimación de alto nivel del riesgo económico al que se enfrentan. El objetivo será identificar los emplazamientos cuyas áreas de aprovisionamiento se encuentren exentas del riesgo hídrico más grave, para garantizar un mínimo de materia prima.

En este contexto próximo, Asturias debe consolidarse como potencia hídrica. Una vez asegurada la demanda actual a corto plazo, se debe realizar un ejercicio de responsabilidad y aprovechar al máximo nuestro recurso característico.

En las próximas décadas será capital administrar de manera excelsa la verdadera riqueza de nuestra tierra. La buena gestión de la oferta hídrica que nos rodea será un importante vector económico y de bienestar y volverá a situar a la región como el polo industrial que algún día fue, sustituyendo el carbón por agua y convirtiéndose en un destino atractivo para la industria afectada por los vaivenes climáticos e hídricos.

Es necesario un plan ambicioso a medio plazo que contemple el incremento de capacidad de almacenamiento en la región. Eso conllevaría la creación de los tan denostados y necesarios embalses, sin los cuales, hoy en día el panorama sería mucho más estresante. Maximicemos nuestra capacidad hídrica y planifiquemos como mínimo al medio plazo. Los cortoplacistas también se llevaban las manos a la cabeza cuando en los años setenta se inauguraban las presas de Tanes y Rioseco, hoy nuestro pulmón azul.

La gravedad del riesgo hídrico a escala mundial le brinda a Asturias una oportunidad única para explotar una de sus múltiples virtudes, pero para ello debemos incrementar la regulación artificial en nuestras cuencas para maximizar el almacenamiento de tan preciado tesoro.

La calidad del agua

La calidad del agua tiene gran importancia a nivel mundial por su impacto en la salud pública, el medio ambiente y la economía. En España, la calidad del agua ha sido históricamente un desafío debido a la actividad industrial, agrícola y ganadera que ha marcado la economía y uso del agua en nuestro país.

En Asturias, una región conocida como Paraíso Natural, las actividades industrial y minera, han tenido un gran impacto, siendo un tema de preocupación y debate. La actividad minera, aunque ha disminuido en las últimas décadas, ha dejado un legado en nuestros los recursos hídricos. La industria siderúrgica y otras actividades económicas han tenido y siguen teniendo impactos en la calidad del agua. Para mejorar la calidad del agua en Asturias hay esfuerzos como los sistemas de tratamiento de aguas residuales más avanzados, promover prácticas agrícolas e industriales más sostenibles y restaurar ecosistemas acuáticos dañados.

A pesar de ello, quedan numerosos desafíos por superar. Cabe destacar la contaminación por nutrientes en ríos y embalses, la presencia de residuos químicos, la aparición de nuevos contaminantes emergentes, como los microplásticos, hormonas, antibióticos o detergentes, entre otros, cuya gestión y eliminación son un gran reto. A todo esto se añade la necesidad de adaptación de los ecosistemas acuáticos al cambio climático.

Si no pensamos solamente como consumidores finales sino como un ecosistema vivo y rico en biodiversidad, la calidad biológica del agua se referirá a la salud y diversidad de los organismos vivos que habitan ríos, lagos, océanos y estuarios. La presencia de una amplia variedad de especies, su salud y capacidad reproductiva, serán también indicadores clave de la calidad biológica del agua.

La contaminación química, como metales pesados, pesticidas, productos químicos industriales y los contaminantes emergentes, previamente presentados, pueden afectar a la salud y supervivencia de los organismos acuáticos. El exceso de materia orgánica, como desechos de plantas o animales, floraciones algales o la materia fecal, provocan la eutrofización [exceso de nutrientes inorgánicos]del agua, disminuyendo los niveles de oxígeno y afectando a la vida acuática.

También los cambios en la temperatura del agua, por causas naturales o derivadas de la actividad humana, influyen en la distribución y actividad de los organismos acuáticos, especialmente los sensibles a variaciones térmicas. La acidificación del agua, causada principalmente por ácidos procedentes de la contaminación atmosférica, puede afectar a la capacidad de los organismos acuáticos para sobrevivir y reproducirse.

La presión derivada de actividades humanas como la sobreexplotación de recursos hídricos, la destrucción de hábitats acuáticos o la introducción de especies invasoras, entre otras actividades humanas, tiene un impacto negativo en la calidad biológica del agua.

Desde el punto de vista de la calidad biológica del agua, se pueden utilizar diferentes indicadores, como la diversidad de especies, la presencia de especies indicadoras de contaminación, el estado de salud de organismos clave (como peces, invertebrados y plantas acuáticas), la presencia de especies invasoras o la estructura de las comunidades biológicas presentes.

