Contrueces: destino internacional

Algunas cuestiones a tener en cuenta para que la proyectada residencia artística sea todo un éxito

Pablo Luis Álvarez

Pablo Luis Álvarez

Hoy quisiera darle una vuelta al proyecto de residencia para artistas internacionales que la nueva corporación municipal de Gijón quiere llevar a cabo en Contrueces, polo sur del eje cultural que Foro Asturias llevaba en su programa electoral y que poco a poco se va materializando mediante encuentros y conversaciones.

En este sentido, me parece apropiado situar el valor de esta clase de formato en el circuito productivo del arte, para dejar de verlo como un espacio dedicado al retiro espiritual del artista (quien, sin duda, también necesita de vez en cuando una distancia estratégica para el descanso).

La residencia artística, hoy tan importante para los artistas contemporáneos como lo es la exposición individual o la presencia en colecciones institucionales, nace de un lento desplazamiento por el que el objeto final, "la obra", fue perdiendo desde los 90 su primacía en los heterogéneos procesos que constituyen el arte, que no siempre tienen como resultado un cuadro, una escultura o una instalación –pensar, hablar, escribir, escuchar, enseñar o aprender son también parte de tales procesos–.

Surge también la residencia artística como solución más o menos exitosa a la precariedad sistémica de este campo, situación que suele redirigir fondos y financiación a la apertura de espacios expositivos y otras iniciativas que a menudo quedan infrautilizadas porque no se prevé cómo se van a usar y lo que usarlas cuesta –el gran perdedor en este flujo de dinero ha sido tradicionalmente el artista, que tiene que vivir al día y que costea la producción de su trabajo de su propio bolsillo–.

Hasta aquí las disquisiciones. Quisiera plantear ahora una serie de cuestiones de tono más pragmático en torno a la cuestión: ¿Cómo vamos a conseguir que artistas internacionales quieran venir a Asturias? ¿Qué les puede ofrecer este proyecto de residencia artística y qué pueden ofrecer ellos a la ciudad de Gijón y al Principado?

Si, por ejemplo, un artista emergente que viva en Rotterdam o en Bucarest (no estoy pensando en nadie en particular; también valdría Badajoz para este ejercicio) que tenga que pagar su alquiler y quizás también su estudio, ¿tendría que cubrir desplazamiento y manutención? ¿Le costaría dinero venir a vernos? ¿Tendría este proyecto algún tipo de dotación dedicada a la producción?

Si su medio es, pongo otro ejemplo, el vídeo o algún tipo de formato digital, ¿contaría con el equipo adecuado y con técnicos que le puedan asistir?

Y el acompañamiento teórico e institucional, del que la Fundación Municipal de Cultura parece que va a ocuparse, ¿en qué consistiría con exactitud? Los comisarios, críticos y artistas que participarán en estas mentorías, ¿cobrarán también por esta labor? (La pregunta es retórica: tienen que cobrar porque también es trabajo).

Y lo más importante: ¿qué retornará de todo esto a la ciudad y a la región?

La residencia de Contrueces puede ser una buena oportunidad para que, como requisito a los artistas invitados, se establezca un programa de talleres y encuentros en que artistas internacionales compartan sus saberes y prácticas con los de una tierra en la que no hay programas avanzados de estudios artísticos. A esto, que ya se encuentra en el espíritu general del proyecto, no podemos renunciar: los artistas han de aprender de otros artistas y aquí es donde puede estar el éxito de esta idea.

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