Entre túneles y puentes

Manuel Campa

Manuel Campa

La polémica entre los partidarios de los puentes y los partidarios de los túneles para resolver los problemas del tráfico amenaza convertirse en una discusión histórica, como fue en el s. XVIII la discrepancia entre vulcanistas y neptunistas sobre la influencia de los volcanes o del agua en la configuración de las montañas y, en general, del relieve de la tierra. Jovellanos era vulcanista y, hoy, sorprende cómo en la mayoría de las montañas asturianas veía un volcán en su origen. En Asturias hemos tenido más polémicas de esas. En Oviedo estamos envueltos en la discusión sobre el túnel del Naranco. En Asturias hemos sufrido –entre otras– la discusión sobre el túnel –o puente– de la Ría de Villaviciosa. Yo quiero recordar la opinión de Pedro Piñera, excelente Consejero de Obras Públicas y persona inolvidable. Piñera sostenía que con el túnel íbamos a conseguir que los europeos que circularan por la Autovía del Cantábrico pasaran sin enterarse de uno de los paisajes más espectaculares del norte de España, con el consiguiente perjuicio para el turismo de la comarca de Villaviciosa. En Oviedo, antes o después, probablemente habrá túnel bajo el Naranco, como en casi todas las montañas próximas a las grandes ciudades europeas. La tendencia es clara. Ahora se anuncian dos nuevas peatonalizaciones de calles ovetenses. Los vecinos de cada calle van decidiendo "democráticamente" cargar con el tráfico a otras calles. Si no hay túneles que faciliten soluciones alternativas el tráfico se irá concentrando en unas pocas calles hasta que se congestione la ciudad. Yo recuerdo la solución frustrante de los puentes en Madrid. El 16 de mayo de 1968, Federico Silva Muñoz, ministro de Obras Públicas, inauguró el scalextric de Atocha, un mamotreto que tapaba con puentes de cartón–piedra toda la plaza. En 1985 hubo que desmontar el scalextric porque no resolvía los problemas del tráfico madrileño. Lo mismo sucedió en otros puntos de Madrid, como en la zona de Cuatro Caminos y Reina Victoria. Hubo que desarrollar las vías de circunvalación y el viejo proyecto de un gran político asturiano, Indalecio Prieto, que, siendo ministro de Obras Públicas en los gobiernos de Azaña (1931-1933), propuso el llamado "Túnel de la Risa", entre Atocha y Chamartín, que sí contribuyó en buena parte a mitigar los problemas de tráfico de Madrid. Por tanto, los túneles con las carreteras de circunvalación sí parecen soluciones válidas en muchos casos. Y es de esperar que, dentro de unos años, vuelva a plantearse –esta vez en serio– el llamado túnel del Naranco para solucionar el tráfico de la zona norte de Oviedo, donde, conforme se van sumando calles peatonales, con otros factores, la circulación se irá haciendo más densa, concentrada en menos calles.

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