La calidad biológica del agua es un aspecto fundamental para garantizar la salud de los ecosistemas acuáticos y su capacidad para proporcionar servicios ecosistémicos de calidad, vitales para el ser humano y otras formas de vida del planeta.

El estudio de esa diversidad no siempre es sencillo ya que hay especies que pueden pasar desapercibidas debido a su tamaño, parecido taxonómico, y/o presencia en bajas densidades.

El ADN ambiental es una herramienta innovadora y poderosa para evaluar la calidad del agua porque permite detectar y analizar la diversidad genética de organismos acuáticos presentes en muestras de agua. Detecta material genético que todas las especies dejan en el agua, sean grandes o pequeñas, proporcionando información sobre la comunidad biológica presente en un ecosistema acuático sin la necesidad de capturar o identificar visualmente a los organismos.

Así podremos detectar la presencia de especies invasoras en cuerpos de agua antes de que se vuelvan evidentes mediante métodos tradicionales. También obtendremos una visión general de la biodiversidad presente en el ecosistema de estudio que nos permitirá evaluar su estado de conservación, identificando especies en peligro, comprendiendo así la dinámica de las comunidades biológicas.

El uso del ADN ambiental para evaluar la calidad del agua está en constante desarrollo y tiene un gran potencial para complementar y mejorar los métodos tradicionales de monitoreo ambiental, pero presenta desafíos técnicos y metodológicos que siguen abordándose y mejorándose para su implementación efectiva a gran escala.

Agua y energía

El agua y la energía son recursos clave que sustentan la vida en nuestro planeta y mueven a la sociedad. Su interconexión es innegable, ya que la producción de energía hidroeléctrica requiere de agua y la extracción, tratamiento y distribución de agua potable depende de la energía.

En un mundo cada vez más preocupado por la sostenibilidad y el cambio climático es crucial comprender la relación entre ambos recursos para garantizar un futuro próspero.

El uso eficiente de la energía y del agua es fundamental para abordar los desafíos de índole medioambiental y alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible fijados por la comunidad internacional. Es esencial analizar cómo se gestionan los recursos hídricos a nivel mundial, nacional y local. En el caso específico de España y de Asturias, la relación entre el agua y la energía tiene particular relevancia por su importancia económica, social y cultural.

La ONU o la Unión Europea han establecido políticas y objetivos ambiciosos para promover el uso sostenible de estos recursos. El Acuerdo de París sobre el cambio climático buscan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que afecta directamente a la producción de energía y el ciclo hidrológico. Hay diferentes proyectos a nivel mundial para abordar los desafíos relacionados con el agua y la energía. Es esencial que en Asturias se contribuya de manera activa y responsable a la búsqueda de soluciones para la conservación y el uso eficiente de estos recursos vitales.

En Asturias, una región eminentemente industrial y con un rico patrimonio natural, se han llevado a cabo proyectos significativos. La construcción de embalses ha permitido garantizar el suministro de agua para usos domésticos e industriales y diversificar el mix energético de la región.

La actual estructura de generación eléctrica nacional, donde las renovables ya suponen más de la mitad de la potencia instalada, trae consigo la problemática de un funcionamiento intermitente del sistema y no adaptado a las necesidades de la demanda. Esto hace necesario crear las centrales hidroeléctricas reversibles (o de bombeo) para su utilización como "pulmón" necesario. Asturias tiene ante sí una oportunidad mediante la conversión de sus centrales hidroeléctricas para tener un papel clave en la regulación del parque de generación eléctrica.

En los últimos tiempos se han llevado a cabo proyectos de renovación y modernización de las redes de distribución de agua como Arrudos 100, que busca renovar la red y digitalizarla para mejorar su funcionamiento.

Según datos recientes, Asturias consumió aproximadamente 133 litros de agua por habitante y día en el último año, y se espera que en los próximos años esta demanda hídrica aumente, por lo que la región se enfrentará a desafíos significativos.

En cuanto a la producción de energía renovable, especialmente la hidroeléctrica, alcanzó los 940 megavatios de potencia instalada en 2023, lo que da idea de la importancia de este recurso.

Para garantizar un futuro sostenible, Asturias debe seguir apostando por políticas y proyectos que fomenten la eficiencia en el uso del agua y promuevan una transición energética justa y equitativa. El desarrollo de infraestructuras hídricas modernas, la promoción de la eficiencia energética y la inversión en tecnologías limpias serán clave para impulsar el crecimiento económico y preservar el medioambiente en Asturias en las próximas décadas.

Alba Ardura Gutiérrez, Aitor Fernández Jiménez, Rodolfo Espina Valdés, Eduardo Álvarez Álvarez son investigadores del Centro Universitario de Investigación y Desarrollo del Agua

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